Todas las grandes civilizaciones deben su origen, auge, declive y desaparición a su capacidad de generar y controlar fuentes propias de energía. Sociedad, actividad productiva y energía conforman un trinomio indivisible. La Humanidad ha utilizado toda suerte de recursos para transformar su entorno inmediato y así avanzar hasta lo que hoy denominamos la nueva 'Era Tecnológica'. 

Desde la propia fuerza humana, la tracción animal, la biomasa, el carbón o los combustibles fósiles - los homos sapiens - hemos explorado toda suerte de recursos naturales susceptibles de ser transformados en energía, y es que nuestra supervivencia y adaptación al medio dependen de nuestro acceso al primer y único elemento capaz de permitir la evolución de nuestro modelo de producción e intercambio: la energía.

La emergencia climática unida al agotamiento de los combustibles fósiles y la imposibilidad material de controlar las funestas consecuencias planetarias de potenciales accidentes nucleares imponen un cambio de paradigma, sin precedentes, en nuestra relación con las fuentes primarias de energía. Bienvenidos a la Cuarta Revolución Industrial.

Robótica, nanotecnología, inteligencia artificial, biotecnología, Internet de las cosas ( IoT ), impresión 3D o los vehículos autónomos, entre otras innovaciones ya presentes en nuestra sociedad, dependen y se sustentan irremediablemente en nuestra capacidad de generar la energía necesaria que los alimente, y de forma esencial en nuestra capacidad para crear un ecosistema electrificado pero no contaminante que por ser renovable sea, además, sostenible en el tiempo. 

Energía es sinónimo de geopolítica, geoestrategia, tensión internacional y unilateralismo político. Como señaló - décadas atrás - el centro estratégico del Pentágono: “Quien domine la energía dominará el Mundo”.

Frente a este panorama de emergencia climática, unilateralismo y aislamiento económico, transformación tecnológica y conflictividad social; Europa ha realizado una apuesta sin precedentes por su soberanía energética basada en fuentes autóctonas y renovables reforzadas por la integración masiva del Hidrógeno como pila de almacenamiento energético o directamente como combustible de origen local e inocuo para el Medio Ambiente. Comienza la Era del Hidrógeno verde.

Cualquier experto en Energía les confirmará que no existe una única solución tecnológica capaz de solventar todas nuestras necesidades energéticas, por esta razón hablamos - con carácter amplio - del Mix Energético que integra todas las tecnologías actualmente aptas y en funcionamiento. El hidrógeno no será una excepción y tampoco resolverá todos nuestros dilemas ni necesidades, pero a buen seguro el hidrógeno actuará como pegamento y vaso comunicador de todas las fuentes de generación renovables y por eso considero jugará un papel de gran trascendencia en nuestro periplo, ya iniciado, de transición energética europea.

La Vieja Europa hace tiempo dejó de ser el epicentro de la gobernanza mundial. Hoy el poder dominante se concentra en el llamado eje Asia-Pacífico. A pesar de esta realidad aún depende de nosotros mismos mantener vivos los valores, la cultura y el modelo social europeo. 

Europa sigue viva y se ha propuesto demostrar su capacidad de resistencia y resiliencia mediante la vertebración de un modelo energético autóctono y sostenible, para lo que cuenta con un nuevo aliado: la Comunidad del hidrógeno verde.

Es muy probable que jamás recuperemos la primacía político-económica que ostentamos antaño, pero ello no significa que no podamos defender nuestro modelo de civilización y convivencia con toda nuestra energía.

Este es mi último artículo hasta nueva orden, les deseo un feliz periodo estival y confío en que pronto nos volvamos a encontrar, repletos de energía.