Privacidad, gestión de datos, permisos, cookies, … son términos que desde hace algunos años han supuesto uno de los principales retos sociales del siglo. El fulgurante crecimiento en el uso de Internet para casi cualquier tarea de nuestro día a día ha hecho que actualmente estemos a expensas de lo que en la red suceda con los miles y miles de datos que hemos cedido voluntariamente. 

Objetivo que, aunque se trabaja en él, no se ha conseguido (aún) resolver a la velocidad que los nuevos tiempos requieren y seguirán demandando en el futuro. Las legislaciones están sometidas a largos y tediosos problemas que evitan la plasticidad y rapidez con la que se debería reglamentar al respecto.

Y el uso que hacemos de Internet es cada vez mayor y se demandan mejores mecanismos para mantener la privacidad a salvo. Según el estudio ‘Digital 2022’ ofrecido por Hootsuite y We are Social, casi 44 millones de personas en España son usuarias de Internet y pasan más de 6 horas al día en la Red. 

Las últimas polémicas han saltado en este inicio de año y con dos grandes transatlánticos de Internet, el mundo empresarial y la influencia en todo el mundo como principales focos: Google y Meta. El primero después de que el Supervisor Europeo de Protección de Datos amonestara al Parlamento Europeo tras vulnerar este su propia normativa porque utilizaba la herramienta de analítica digital de Google Analytics. ¿La causa? Este servidor transfería los datos recabados a EEUU sin las garantías de protección suficientes.

Mismo motivo, el impedimento a la transferencia de datos personales de los usuarios al país norteamericano, ha sido la causa por la que Mark Zuckerberg ha lanzado un órdago (veremos si en forma de farol únicamente o no) a las instituciones europeas. Así, uno de los creadores de Facebook (ahora Meta) ha amenazado con eliminar sus servicios de Facebook e Instagram en la Unión Europea si continúan con esas trabas en el tratamiento que hacen de los datos.

Limitaciones con las que no contaban estas empresas cuando comenzaron con la gestión de datos de sus usuarios en lo que por aquel entonces Internet todavía era un solar en el que había mucho trabajo por hacer.

Un verdadero negocio con el que muchas empresas han conseguido producir un gran beneficio yendo varios pasos por delante de unos usuarios que 'vendían' sus datos a cambio de adquirir servicios en la red. Los tiempos han cambiado y cada vez se están imponiendo mayores limitaciones en favor de la privacidad de los usuarios, y están suponiendo pérdidas millonarias. Por poner un ejemplo, Facebook ha reconocido unas pérdidas por valor de 10.000 millones de dólares después de que Apple obligara a las aplicaciones alojadas en sus dispositivos a pedir permisos de rastreo a los usuarios.

Porque ahí está el verdadero elemento diferencial y crucial de todo este asunto. Más allá de grandes empresas y sentencias millonarias que alejan estas noticias de nuestro día a día, todo se resume de una manera aterrizada en que nos afecta de manera personal a todos y cada uno de los usuarios que navegamos por Internet.

Igual que en el mundo real somos extremadamente recelosos de nuestra privacidad, datos o relaciones, no por nuevo, Internet debe ser una puerta a la eliminación de estos prejuicios solo por eliminar el componente humano y añadir la relación a través de una pantalla. Nuestros datos en Internet son igual o aún más susceptibles de ser maltratados en la red y el daño que eso nos puede causar puede ser también multiplicado.

Por esta razón, la legislación debe ser más rápida a los avances y nosotros, ya con una cultura digital mayor, menos ingenuos y más cuidadosos. Según una encuesta de Eurostat de este mismo año solo el 36% de los usuarios comprueba que el sitio web en el que facilitó sus datos personales era seguro.