El debate institucional sobre la llegada de los cruceros a Barcelona y sobre la posibilidad de limitarla, que se promete largo y sinuoso, ha echado a andar este lunes en el Saló Ciutat del ayuntamiento, en el que se ha reunido por primera vez la mesa de estudio sobre la posible regulación del fenómeno.

Barcelona aboga por rebajar el fenómeno de mayo a octubre y por que nunca haya más de tres barcos el día en la ciudad, como en Baleares

La ciudad recibe en la temporada alta, de mayo a octubre, unos 400.000 cruceristas al mes. Son cifras de 2019 y son cifras que maneja el consistorio, que otras administraciones no acaban de juzgar precisas. En todo caso, el ayuntamiento aboga por rebajar ese número a la mitad, de 400.000 a 200.000 mensuales en ese medio año de mayor actividad.

Calvet subraya que el impacto de los visitantes que llegan en crucero es solo del 4% del total y aboga por centrarse en el acuerdo de 2018 de limitar terminales

También reclama que nunca haya más de tres cruceros al día en la ciudad –el límite establecido en Baleares-, cuando ahora hay jornadas en las que hasta seis o siete se concentran en el Puerto de Barcelona. Igualmente, el consistorio defiende otra posible limitación: que el número de cruceristas en la ciudad no pase de los 10.000 en un día.

Comisión mixta

La mesa se creó en el contexto de la comisión mixta Generalitat-Consistorio, en junio, a instancias de la alcaldesa, Ada Colau. A ella se sumaron, además del Gobierno catalán, el Ejecutivo central y el Puerto de Barcelona. Estas dos últimas administraciones participan del diálogo no sin advertir a la alcaldesa de que debe tener en cuenta la riqueza que generan los cruceros. Entre otros, este lunes han asistido a la reunión Colau; el secretari de Interior, Isidre Gavin; el director general de la Marina Mercante, Benito Núñez, y Damià Calvet, presidente del Puerto de Barcelona.

La reunión supone un primer contacto en el que Colau, que se aferra al ejemplo del límite establecido por Baleares a los cruceros, ha concretado la propuesta que considera equilibrada para frenar los efectos de los cruceros, que básicamente son su impacto medioambiental y las aglomeraciones que provocan en la capital catalana, especialmente en Ciutat Vella. La semana pasada, el gobierno local presentó un informe que alerta de que de no actuar al respecto el volumen irá creciendo y que se podría llegar a 3,5 millones de cruceristas al año. En 2019, Barcelona recibió a 3,1 millones, siempre según el informe municipal.

Estadísticas

Tras la reunión, Colau ha comparecido para explicar la propuesta de limitación con las cifras antes citadas, aunque lo primero que ha dicho es que las administraciones deben ponerse de acuerdo en cuanto a esas estadísticas, que no siempre casan. Eso se abordará en septiembre mediante un grupo de trabajo.

La propuesta municipal, ha relatado Colau, es poner freno a los cruceros mediante alguna de las formas citadas: o limitación de barcos, o de cruceristas en temporada alta, o de cruceristas al día. Sobre este último apartado, la alcaldesa ha señalado que de los 180 días de temporada alta, de mayo a octubre, en más de 50 –los llamados días rojos- hay 15.000 o más cruceristas en la ciudad, y que el objetivo es lograr que nunca superen los 10.000.

Con las cifras citadas de 2019, el último año antes de la pandemia y del parón que supuso para la llegada de turistas, durante ese periodo llegaron a Barcelona unos 400.000 cruceristas mensuales. El consistorio considera que la cifra debería reducirse a la mitad, ha explicado Colau., que ha apostado porque se alcance un acuerdo antes de que empiece la temporada alta de 2023, es decir, antes de mayo próximo. El mes, por cierto, en el que tendrán lugar las próximas elecciones municipales.

Externalidades positivas y negativas

Por parte de la Generalitat, el secretari de Interior, Isidre Gavín, ha empezado por mencionar la necesidad de que se alcance un consenso sobre los datos de los cruceros para que tengan “el máximo rigor”, a la vista de que ahora las estadísticas de unas y otras administraciones son distintas.

Gavin ha subrayado que hay que tener en cuenta las “externalidades positivas y negativas” del crucerismo, y ha apostado por minimizar las segundas sin olvidar que las primeras también existen. Y ha concretado que igual que debe de haber vecinos que no quieren cruceros, otros pueden celebrar que hayan vuelto tras la pandemia. También ha llamado a tener en cuenta el acuerdo de limitación de terminales que se cerró en 2018, que el ayuntamiento considera positivo pero insuficiente.

El número dos de Territori ha evitado valorar la propuesta concreta de Colau y ha insistido en que en septiembre habrá que ver cuáles son las cifras reales del fenómeno y cuál su evolución. Porque Gavin ha advertido de que la previsión de que el crucerismo amenaza con crecer constantemente no es segura: “Las previsiones pueden ser inciertas”.

Calvet rebaja el impacto

El presidente del Puerto de Barcelona, Damià Calvet, ha apostado por seguir desarrollando el acuerdo de 2018, limitar terminales, a su entender la mejor forma de evitar excesos. Como Gavín, ha advertido de que hay que “actualizar” los datos disponibles. Y ha agregado que si se compara el número de cruceristas con los visitantes que recibe Barcelona en total, “entre 50 y 56 millones”, el “impacto real” de los cruceros es de un 4%, “muy pequeño”.

Con tono cordial pero rotundo, Calvet ha dejado claro que no comparte las tesis de Colau. Ha subrayado que la denominación “días rojos” no equivale para el puerto a que haya más de 15.000 cruceristas en la ciudad y no ha querido comentar las cifras de limitación propuestas por la alcaldesa por considerarlas “cifras de parte”.