Sector financiero
El impuesto a la banca costaría unos 150 millones más a BBVA y Sabadell en caso de fusión
La integración de los dos bancos haría que la nueva entidad tuviera que pagar una factura fiscal mayor que si las entidades siguieran por separado

Josep Oliu, presidente del Sabadell, y Carlos Torres Vila , presidente del BBVA, en el acto de toma de posesión de José Luis Escrivá como gobernador del Banco de España / José Luis Roca
El diseño del impuesto a la banca impulsado por el Gobierno provocaría que el banco resultante de una fusión entre el BBVA y el Sabadell tuviese que pagar entre 150 y 160 millones de euros más por el tributo que si los dos bancos siguieran por separado. Así se desprende de los resultados de las dos entidades entre enero y septiembre del año pasado, que dan lugar a una cifra relevante si se compara con los 850 millones de euros en ahorros de costes que el BBVA asegura que espera conseguir si triunfa su oferta de compra (OPA) y puede absorber a su rival. Esa posible mayor factura fiscal, en cualquier caso, dependería de que el Gobierno aprobase la fusión, algo que ha insinuado que no hará aunque triunfe la OPA, así como de que dicha integración se produjese dentro de los tres años en que en principio estará en vigor el nuevo impuesto.
El anterior gravamen a la banca tenía un tipo único del 4,8% que se aplicaba a la suma del margen de intereses y las comisiones obtenidos en España por las entidades que registraban más de 800 millones anuales por la suma de ambos conceptos. El nuevo impuesto, en cambio, es progresivo y aplica unos tipos mayores (del 1% al 7%) cuanto más elevados son los ingresos que obtiene cada banco. De ahí que una entidad con unos ingresos más altos, como la que resultaría de la fusión del BBVA y el Sabadell, tendría que pagar una cantidad mayor por este impuesto que si las dos entidades siguiesen operando por separado a efectos fiscales.
El Sabadell obtuvo 3.647 millones de euros en España entre enero y septiembre por intereses y comisiones, frente a los 6.542 millones del BBVA. Haciendo una proyección anual de dichas cifras y aplicando los tipos progresivos del nuevo gravamen, se obtiene que la factura fiscal para ambos bancos fusionados sería esos entre 150 y 160 millones de euros mayor que si las entidades siguiesen por separado. La entidad catalana, así, tendría un tipo efectivo de en torno al 4% y el BBVA de algo más del 5%, pero el banco fusionado superaría el 6%, según se desprende de dichas estimaciones.
Operación incierta
El impacto fiscal del nuevo impuesto, por tanto, añade incertidumbre sobre el desenlace de una operación que ha provocado una fuerte oposición política, social y empresarial. Ya está sometida a muchas incógnitas, como qué condiciones le impondrá la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), si la OPA tendrá éxito ahora que la prima de la oferta se ha evaporado, o si el BBVA tendría márgen para mejorar su oferta. Adicionalmente a todo ello, si el Gobierno vetase la fusión, como ha insinuado reiteradamente el ministro Carlos Cuerpo, las sinergias para el BBVA en caso de que triunfase la OPA serían menores, lo que restaría atractivo económico a la operación. Pero si el Ejecutivo aprobase la absorción, el coste fiscal podría ser mayor, lo que también haría menores las sinergias de forma indirecta.
Buena parte del sentido económico que la transacción tiene para el BBVA, así, se basa en que espera obtener unas sinergias de 850 millones de euros al año antes de impuestos en España y México (no las prevé en el Reino Unido): 450 millones por ahorro de costes en administración y tecnología (incluyendo el cierre de unas 300 sucursales de las 870 que el grupo combinado tendría a menos de 500 metros), 300 millones por menores gastos de personal (una vez ejecutado un ajuste de plantilla) y 100 millones por los menores costes de financiación. El desembolso para lograrlas sería de unos 1.450 millones antes de impuestos.
Eso sí, en caso de que el Gobierno vetase la fusión, el BBVA ha admitido que sería "improbable" que lograse todos las sinergias que ha calculado, si bien también ha asegurado que podría "capturar la mayoría" de ellas. Así lo ha apuntado ante la SEC (la CNMV estadounidense), donde ha considerado "improbable" que el Ejecutivo pueda vetar la absorción dado que no hay precedentes de algo así. Pero tampoco los había prácticamente de que la CNMC lleve una integración a la segunda fase de análisis y eso ha sido precisamente lo que ha sucedido, en contra de lo que aseguraba esperar el BBVA.
Un año de neutralidad
La posible mayor factura fiscal, eso sí, dependería también de que la hipotética fusión se produjese dentro de los tres años en que en principio estará en vigor el nuevo impuesto: se pagará entre 2025 y 2027 sobre los resultados de 2024, 2025 y 2026. Además, como adelantó este diario hace tres semanas, el Gobierno ha establecido un "ajuste" en el impuesto a la banca para que operaciones de consolidación empresarial en las que se extingan entidades financieras, como la fusión que pretende el BBVA con el Sabadell, sean neutrales en el pago del impuesto el año en el que se produce una fusión, desplazando su efecto a los ejercicios siguientes.
El texto establece que la cuota íntegra del impuesto de la entidad compradora se incrementará en un 15% en el ejercicio en el que haya comprado otra entidad. Pero este recargo tendrá un límite que, en todo caso, le sitúa por debajo del impuesto que le hubiera tocado pagar a la entidad extinguida en el caso de haber seguido en solitario. En resumen, la factura fiscal del nuevo banco sería básicamente igual que la de los bancos por separado el año en que se produjese la fusión, pero podría ser mayor en los siguientes en función del tamaño de la nueva entidad.
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