Los 25 miembros del consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) aprobaron el pasado septiembre por "unanimidad" -según subrayó su presidenta, Christine Lagarde- la mayor subida de los tipos de interés oficiales de la zona euro en sus 23 años de vida: 0,75 puntos porcentuales, hasta el 1,25%. Pero pese a ese consenso, "algunos" de sus miembros "expresaron su preferencia" por un incremento de 0,5 puntos ante el "acechantes riesgos de recesión", según se ha desvelado este jueves con la publicación de las actas de la reunión.

Se trata de la segunda muestra consecutiva de la discusión interna que se vive en la autoridad monetaria sobre el ritmo y la intensidad que debe aplicar al encarecimiento del precio del dinero para combatir la espiral inflacionista. Ya en julio, sorprendió con un alza de tipos de 0,5 puntos, la primera en 11 años y el doble de grande de lo que había anticipado en su reunión de junio. También entonces, "algunos miembros" de su consejo apostaron por ceñirse a la subida de 0,25 puntos que el propio organismo había adelantado.

La brutal subida de la inflación, así, parece haber cambiado el equilibrio de fuerzas dentro del consejo del BCE. Desde la llegada a la presidencia de Mario Draghi en 2011, los consejeros que defienden una interpretación flexible y amplia del mandato del BCE que tenga más en cuenta la situación económica ('palomas') habían sido mayoritarios frente a aquellos que abogan por ceñirse a su objetivo de lograr la estabilidad de precios ('halcones'). En julio y septiembre, sin embargo, se han impuesto las tesis de los segundos en lo relativo a los tipos.

Diferencias

Los consejeros partidarios de una subida de 0,5 puntos, así, argumentaron en la última reunión que una "recesión se está haciendo crecientemente probable y mitigaría las presiones inflacionistas". En esta línea, advirtieron de que una "respuesta demasiado agresiva" por parte del BCE "también podría exacerbar una recesión, con pocos beneficios para la inflación en el corto plazo". Además, alegaron que la subida de los precios se debe sobre todo a factores de oferta (el encarecimiento de la energía, sobre el que los tipos no tienen efectos), al tiempo que el crecimiento de los salarios sigue siendo "moderado" y las expectativas de inflación de los agentes económicos a medio plazo continúan en línea con el objetivo de IPC del 2% del banco central.

Precisamente, el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, apuntó la semana pasada como "indicación" que los tipos podrían subir del 1,25% actual a una horquilla del 2,25%-2,5% en marzo del año que viene, para mantenerse en ese nivel durante la "mayor parte" de 2023 y 2024. Advirtió, con todo, de que "en absoluto" se trata de un compromiso por parte del BCE, en cuyo consejo se le alinea como uno de los miembros 'paloma' más relevantes, sino de un ejercicio de análisis económico para "proporcionar a la ciudadanía cierta orientación".

En cualquier caso, un "número muy grande" de consejeros se decantaron en septiembre por el alza de 0,75 puntos finalmente aprobada. Significativamente, se argumentó que la respuesta del BCE debía ser "tan contundente" como la que dio cuando la inflación era demasiado baja (es decir, cuando el lado 'paloma' del organismo sacó adelante medidas extraordinarias durante la última década). "El hecho de que la inflación haya sido repetidamente superior a la esperada, así como la revisión al alza de las proyecciones de inflación de medio plazo, se consideraron como un llamamiento a acelerar el ritmo de normalización de la política monetaria", según explican las actas.