Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Controversia por el gasoducto

El MidCat, en manos de Francia

El Gobierno francés y colectivos ecologistas coinciden en su oposición al gasoducto a través de los Pirineos

El presidente español, Pedro Sánchez, y el francés, Emmanuel Macron, en el Palacio del Elíseo, en marzo pasado.

Francia se mantiene firme en su oposición al proyecto de gasoducto MidCat, que conectaría Catalunya con la región francesa del Midi. Aunque las declaraciones el martes del ministro de Economía, Bruno Le Maire, que suele gustarse ante las cámaras, abrieron la puerta a cierta predisposición, el Gobierno liderado por Emmanuel Macron reiteró luego su negativa. España, Alemania y Portugal confían en torcerle el brazo a este país “amigo”, al que ya han acusado de pecar de falta de “sentido europeísta”. Pero los dirigentes en París se mantienen inamovibles en su posición, mientras les silban las orejas.

Ante las críticas de Madrid y Berlín, la ministra francesa de la Transición Energética, Agnès Pannier-Runacher, aseguró el viernes que apuestan por la “solidaridad europea” para hacer frente a la crisis actual. “Hemos concluido que esta solidaridad recíproca debe reforzarse desde este invierno, con intercambios de gas y electricidad con Alemania y España”, dijo tras la celebración de un Consejo de Defensa en el Elíseo dedicado a la urgencia energética. Pero la responsable de esta cartera crucial en estos momentos no se refirió al MidCat, al que su gabinete se opone.

Así lo confirmaron a mediados de esta semana a este diario fuentes próximas al ministerio francés de la Transición Energética: “La construcción de esta infraestructura permanente y a largo plazo, cuando queremos acelerar la salida de los combustibles fósiles y, en particular, del gas natural, en línea con la estrategia europea, no es adecuada”. “Aumentar la capacidad de interconexión entre España y Alemania a través de Francia requeriría un refuerzo consecuente de la red francesa, lo que requeriría varios años y costaría varios miles de millones de euros. No se trata de una respuesta a la crisis energética actual”, añadieron.  “No estoy seguro de que una nueva tubería nos vaya a ayudar a pasar el próximo invierno”, insistió el sábado Le Maire.

“El Gobierno francés está convencido de su rechazo”

En Francia, también comparten estos argumentos tanto expertos como colectivos ecologistas, algo poco habitual en un país en que Macron suele recibir críticas por falta de ambición verde. “Evidentemente, tememos que el MidCat acabe siendo una realidad, pero tenemos la impresión de que el Gobierno francés está convencido de su rechazo”, afirma Anna-Lena Rebaud, responsable de las campañas sobre clima y transición justa para la ONG Amis de la Terre, que se opone a la construcción de esta infraestructura, como sucede con la mayoría de asociaciones ecologistas francesas, pero también españolas. Según el Gobierno español, la parte en la península Ibérica podría estar terminada en ocho o nueve meses. En cambio, la francesa necesitaría varios años.

“La construcción de este gasoducto sería larga y solo podría rentabilizarse a largo plazo, lo que contradice la voluntad de la Unión Europea de prescindir de las energías fósiles a partir de 2050”, añade la militante de Amis de la Terre. “Los millones del MidCat deberían destinarse a medidas de sobriedad y eficacia energética y a desarrollar las renovables”, insiste. Recuerda, además, el impacto en el territorio, por ejemplo, “en ecosistemas acuíferos”, que comportaría la construcción de este gasoducto. Esto alimenta fuertes resistencias locales, a las que el Gobierno francés prefiere no tener que confrontarse.

Para justificar la construcción del MidCat en plena agenda de transición ecológica, tanto España como Alemania recuerdan que también servirá para transportar hidrógeno verde. Un argumento rechazado, asimismo, por parte de Francia. “La construcción de infraestructuras de transporte de hidrógeno es una cuestión europea a largo plazo que no tiene nada que ver con nuestra seguridad de suministro para los dos próximos inviernos”, indicaron fuentes del ministerio de la Transición Energética. “El problema del hidrógeno verde es que requiere toda una serie de transformaciones y no está nada claro que a corto plazo se pueda transportar con gasoductos de larga distancia”, sostiene la economista María Eugenia Sanin Vázquez, profesora en la universidad de Evry (al sur de París) y experta del sector energético.

Discrepancias estratégicas entre Francia y Alemania

“Entiendo el interés de España para impulsar de nuevo esta infraestructura”, debido a sus numerosas terminales de gas y su capacidad para regasificar el gas natural licuado (GNL) —representa el 34% de la capacidad de regasificación de la Unión Europea—, “pero también entiendo la negativa de Francia, que no obtiene ningún beneficio por la construcción de esta infraestructura y, en cambio, me parece menos coherente la posición de Alemania”, asegura Thierry Bros, profesor en Sciences Po Paris. “¿Por qué debemos actuar como los súbditos de Alemania? ¿Por qué debemos llevarle el gas? Tenemos la impresión de que Alemania decide y el resto ejecuta”, añade este experto en el sector energético.

La controversia actual sobre el MidCat refleja uno de los aspectos cruciales de la crisis actual: la falta de una estrategia energética conjunta en el seno de la UE. Esta queda en evidencia por las disparidades entre Francia y Alemania. La Francia de Macron fundamenta su transición energética en la apuesta por la nuclear, mientras que Alemania llevó a cabo un rápido apagón nuclear a cambio de una alianza gasística con la Rusia de Vladimir Putin, que estalló por los aires con la invasión de Ucrania. Esa alianza tenía como vocación convertir al país teutón en el hub gasístico (centro de distribución) de Europa, algo que generaba suspicacias en Francia. De hecho, motivó en el pasado la oposición francesa a la construcción de Nord Stream 2 al mismo tiempo que Macron intentaba mejorar sus relaciones con Putin.

Tras el terremoto energético provocado por la guerra, Francia prioriza la construcción de terminales de gas marítimas —en otoño empezará la construcción de una terminal flotante en Le Havre—. Es consciente de que se trata de la opción ideal gracias a su extenso litoral. En cambio, esta solución entusiasma bastante menos a los alemanes. Toda una serie de discrepancias que no parecen fáciles de resolver a corto plazo, teniendo en cuenta el valor estratégico de la energía en la competitividad económica de cada país. Pero también es cierto que en los periodos de crisis como el actual los países europeos suelen tomar sus decisiones más inesperadas.

Compartir el artículo

stats