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Tecnología

Unicornios: el sello de oro emprendedor pierde lustre

Cada vez hay más empresas que viven con indiferencia estar valoradas en más de mil millones de dólares o que reclaman métricas que representen mejor el éxito de una start-up

Las oficinas de Red Points, una de las empresas que opta a convertirse en ’unicornio’, en una imagen de archivo. JOAN CORTADELLAS

El directivo preside la mesa de una sala de reuniones aún poco vestida. No hace ni medio año que la 'start-up' que gestiona se ha mudado al edificio, una decisión que refleja que la empresa crece en actividad, en volumen y en plantilla. Y pese a que esta compañía ha acudido más de una vez al capital riesgo para poder hacerlo, por allí no parecen importar mucho las derivadas de una decisión así. O eso se deduce de que, al ser preguntado el emprendedor por si la última operación de este estilo le acerca o no a convertirse en un ‘unicornio’, él responda con un resoplido y un tajante “¿Eso qué más da?”.

“No me gusta la palabra ni lo que va con ella”, confiesa, en esta misma línea, uno de los fundadores de Glovo, una empresa que ya es un ‘unicornio’. Para Sacha Michaud lo interesante, dice, “es crear negocios sostenibles”. “Que [los ‘unicornios’] se hayan puesto de moda y se hable mucho de valoraciones es negativo, porque esconde las historias de fondo”, coincide uno de sus homólogos al frente de FactorialJordi Romero, una tecnológica que está a las puertas de convertirse en uno. “Antes cuando hablábamos de ‘unicornios’ nos referíamos a una cosa única, empresas como Google o PayPal, que han llegado a una gran masa de mercado por algo, pero ahora hay pocos así”, lanza el máximo responsable de SequraDavid Backstrom, una compañía que ha decidido crecer al margen de los fondos de capital riesgo. “Estamos todos tan obsesionados con las inversiones, las cantidades y las valoraciones que es casi una enfermedad, y los ‘unicornios’, la enfermedad total”, remacha el fundador de LearnlifeChristopher Pommerening, una 'start-up' algo más joven.

‘Unicornio’ es una etiqueta que acuñó por primera vez la inversora norteamericana Aileen Lee para distinguir a las compañías de 'software' de los Estados Unidos que en 10 años habían conseguido valoraciones de mercado superiores a los mil millones de dólares. Es decir que reciben inversiones de mínimo 10 millones de dólares a cambio de un 1% de la compañía, por ejemplo.

Seis 'unicornios' catalanes

La cuestión es que el concepto, que ya se emplea para identificar a cualquier 'start-up' que supere esta valoración, ha pasado de ser una simple etiqueta a originar rankings y a ser una fuente de reputación para un territorio. Sin ir más lejos, la Generalitat de Catalunya tiene claro que quiere llegar a las 4.000 'start-ups' y los 15 unicornios de cara a 2030. De momento, según los criterios de DealRoom, el portal en que se basa el Govern para sus estadísticas, la autonomía tiene ya a 6 compañías así: eDreamsAdevintaLetgo (fundada en Barcelona pero con sede en Estados Unidos), GlovoWallbox y, desde este mismo año, TravelPerk.

“Nuestra prioridad es que las empresas nazcan en Catalunya pero que también crezcan aquí, que se sepa que Catalunya es tan buen sitio para crear empresas como para hacerlas grandes”, justifica el director general de innovación y emprendimiento de la Generalitat, Lluís Juncà. “Hablamos de 'unicornios' porque es la manera estandarizada que tiene el mundo de las start-ups de hablar de las empresas que han crecido mucho”, razona el mismo.

Más taxativo es el emprendedor e inversor Carlos Blanco: “Es una forma de marcar una barrera psicológica a partir de la cual una compañía alcanza un estatus social determinado, y lógicamente, para la economía de un país, cuantos más, mejor”, explica. “Es un dato que aporta tanto a efectos de la atracción de talento, como a efectos de la inversión internacional”, continúa el experto.

Trampas y cláusulas abusivas

“Hay una ventaja mediática en tener una valoración muy alta: empiezas a aparecer en listas que te ayudan a atraer clientes, a captar más empleados”, concuerda el fundador de Factorial. El problema, cuenta este mismo emprendedor a partir de casos de su entorno, es cuando se hacen trampas para lograr el sello o se firman cláusulas que dan excesivo poder a un fondo de capital riesgo solo para llegar a esos mil millones de dólares de valoración.

“Hoy hay tanta sobreliquidez en la economía, que ya no es capital riesgo, es colocar dinero”, analiza el fundador de Sequra. “Un inversor prefiere meter 200 millones de euros a una valoración de mil millones y luego introducir cláusulas de acciones preferentes, que implican tener siempre garantizado ser el primero en recibir el dinero de vuelta”, detalla el emprendedor. “Por eso ha crecido tanto el capital riesgo: tiene muy buenos retornos porque los emprendedores han ido aceptando el juego”, agrega.

Sin embargo, según la visión del consejero delegado de la asociación Tech BarcelonaMiquel Martí, ni el concepto forma parte de la conversación del día a día, ni hay una obsesión por lograr tal denominación. Él tiene claro que la clave está en la combinación de ambas cosas: “Yo estoy contento cuando hay empresas que facturan y crecen, aunque no lleguen nunca a ser 'unicornios', que al final es un juego entre el dinero que pone un inversor y la proporción de la empresa que se lleva”, profundiza Martí, que recomienda no olvidar, sin embargo, que esta es una de las métricas que miden los informes internacionales cuando comparan ecosistemas.

Pese a todo, tanto este experto como el resto de voces consultadas ofrecen en cosa de segundos indicadores que podrían fácilmente sustituir esta métrica: facturación, presencia en otros países, personal contratado, tecnología presentada o número de clientes.

Sobre todo, porque tras lograr uno la calificación de ‘unicornio’, no cambia absolutamente nada. “Tienes una compañía más grande, con más capital, pero los problemas siguen ahí, simplemente son mayores”, asegura el cofundador de Glovo. Lejos, sea como sea, de la pesimista conclusión de su homólogo en Sequra, que asegura que lo primero que hace cuando ve emprendedores celebrar una super-ronda es compadecerles: “El peor día de su vida”, sentencia.  

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