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Una visita a Port Aventura, por Martí Saballs

El parque quiere recuperar en 2022 el récord de visitantes que obtuvo en 2019: 5,2 millones

Una atracción de Port Aventura.

El jueves por la noche se reunieron en el centro de convenciones de Port Aventura un millar de personas para celebrar la gala benéfica anual de su fundación. Estas galas se organizan para generar fondos que, en el caso de este parque de atracciones, sirven para ayudar a distintas organizaciones que ayudan a niños y adultos con distintas discapacidades, también para su integración en el ámbito laboral. En la multitudinaria cena, los asistentes pagan un ticket por silla y luego participan libremente en el sorteo, previa compra de boletos, de todo tipo de cachivaches, viajes y entradas. A lo largo de la cena se recaudaron 115.000 euros en medio de un atronador -con los decibelios por las nubes- espectáculo musical y de imágenes que ensordeció a más de uno. Alrededor del más de centenar de mesas se veía el todo Tarragona empresarial y parte del político. Los alcaldes de Vilaseca (Pere Segura) y de Salou (Pere Granados), donde se ubica el parque, siguen negociando la ampliación y el reparto de las nuevas instalaciones del nuevo Hard Rock, al lado de Port. Junto a ellos, los alcaldes de Reus, Carles Pellicer, que ya no se presentará a la reelección en mayo, y el de Cambrils, Oliver Klein, al que confesé, apesadumbrado, que no conocía su población. Todo se andará. 

Port Aventura, 260 millones de euros de facturación y 2.000 empleados, ha acabado siendo una historia de éxito, que ha luchado contra viento y marea. De los orígenes turbulentos de Port Aventura poco se recuerda. Lo que tenía que haber sido un proyecto desarrollado por la multinacional estadounidense Anheuser Busch en 1989 acaba con este grupo saliendo por piernas harto de politiquería y temeroso de las dificultades y obstáculos para avanzar. Pretendió salvar el entramado con el apoyo de la Generalitat pujolista el considerado financiero de oro de aquella Cataluña: Javier de la Rosa, hombre de Kuwait en España, conseguidor y corruptor, por cuyos delitos económicos fue condenado a la cárcel. Una vez se fue descubriendo el pastel en que se iba convirtiendo el proyecto, fue la Caixa -como casi siempre pasaba en aquella Cataluña de mediados de los noventa- quien asumió las riendas del parque, junto a otros accionistas como la eléctrica Fecsa/Endesa, hasta ir deshaciendo posiciones. Caixa/Criteria vendió su último paquete en 2012 al grupo inversor italiano Investindustrial, controlado por Carlo Umberto Bonomi. En España, aparte de controlar hoy el 50,1% de Port Aventura, este grupo inversor participa en Natra, productor de chocolate y cacao, y Northium, empresa educativa gallega. Todo un cóctel.

El 49,9% de Port Aventura pertenece a uno de los fondos de capital riesgo más históricos de Wall Street: KKR, que entró en diciembre de 2013 una vez Investindustrial quiso dejar de tener el 100%. Bajo estas tres siglas se esconden tres nombres y apellidos que han pasado a la historia del capitalismo financiero más audaz (o salvaje) de EEUU: Henry KravisJerome Kohlberg y George Roberts. Películas como ‘Wall Street’, protagonizada por Michael Douglas, incluso ‘Armas de mujer’, con Melanie Griffith y Sigourney Weaver, reflejan estupendamente ese mundo que explosionó de la manera más cruda en la crisis financiera de 2008, pero que tuvo en KKR a supervivientes más fortalecidos.

Que Port Aventura, una de las grande marcas turísticas españolas, esté en manos de un grupo inversor italiano, especialista en mover carteras de compra y venta de empresas por medio mundo, y del legado de los tiburones financieros por excelencia que ha habido sobre la faz del planeta Tierra, puede arquear más de una ceja. Todo, sin embargo, parece más que atado. Carlo Bonomi, que cuando aparece en las cenas de la Fundación -el jueves no estuvo- le gusta mantenerse en un discreto segundo plano, manifiesta en privado su entusiasmo por el proyecto a largo plazo del parque. Como presidente mantiene a un representante de la burguesía barcelonesa de histórico apellido: Arturo Mas-Sardá, que se apoya en el CEO italiano Sergio Feder. Los dos ejecutivos fuertes son los españoles Fernando Aldecoa -director general- y David García -director de negocio-. El último gran fichaje de Port Aventura como consejero ha sido el bilbaíno Álex Cruz, ex presidente ejecutivo de British Airways y pionero del sector de las aerolíneas de origen privado en España con Clickair y Vueling, ambas fusionadas en 2008. 

Port Aventura quiere superar en 2022 el récord de visitantes que obtuvo en 2019, 5,2 millones, que tras el olvidable 2020 se situaron en 3,2 millones en 2021. En medio de una región donde a cincuenta kilómetros se encuentra el mayor polo petroquímico de España, centrales nucleares, la reserva natural del Delta de L’Ebre, los vinos del Priorat y Montsant, la Costa Dorada y la herencia romana de Tarragona, este parque se ha consolidado como un eje de atracción de negocio que quiere seguir creciendo. Con el tiempo, la propiedad ha cambiado y puede seguir cambiando; pero, los activos nadie los discute. Ahora que los visitantes vuelven a llenar el recinto, el interrogante es, teniendo en cuenta las limitaciones de superficie, cuál será la nueva estrategia en España e internacionalmente.

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