Corre el año 2007. La crisis de las puntocom queda ya lejos y la escena startupera en España empieza a despertar con proyectos que terminarán siendo éxitos rotundos.

Mi proyecto, Delta-R, no fue precisamente uno de esos éxitos y tuve que esperar hasta 2013 para crear algo con cabida en un mercado que estaba evolucionando a un ritmo difícil de seguir incluso para los más frikis y nativos de la era online. Pero ese primer proyecto tecnológico en el que estuve focalizado entre 2007 y 2011 me permitió vivir en primera persona una de las mayores revoluciones de la forma en la que compramos y usamos software: el nacimiento del SaaS (Software as a Service)

Los antecesores de los actuales SaaS fueron aquellas aplicaciones como Delta-R, que en los primeros años del siglo se acuñaron con el término ASP (Aplication Service Provider), que luego evolucionó hacia SaaS, IaaS, PaaS, o 'Cualquier_Cosa__aS'.

El concepto en esos primeros años era sencillo. Tenemos una internet que nos permite trabajar con anchos de banda muy aceptables. Y unas tecnologías web (HTML, CSS y JavaScript) que nos permiten desarrollar interfaces de usuario cada vez más parecidas a las del software de escritorio. ¿Por qué no hacemos software que se use desde un navegador y ahorramos todos los costes y problemas que genera la distribución, compra e instalación de software en el escritorio de los diferentes sistemas operativos?

Llega el año 2008 y la revolución está servida. La industria SaaS empieza a arrasar en diferentes nichos, y a día de hoy sigue creciendo año a año con unas cifras que parecen imparables.

Fuente: Statista

/ Statista

A la vista de este gráfico, puede parecer que la industria SaaS ha recorrido un camino de rosas, pero la historia nunca es tan sencilla como se nos muestra a vista de pájaro con unas cifras de crecimiento anual.

En sus primeros años, los SaaS tuvieron que vencer muchas reticencias, que en la mayoría de las ocasiones venían de la propia industria tecnológica. Muchos CIOs, Arquitectos de Software y desarrolladores, argumentaban que el software en la nube podría presentar brechas de seguridad que comprometerían a las osadas empresas que estuvieran dispuestas a usarlo. Nada más lejos de la realidad. Plataformas SaaS como Salesforce, que acabó siendo un PaaS, o IaaS como Amazon, a los que siguieron Google, Microsoft y compañía, desmontaron rápidamente todas estas teorías. Si lo piensas fríamente... ¿Dónde van a estar tus datos y aplicaciones empresariales más seguros que en la infraestructura de Google o Amazon? Ya respondo yo: en ningún sitio.

Futuro esperanzador

Por supuesto, el SaaS y la nube no son la panacea que resuelve todos los problemas de la industria, y esta tendencia también se enfrenta a sus propios retos y dificultades. Pero a estas alturas de la película, parece que la guerra está ganada y a mí lo que me sorprende es que a día de hoy todavía existan empresas que fomentan la instalación de software de escritorio.

El futuro es esperanzador para todas las empresas que tienen un buen producto en formato SaaS, ya sea en B2C o en B2B. Los grandes nichos que dominan y dominarán la industria del software, lo hacen y lo harán en forma de SaaS. Desde aplicaciones de gestión como CRMs, ERPS, productividad, etc, hasta las tendencias más cool, disruptivas e innovadoras del momento como el big data, el blockchain o la tan esperada desde hace décadas, inteligencia artificial.

Pero al margen de todas estas tecnologías súper innovadoras de las que todo el mundo habla, creo que hay una clara tendencia mucho más cercana al día a día de la mayoría de las empresas o consumidores: la verticalización de los SaaS.

Desde aquellos inicios en 2007-2008, hemos visto SaaS genéricos liderando nichos como el CRM o el ERP. Ahora es el momento para el liderazgo de las verticales. Por ejemplo: un CRM específico para despachos de abogados. O un SaaS de contabilidad para clubes deportivos. Las posibilidades son infinitas y los venture capital están ávidos de recibir proyectos SaaS y B2B para buscar el próximo unicornio.

Tampoco es necesario tener como objetivo fundar el próximo Salesforce para que una empresa lance un SaaS. Cada vez veo más casos de empresas de servicios que podríamos llamar “tradicionales”, que han desarrollado SaaS privados para ofrecer a sus clientes una mejor experiencia en el uso de servicio que ofrecen. Sin ir más lejos, desde La Caja Company, que es la agencia de marketing que dirijo actualmente, hemos creado Contery, un SaaS para la gestión del ciclo de vida de los contenidos de marketing, que es el principal servicio que ofrecemos desde la agencia. Y este es solo un ejemplo de decenas o cientos que se están desarrollando a nivel nacional en España, por no hablar de países como EEUU o Reino Unido.

Esta evolución de las empresas de servicios que hacen software siempre me lleva a una reflexión que no deja de ser curiosa. Parece como si el Software as a Service estuviera también abriendo un camino para el Service as a Software. Una más de las paradojas de esta época tan apasionante que tenemos el lujo de estar viviendo.