Cuando comparamos los principales cracs bursátiles de los últimos casi 100 años (Crac del 29 y la Gran Depresión, Crac del 87, Crac del 2008 y la Gran Recesión, Crac de marzo del 2020 y el Gran Cierre por la pandemia) a simple vista nos parecen todos muy similares, sin embargo, cuando acercamos la lupa vemos diferencias importantes. Por ejemplo, si comparamos los dos últimos, una primera diferencia sustancial es que en 2008 la causa principal venía de dentro del sistema financiero (las subprime) mientras que en 2020 venía de fuera del sistema (Covid-19). Otra diferencia importante es que el principal antídoto a partir de 2008 fue la austeridad, en cambio, en la actual crisis la respuesta principal ha sido aparcar la austeridad y recurrir a Keynes con un endeudamiento creciente de gobiernos y corporaciones en el mercado de capitales, emitiendo bonos. Y en esta emisión de bonos hemos asistido a una tendencia que ya existía pero que se ha intensificado y que lidera claramente Europa: la emisión de bonos verdes

Los bonos verdes son un instrumento de deuda como cualquier otro, pero con la diferencia que el emisor del bono destinará el dinero recaudado específicamente a proyectos ambientalmente sostenibles y de desarrollo de tecnologías energéticas limpias para combatir el cambio climático

Desde que en 2007 el Banco Europeo de Inversiones (EIB) lanzó la primera emisión de bonos verdes por un importe de €600 millones, este mercado ha crecido exponencialmente hasta los €600 mil millones en 2020. Sin duda la crisis de la pandemia que empezó en el primer trimestre del pasado año con la receta ya comentada de emitir bonos para apoyar a la economía y junto con la cada vez mayor concienciación de los inversores por el enfoque ESG (ambiental, social y de gobierno corporativo responsable) han dado el espaldarazo definitivo al mercado de bonos verdes.

Europa ha liderado y lidera este mercado, y con la llegada de Lagarde a la presidencia del Banco Central Europeo (BCE) lo ha priorizado, si cabe, aún más. En una industria financiera controlada por la gran banca de inversión americana, Europa tiene en el mercado de bonos verdes un dominio que debería seguir defendiendo por la importancia de la preservación del planeta en la que Europa siempre ha mostrado mucha más sensibilidad que las otras dos grandes áreas económicas del mundo (Estados Unidos en América y China en Asia Pacífico) y por los beneficios crecientes de este mercado. 

Green Machine

Francia es con mucha diferencia el mayor emisor soberano de bonos verdes con más de €40 mil millones en diferentes emisiones. Solo en lo que llevamos de 2021, Francia, Italia y España han emitido €61.5 mil millones. El crecimiento imparable de este mercado está fuera de toda duda y lo ilustra muy bien que ¡una emisión italiana de bonos verdes de €8.5 mil millones del pasado marzo recibió una demanda record de €80 mil millones! Amén de otra emisión francesa de €7 mil millones del mismo mes que recibió órdenes por €34.5 mil millones.

Aparte del beneficio reputacional de los emisores de estos bonos y de los grandes bancos que diseñan y colocan esta deuda en el mercado, Europa en general y Francia en particular deberían defender con fuerza su posición de liderazgo en este mercado sabiendo que el beneficio monetario por la colocación de esas emisiones fue de más de mil millones de euros para los bancos colocadores solo el año pasado y este año, en un trimestre, ya está en los €700 millones.

Entre los 10 bancos colocadores de bonos verdes más activos este año, 7 son europeos pero el ranking lo lidera el banco americano JPMorgan seguido de los franceses BNP Paribas y Credit Agricole. Y esta es una señal que los americanos no se quedarán de brazos cruzados para intentar dominar también este mercado, y más con la llegada de la sensibilidad por el cambio climático en la Casa Blanca con Biden.

Owning the Market