La contratación de hipotecas está al alza. De hecho, con 30.105 firmas, en agosto de este año se batió el récord en constitución de este tipo de préstamos. Una subida que ha representado un incremento del 66,9% respecto el mismo mes del 2020. Esta subida tiene que ver con la recuperación económica tras la covid-19 y con la acumulación de préstamos hipotecarios que quedaron por firmar durante la pandemia. Además, los bancos han querido aprovechar la situación para lanzar sus mejores ofertas y rebajar los tipos fijos y mixtos. 

Sin embargo, antes de contratar una hipoteca hay ciertos aspectos que se deben tener en cuenta: como el plazo de amortización. Es decir, el tiempo en el cual el titular está pagando las cuotas hasta devolver el capital prestado y los intereses. Tal y como aseguran los datos del Colegio de Registradores de la Propiedad y Mercantiles de España, el plazo medio de las hipotecas es de 23 años y siete meses. De hecho, los expertos recomiendan que este plazo no supere los 30 años. No obstante, la duración de este período lo determinará la entidad bancaria en función de factores como la cuantía de la hipoteca y la situación financiera del solicitante. Otros consejos que hay que considerar a la hora de contratar una hipoteca es que el dinero destinado al pago de las cuotas del préstamo no suponga más del 30% de los ingresos mensuales de la unidad familiar; y que la persona que contrata este producto no supere los 75 años de edad en el momento de terminar de pagar el préstamo. 

Una persona que solicite una hipoteca para la compra de una vivienda por una cuantía de 200.000 euros y con un plazo de amortización de 23 años, referenciada al euríbor y con un diferencial del 0,99%, tiene que pagar una cuota mensual de 704,60 euros. Con este mismo ejemplo, pero con un plazo de amortización de 30 años, la cuota mensual es de 571,59 euros.

Otro aspecto clave es el sistema de amortización que se aplica en la devolución del préstamo hipotecario, algo que determinará la estructura de las cuotas mensuales. En la mayoría de las hipotecas firmadas en España se suele aplicar el sistema de amortización francés. Tal y como explican los especialistas de Banco Sabadell, este sistema consiste en que “el titular tiene una cuota constante, ya que todos los meses paga lo mismo. Sin embargo, al principio de la vida del préstamo paga más intereses y menos capital, aunque conforme van pasando los años esta situación se revierte. Esto ocurre porque el banco calcula los intereses conforme al capital pendiente. Como todos los meses se va pagando la cuota, la deuda va bajando y, por lo tanto, los intereses también”.

Sistema variable

Por otro lado, el plazo de amortización de una hipoteca puede ser variable, es decir, el titular puede solicitar cambiarlo a lo largo de la vida del préstamo. Se trata de una amortización anticipada que puede realizarse de dos formas: a través de una reducción de las cuotas o del plazo. Asimismo, antes de amortizar la hipoteca hay que tener en cuenta elementos como el coste –ver si existen penalizaciones por la amortización del capital pendiente a través de una comisión–; el tipo de interés –es probable que sea más rentable invertir el excedente de liquidez en otro producto antes que en amortizar la hipoteca–; la desgravación fiscal –saber si llevando a cabo una amortización anticipada el titular podrá desgravarse algo en su declaración de la Renta–; las necesidades financieras a corto y medio plazo del cliente –podrían tener un coste incluso superior a la rebaja pactada en la hipoteca–; y la reducción de liquidez del titular –puede suceder que al destinar capital a la amortización anticipada se esté limitando la reacción ante potenciales imprevistos futuros–.