Diego González, fundador y presidente de ADEMA: «Cuando uno encuentra pasión en su trabajo, éste pasa a ser un proyecto de vida»

Diego González vive su trabajo con una pasión desmedida / Ana Belén Muñoz
Nacido en Málaga en 1968, está casado y tiene dos hijos. Inquieto y comprometido por naturaleza, ha trabajado en el sector público (fue director general de Consumo y delegado de la Presidencia para el Deporte) y en el ámbito privado. Le apasiona viajar y su deporte favorito, el rugby
¿Cómo y cuándo surgió la idea de constituir ADEMA?
La idea surgió en 1993, fue una iniciativa vocacional a raíz de una situación personal que viví: al no haber aquí estudios reglados de protésico dental, estudié por libre y me vi en la necesidad de ir a examinarme a la península. Por libre, prácticamente nadie (sobre 300 alumnos) aprobaba. Sólo fuimos dos, y tuve la suerte de ser uno de esos dos. Entonces caí en la cuenta de que, al haberme preparado muy minuciosamente los temarios, disponía de mucho material valioso. Pude haberlo guardado, pero decidí (junto a un socio de la península) constituir una academia de preparación de exámenes, con el objetivo de que los estudiantes de Baleares no tuvieran que desplazarse fuera de las Islas. Así, empezamos a tramitar la autorización para convertirnos en un centro oficial de Formación Profesional.
¿Cómo recuerda los primeros pasos?
Tuvimos que esperar tres o cuatro años hasta tener todos los papeles en regla. Preparamos a profesionales en Mallorca e íbamos a examinarnos primero a Cuenca y luego a Barcelona. A partir de ahí, en 1997, conseguimos finalmente ser centro oficial de Formación Profesional, para nunca más tener que volver a ir a la península para examinarnos. Empezamos con el grado superior de Protésico dental, e incorporamos Higiene bucodental. De hecho, año tras año, fuimos sumando nuevas titulaciones de la rama sanitaria que hasta entonces no se podían obtener directamente en Baleares. Así estuvimos la primera década de existencia de ADEMA, defendiendo la Formación Profesional cuando nadie creía en ella. Eran otros tiempos.
Y fueron añadiendo titulaciones…
Así fue, en efecto. Poco a poco, fuimos consolidando los estudios y ganamos en reputación. En este sentido, nos ayudó mucho el alto nivel de aprendizaje por parte del alumnado y el alto nivel de empleabilidad, sobre el 95%. A partir de ahí, allá por 2006, percibimos el interés del propio alumnado para la implantación de estudios tales como Odontología y Nutrición; empezamos a explorar al respecto. Tras unos cuantos años, en 2015 nos convertimos en centro adscrito a la Universitat de les Illes Balears para impartir, a partir de 2017, el grado de Odontología, al que añadimos en 2019 el grado de Nutrición humana. Ya posteriormente, en 2021 implantamos el grado en Bellas Artes y en 2022 el máster oficial de Odontología digital, el primero que se imparte en España. Ahora mismo, tras ir llevando a cabo un crecimiento orgánico, nos hemos planteado implantar nuevas titulaciones y crecer hasta el punto de erigirnos ya en una universidad. Estamos en trámites para ello, pero son lentos, muy lentos…
Lo de ADEMA ha sido (es, de hecho) una carrera de fondo…
Ciertamente, la trayectoria es muy larga y ha requerido de mucha perseverancia y paciencia por nuestra parte. ¿Carreras de fondo? Yo hablaría más bien de ligas muy largas, usando terminología deportiva. Unas ligas las ganas, pero otras las pierdes… Y, al final, tratas siempre de estar clasificado en los puestos altos de la tabla clasificatoria. No negaré que ha habido momentos y situaciones que nos han llevado a desesperarnos ante la lentitud de la Administración, que va más allá de lo que la norma permite. Como administrados, todos tenemos que cumplir, y sorprende que la Administración no cumpla. En este caso, me refiero a la Administración central, que es la que ahora mismo está incumpliendo los plazos que la ley marca. Debo decir que desde hace varios años con la Administración autonómica no sufrimos esos retrasos. Tampoco ocurre con la Unión Europea, en donde los plazos se cumplen a rajatabla (otra cosa son los pasos que el administrado tenga que dar al respecto). En cambio, con la Administración del Estado, los plazos no se cumplen. Si un país quiere ser competitivo, eso es algo que se ha de hacer mirar, porque lastra de un modo muy claro la competitividad. Las empresas están invirtiendo y sufren esa situación, cuando la realidad es que todos queremos que nuestra economía sea productiva. Por tanto, debemos ser ágiles y competitivos, que estamos en un mercado global.
Usted ha trabajado en el sector público, como director general de Consumo y delegado de la Presidencia para el Deporte. Atendiendo a lo que expone, el cumplimiento de los plazos debió de ser una cuestión prioritaria en su gestión.
Prioritaria. Por ejemplo, en Consumo -como es obvio- no podíamos estar retrasando expedientes, porque decaen. Si se retrasa un expediente, decae, y es a favor del administrado. Pero no puedes estar abriendo expedientes y no tramitarlos en tiempo y forma. Debo decir al respecto que en la Dirección General de Consumo trabajan magníficos funcionarios, a los que profeso una gran admiración. Hablando también como presidente del Clúster de Innovación educativa de Baleares, no podemos estar pendientes de los retrasos.
¿Qué valor diferencial aporta ADEMA?
Diría que la innovación, la vocación docente y la vocación de servicio. Todo ello nos lleva a unir a hacer proyectos y programas que son interesantes para el conjunto de la sociedad, con la implantación de títulos que no hay en Baleares. Cuando hablo de innovación, lo hago tanto en lo referido al campo metodológico como al campo tecnológico. En este sentido, para nosotros es estratégico el aprendizaje por servicios, de modo que el alumnado adquiere unas competencias que estén alineadas con su entorno social, al que prestan un servicio. Y hemos apostado por acompañar toda esta metodología con la innovación tecnológica; por ejemplo, con la aplicación de la realidad virtual táctil, que en términos técnicos se denomina ‘háptica’. En este terreno, estamos a la vanguardia de la innovación innovación tecnológica digital a escala internacional. De hecho, somos formadores de otras universidades. De igual manera, en el mundo del arte (al cual lo hemos exportado) estamos en la vanguardia tecnológica.
Usted gestiona un centro por el que han pasado 3.000 alumnos y en el que trabajan 150 docentes. Por tanto, es Diego González un gran empresario… ¿Siempre ha tenido esa vocación empresarial?
No tengo yo esa percepción. Son cosas en las que no me paro a pensar, sinceramente. ¿Vocación empresarial? He de decir que los primeros estudios que cursé fueron los de Empresariales, pero tras el primer curso los dejé porque no me gustaban. Luego me pasé a Ciencias de la Salud, a Ciencias Políticas. Aquello que siempre que me ha interesado (y me ocupa) es la parte tecnológica. Y lo cierto es que, a través de ADEMA, me he convertido en empresario, sí.
¿Qué opina de los comentarios que aseguran, de manera recurrente, que en Mallorca falta mano de obra cualificada?
Tienen razón. Por eso mismo, apostamos en ADEMA por sectores como Biomedicina, Ingeniería biomédica y otras titulaciones, para ayudar a diversificar nuestra economía. Tenemos la suerte de contar con una industria turística muy fuerte, y hay que ponerla en valor. Hay que analizarla bien para no ‘matar la vaca’ y diversificar para ser competitivos y no sufrir crisis futuras. En esa diversificación, claro que se necesitan profesionales cualificados y, en ese terreno, necesitamos generar talento propio, retenerlo, hacer que regrese el talento ‘fugado’, e incluso -si cabe- importarlo cuando se haga necesario para tenerlo aquí con nosotros para ser más competitivos.
Al frente de ADEMA, trata a diario con la juventud. ¿Cuáles son sus preocupaciones?
Mi visión al respecto es parcial, porque aquellos que se matriculan en ADEMA lo hacen con una motivación ya inicial. En cuanto a sus preocupaciones, hay aspectos sociales, profesionales y emocionales que anhelan. Anhelan sentirse realizados en una profesión que les guste y les permita un nivel de vida óptimo. El bienestar emocional tiene mucho que ver con el cumplimiento de sus propios objetivos. Por eso, a nosotros nos gusta hablar de ‘despertar las pasiones’, porque cuando uno tiene pasión por lo que hace encuentra su objetivo vital: el trabajo ya no es sólo tu empleo sino tu vida, y deja de ser trabajo para convertirse en un proyecto vital.
‘De illa a illa’, la Fundación en Kenia
En su constante crecimiento, ADEMA incorporó en su seno una fundación. «La Fundación es el proyecto que nos permite el retorno social que desde ADEMA creemos que hay que hacer -explica González-. Para ello, trabajamos con más de 30 ONG en varios proyectos, tanto a escala local como internacional. Surgió un proyecto un Kenia; en concreto en una pequeña isla de pescadores (Wasini, cuya traducción sería ‘isla de la paz’), donde hay una economía primaria (no hay luz ni agua), pero con gente maravillosa. Están sufriendo los embates de la globalización en términos de excesos».
«Me removió la conciencia -prosigue- y pusimos en marcha el proyecto denominado ‘De illa a illa’. Es un proyecto de salud y artístico. Hacemos promoción de la salud e intentamos mejorar el entorno ambiental y social de la población local».
Así, del 26 de enero y hasta el 9 de febrero, González encabeza una numerosa delegación de ADEMA en el país.
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