Pocos días antes de que el sheriff Garret asesinara por la espalda al famoso pistolero William H. Bonney, más conocido como Billy the Kid, se produjo está recordada conversación entre ambos que marcaría para siempre el devenir de sus vidas. Pat Garret argumenta a Billy que es tiempo de adaptarse, que los tiempos están cambiando, mientras la música de Bob Dylan acompaña el dramatismo de la escena “It feels like time have changed”. Billy, sin apenas pestañear le responde. “Times maybe. Not me”. Esta escena extraída de la magnífica y crepuscular película de Sam Peckimpah de 1973 viene como anillo al dedo para ilustrar la manera en que empresas y emprendedores afrontan los grandes cambios que la revolución tecnológica está produciendo en nuestra sociedad.

Todos recordamos qué en la década de los noventa, la empresa tecnológica finlandesa Nokia dominaba el sector de la venta de teléfonos móviles con una cuota de mercado superior al 40%. Eran líderes absolutos, ofrecían productos de alta calidad y diseño rompedor y su icónico modelo 3310 de solo 146 grs de peso, sigue siendo a fecha de hoy el segundo móvil más vendido de la historia. En 2007 las acciones de la empresa de Espoo estaban en el entorno de los 40 dólares. Cinco años después, en 2012 las acciones habían caído hasta los 3 dólares. ¿Cuál fue el motivo de este desmoronamiento?

Sin duda muchos motivos contribuyeron a este ocaso, pero el inmovilismo y el conformismo que otorga el liderazgo del sector, así como la autocomplacencia, les impidieron hacer un análisis correcto del mercado y apostar por la innovación.

La llegada de los smartphones supuso el principio del fin para la hegemonía de Nokia. Nuevos competidores como Apple o Rim (Blackberry) detectaron mejor lo que querían los clientes y de un día para otro se hicieron con buena parte del pastel. Los emergentes apostaron por la telefonía inteligente y las prestaciones avanzadas y acertaron. Nokia se focalizó en la mejora del hardware y fracasó. En 2009 presentó unos resultados un 90% inferiores al año anterior y el resto es historia viva en el sector de los grandes batacazos de la industria. Tras varios vaivenes y después de ser comprada por el gigante Microsoft, en 2015 la empresa de Bill Gates se deshizo de Nokia por sus malos resultados. Punto final.

¿Qué podemos aprender de todo esto?, pues qué muy probablemente, como no se cansa de recordarme mi admirado Gonzalo Coterillo, serán las empresas nuevas y disruptivas las que lideren los cambios en la innovación tecnológica, mientras que otras organizaciones, más preocupadas por conservar su posición en lo alto de la pirámide, serán arrastradas irremisiblemente por la marea que los nuevos tiempos traerá a nuestras costas. No se puede nadar y guardar la ropa o mejor aún, no se puede sorber y soplar al mismo tiempo.

Tesla, una empresa automovilística de fundación reciente, pero focalizada por completo en la fabricación de vehículos eléctricos, es a día de hoy con sus 800.000 millones de dólares de capitalización bursátil, la quinta compañía más valiosa del mundo (mayor que la suma de la capitalización de General Motors, Ford y Fiat Chrysler juntas), en una lista en la que solo aparecen empresas de marcado acento tecnológico como Apple, Alphabet (Google), Amazon y Microsoft.

Se avecinan grandes y poderosos cambios que transformarán por completo el tejido empresarial en los próximos años. La transformación digital y la sostenibilidad serán los ejes sobre los que pivotarán las oportunidades empresariales en los próximos años. En estos momentos en el garaje de un suburbio de Estados Unidos o por qué no, en la mente inquieta de un emprendedor/ora de nuestra querida Mallorca, está germinando una idea que será la luz que ilumine una nueva generación de proyectos innovadores y rompedores que mejorarán nuestras vidas en las próximas décadas. Si eres uno/a de ellos, habla con nosotros, te daremos todas las claves para que no acabes como Billy the Kid.

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