Crisis de precios

La rebaja del IVA de los alimentos lleva al Estado a gastar más dinero en las familias de más renta

Los hogares con más capacidad de gasto ahorran 85 euros anuales con la medida, frente a los 35 euros de las familias menos holgadas, según un estudio de Esade

Una mujer comprueba el cambio en un supermercado del barrio de Gràcia de Barcelona.

Una mujer comprueba el cambio en un supermercado del barrio de Gràcia de Barcelona. / Ferran Nadeu

Paula Clemente

Costosa, ineficiente y de impacto modesto en relación al ‘shock’ inflacionario. La reducción del IVA de varios alimentos básicos y de primera necesidad no solo no ha podido todavía con el incremento generalizado de precios (que sigue disparado sobre todo en terreno alimentario), sino que ha supuesto una pérdida de ingresos públicos que ha repercutido sobre todo en los hogares de mayor renta. En concreto, según un estudio que publica este jueves el centro de políticas económicas de Esade, la mitad del dinero que se dejó de recaudar por la rebaja de este impuesto fue a parar al 40% de hogares con mayor capacidad económica.

Este informe divide a las familias por el gasto que destinan, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), a toda una serie de productos de alimentación (aceitefrutashuevoslechelegumbrespanpastaquesostubérculos y verduras) y llega a la conclusión de que los hogares con más renta se ahorrarían 85 euros si esta medida estuviera en vigor un año entero. La cuestión es que la cifra va bajando hasta los 35 euros en los hogares con menor margen de gasto. Es decir, según el análisis elaborado por los economistas Miguel AlmuniaJavier Martínez y Ángel Martínez, si esto fuera una inversión directa, se estaría destinando más dinero a las familias de mayor renta.

“Cuando tu eres un decisor público que tiene enfrente un problema de inflación que está afectando sobre todo a la gente de renta baja, la vía fiscal te permite dos opciones: hacer una transferencia de renta bajar los impuestos a todo el mundo”, contextualiza el director adjunto de Esade EcPolJorge Galindo. “La segunda es mucho más inmediata y llega más rápido a todo el mundo, la desventaja es que no permite centrar el gasto público en la gente que más lo necesita”, plantea el mismo experto.

La reflexión es simple: si un 5% de ahorro supone 20 euros para una familia rica y 2 euros para una familia pobre, el Estado está destinando (o, en este caso, dejando de ingresar) más dinero a la primera que a la segunda.

Impacto modesto

Cierto es que estos 85 y 35 euros que identifica el informe suponen un porcentaje de ahorro similar en relación al gasto total destinado a alimentación: de acuerdo con los datos del estudio de Esade EcPol los hogares que se sitúan arriba de todo de la gráfica destinan en torno a 2.000 euros al año a la compra, frente a los 600 euros de las familias que figuran en la parte baja. Lo que llama la atención es que siendo el gasto de estas últimas un 70% inferior, la tasa de ahorro sea tan parecida a la de aquellos hogares que van más holgados, de un 0,3% frente a un 0,1%.

Además, “hay que tener en cuenta que el impacto total de esta medida es modesto en comparación con el tamaño del ‘shock’ inflacionario al que trata de hacer frente: los precios de los alimentos han subido más de un 13% desde el año 2021, y esta medida solo supone una rebaja del 3,6% de los precios de un subgrupo de alimentos”, apuntan los responsables del informe.

Efecto real

Otra conclusión es que los productos afectados por la rebaja del IVA solo llegaron a bajar realmente de precio la primera semana que estuvo en vigor la medida, y no han parado de subir desde entonces hasta situarse, la última semana de febrero, prácticamente donde estaban justo antes de que terminara el año.

De ahí que este grupo de economistas califique la medida de ineficiente y se decante por una transferencia de rentas, antes que por una bajada indiscriminada del IVA. “Una política focalizada de transferencia de rentas a hogares de renta baja hubiera sido más efectiva desde el punto de vista distributivo, y más barata desde el punto de vista presupuestario”, zanja el estudio. “Si queremos ser eficaces con el gasto público toca hacer ese esfuerzo extra”, sugiere Galindo, que aprovecha para recordar que el Ingreso Mínimo Vital (IMV) es, a falta aún de pulir algunos detalles, perfecto en este sentido, y que hay otras herramientas, como son los impuestos negativos sobre la renta o un paquete de ayudas repartidas en función de los ingresos