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El torpedeo a la flota fuerza a la industria a importar un 50% más de todas sus capturas

La sangría del sector extractivo y el músculo del transformador aumentan la dependencia exterior pese a la teórica defensa de Bruselas de las políticas de soberanía alimentaria

Un “reefer” en Nueva Pescanova, el “Invincible”, y el arrastrero “Capricorn” ayer en Frigalsa.

Un “reefer” en Nueva Pescanova, el “Invincible”, y el arrastrero “Capricorn” ayer en Frigalsa. / RICARDO GROBAS

Lara Graña

A la flota española le correspondería, por capacidad pesquera –se expresa en toneladas GT, de arqueo bruto o gross tonnage–, una cuarta parte de las posibilidades de pesca en aguas comunitarias. Por extensión, a la gallega le tocaría casi la mitad: esto es, unas 12 toneladas por cada cien posibles de los totales admisibles de capturas (TAC). La realidad está a años luz de ese reparto lógico. Cuando España se adhirió a la Comunidad Económica Europea, en 1986, se conformó con las migas porque se mantuvo –y así sigue hasta hoy– el denominado criterio de estabilidad relativa, que primaba a las flotas de Francia, Reino Unido, Bélgica, Holanda, Dinamarca y Alemania. Así que, en conjunto, a España pasaron a corresponderle en torno a un 7% de todos los TAC, que, entre otras consecuencias, liquidó la conocida como flota de los 300 de Gran Sol. El tijeretazo se ha mantenido desde entonces –en aras de una salvaguarda de las pesquerías–, pero se ha intensificado en los dos últimos años, con Virginijus Sinkevicius al frente del área de Pesca en Bruselas. Con un efecto adicional y perverso en un escenario en el que, según la misma Comisión Europea que defiende la reducción de flota, urge de una mayor soberanía alimentaria: Galicia ya importa un 50% más de pescado del que captura.

Son datos obtenidos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Secretaría de Estado de Comercio y del Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación, cruzados por FARO para este análisis. La FAO acaba de actualizar los registros de capturas mundiales correspondientes al año 2021, que arrojan para la flota Española un total de 799.930 toneladas.

Es una ligera subida con respecto al ejercicio anterior, muy marcado por el COVID, y en niveles históricamente bajos; los años en los que los barcos de pabellón español superaban el millón de toneladas no van a volver. De esa cifra, y por capacidad pesquera, a los buques gallegos corresponderían 334.200 toneladas faenadasEs prácticamente un 50% menos que las 605.000 toneladas que tuvo que importar Galicia, tanto para consumidor final como para la industria transformadora, en los mismos doce meses.

La dependencia de la materia prima exterior en la pesca.

La dependencia de la materia prima exterior en la pesca.

Una dependencia que no para de subir y que se ha anotado un incremento de un 10% en solo dos ejercicios, desde el 2019 prepandemia. Y aquí confluyen dos factores: tanto el progresivo deterioro de la capacidad pesquera gallega, muy acentuado ahora con los reglamentos contra la pesca de fondo o para la delimitación de áreas marinas protegidas, y el músculo creciente de la industria de elaborados.

En ninguna otra región de Europa existe una cantidad semejante de empresas como las que se asientan en las áreas de Vigo y Pontevedra, con una facturación conjunta –como acaba de desgranar en primicia este periódico– de 5.100 millones de euros solo entre las veinte principales firmas. El abastecimiento de producto que proveen las armadoras con pabellón nacional será cada vez menor. De hecho, y salvo actuaciones en capacidad industrial y logística, la totalidad de las inversiones ejecutadas se las llevan países como Mauritania, Marruecos, Argentina, Uruguay, Perú o Sudáfrica.

Con operaciones que, en muchos casos, han dado una segunda vida a buques que se vieron forzados a abandonar caladeros del Cantábrico o Gran Sol por falta de rentabilidad, a través de procesos de reabanderamiento. Cuando no asoman oportunidades posibles para estas embarcaciones, el desguace es el viaje final. Como el que acaba de emprender el arrastrero con matrícula de Vigo Acechador –su baja en el registro tiene fecha del 11 de mayo–, construido en Astander en 1989 y miembro de una tríada de unidades junto con el Carroñero y el Depredador. Adiós a 432 GT en sus 39 metros de eslora.

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