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Activos

La necesaria independencia energética

La energía es responsable del 80% de las emisiones de CO2 en todo el mundo

El president de la Generalitat encabezaba hace unas semanas la expedición del Govern en la Climate Week de Nueva York, un evento de referencia mundial para la sostenibilidad medioambiental. Ahí, y ante la mirada atenta de instituciones públicas y privadas, anunciaba que las políticas climáticas iban a ser un eje prioritario para su gobierno. Muchas de las empresas que estábamos presentes en la cita global nos congratulamos por la iniciativa en un contexto de emergencia climática generalizada, rápida e intensiva. Un anuncio importante pero que, sin duda, necesitará de un paquete de medidas a largo plazo que nos lleven a una transición energética real y colectiva.

Nos encontramos en un momento de inflexión que no puede ser abordado con medidas cortoplacistas o con anuncios de intenciones. La transición energética se ha convertido en una cuestión estratégica global. Y como tal, debe ser tratada de manera justa, rápida y efectiva y, sobre todo, con el foco puesto en la sostenibilidad. Somos totalmente conscientes de que la geopolítica de la energía impacta de forma muy directa en nuestras vidas. El debate generado a raíz de las implicaciones energéticas de la guerra en Ucrania es un buen ejemplo. Pero tomar medidas de emergencia para impactar en el problema del presente, no solucionará la dependencia energética en el largo plazo. Seamos responsables. No hipotequemos nuestro futuro. 

Cuando hablamos de cambio climático, es importante que se ponga el foco en la energía, responsable del 80% de las emisiones de CO2 en todo el mundo. Y que se haga además con un enfoque sistémico que integre cuatro variables: más electrificación, más renovables, más eficiencia energética y más flexibilidad en la demanda. Pasar de un modelo energético carbonizado a uno descarbonizado implica electrificación verde y digitalización. Un binomio del que nace lo que llamamos Electricidad 4.0 y que nos conduce hacia la descarbonización de la sociedad, la economía y el planeta. La electricidad es el mejor vector energético para llevar a cabo la descarbonización tanto en escenarios domésticos como industriales. A su vez, lo digital hace que la energía sea inteligente y gestionable: hace visible lo invisible, impulsa la eficiencia y elimina el despilfarro energético.

Acelerar la legislación

Entre las primeras medidas que se deben impulsar desde la administración está la eficiencia energética. Necesitamos acelerar el despliegue legislativo, pero también que la administración ejerza de ejemplo y active los mecanismos financieros necesarios para la implementación de estas iniciativas. El impacto que pueden tener es enorme. Hoy, según el informe de Green Building Council, el 82% de nuestros edificios, incluidos buena parte de los edificios de titularidad pública, son energéticamente ineficientes. Una transposición ambiciosa de la directiva de Eficiencia Energética en Edificios supondría de promedio un ahorro de energía del 21,7% en edificios construidos en 2006 y del 26% en edificios construidos en el año 1980. En el caso de las industrias, a corto plazo la combinación de tecnologías digitales y software podrían aportar hasta un 30% de ahorro energético.

Asimismo, con la mayor penetración de las renovables, resulta urgente acelerar la flexibilidad del mercado energético, permitiendo por ejemplo a los consumidores decidir cuándo reducir su consumo o dar más energía a la red. Empoderando a los consumidores a gestionar la energía como un activo.

La energía es responsable del 80% de las emisiones de CO2 en todo el mundo

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Y en este terreno, las microgrids (islas de energía renovables) jugarán un papel estratégico, especialmente en las plantas industriales, centros logísticos, centros comerciales y edificios terciarios, porque permiten generar, almacenar y gestionar la energía ‘in-situ’. De hecho, si cogemos de referencia la microgrid que hemos instalado junto con Acciona en nuestra planta de Puente la Reina, de media somos capaces de autoabastecernos del 20% de la energía que necesita la planta, cifra que ha subido hasta el 80% en épocas estivales.

La importancia de ser autónomo

En un momento convulso, en el que los precios de la energía han puesto de manifiesto la importancia de ser más autónomos necesitamos poner el pie en el acelerador para que nuestras empresas no pierdan competitividad. Necesitamos una mayor involucración y compromiso de las administraciones, pero desde la empresa debemos tomar las riendas de nuestra energía. Apostando por fuentes renovables y por la electrificación de los procesos, implementando las tecnologías que nos van a ayudar a mejorar nuestras operaciones y reducir nuestros consumos energéticos, introduciendo soluciones como las microgrids que nos permitan disminuir la volatilidad de los precios a la vez que nos garantizan parte de nuestro suministro y nos hacen más sostenibles.

Pero desde la administración tienen que ser conscientes también de la urgencia, acelerar el despliegue legislativo y encaminar bien los fondos ‘Next Generation’ de forma que accedamos a la financiación. El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno de España supone una gran oportunidad que no podemos dejar escapar. A destacar cuatro importantes puntos de inversión: 3.165 millones de euros al despliegue e integración de las energías renovables; 1.365 millones a las infraestructuras eléctricas, promoción de redes inteligentes y el despliegue de la flexibilidad y el almacenamiento; 1.555 millones de euros a la hoja de ruta del hidrógeno renovable; y 300 millones a una estrategia de transición justa.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) urge a tomar medidas drásticas para limitar el calentamiento futuro del planeta a 1.5 grados Celsius. Estamos en una década crítica y no podemos titubear. Somos la primera generación en emprender las medidas necesarias para recuperar el planeta, pero seamos conscientes de que, seguramente, también somos la última con capacidad para hacerlo.

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