Las perspectivas para la economía europea a comienzos de año eran de una expansión “sólida” y “prolongada”. La invasión rusa de Ucrania hizo saltar por los aires estos pronósticos con repercusiones negativas para el conjunto de la Eurozona, incluida España, que crecerá mucho menos de lo esperado. Según las nuevas previsiones de primavera presentadas este lunes por la Comisión Europea, la economía española crecerá un 4% en 2021 y un 3,4% en 2023 lo que supone un tijeretazo de 1,6 puntos y un punto respectivamente respecto al dato anunciado por Bruselas a principios de febrero, con una inflación que se situará de media este año en el 6,3%. Aunque las inversiones del programa Next Generation EU y la recuperación del sector del turismo ayudarán a apuntar el crecimiento, España no recuperará su nivel prepandemia hasta mediados de 2023.

“La economía española mantenía el impulso a principios de 2022, pero las interrupciones del suministro y la escalada de las presiones inflacionistas en el contexto de la guerra han frenado la actividad económica desde finales de febrero”, explica la Comisión Europea en el documento de previsiones publicado este lunes. El resultado fue un crecimiento raquítico, del 0,3% en el primer trimestre del año, frenado por la fuerte contracción del consumo privado, al que ha seguido una nueva desaceleración en el segundo trimestre con una estimación de crecimiento del 0,1%. Este panorama ha llevado al Ejecutivo comunitario a echar mano de la tijera y reducir la previsión de crecimiento al 4% en 2022 y 3,4% en 2023 lo que hará que España no recupere sus niveles de crecimiento pre pandemia hasta mediados de 2023. El dato se acerca a la previsión anunciada por el Gobierno a finales de abril cuando recortaron al 4,3% la previsión para este año y al 3,5% la del próximo.

Según el análisis de los técnicos comunitarios la reactivación de la actividad turística seguirá siendo el principal motor del crecimiento que se acelerará a partir del tercer trimestre del año gracias a la inversiones del programa de recuperación y una cierta reactivación del consumo privado, respaldado por la solidez del mercado laboral y el ahorro acumulado durante la pandemia. Los hogares se verán lastrados, sin embargo, por el deterioro del poder adquisitivo en un contexto de elevada y por la disminución de los salarios reales y el consumo privado se mantendrá por debajo de su nivel prepandemia durante 2022 y 2023.

A todo esto hay que sumar la situación de incertidumbre creada por los elevados precios de la energía que ha afectado de forma generalizada a todos los países de la Eurozona pero que han aumentado mucho más rápido en España. “Una nueva escalada de precios podría afectar con especial dureza a la actividad en sectores como el transporte, la construcción y la industria electrointensiva” y “las decisiones de consumo e inversión podrían posponerse hasta que desaparezcan las actuales perturbaciones”, sostiene la Comisión en su dictamen que añade otro elemento de riesgo que amenaza todavía más al consumo privado, y particularmente a las rentas más bajas: el impacto persistente de la inflación sobre el poder adquisitivo de los hogares.

Inflación al 6,3% este año

Bruselas confía en que la inflación empezará a disminuir lentamente a mediados de año, apoyada por las medidas impulsadas por el Gobierno de Pedro Sánchez, como los descuentos en los carburantes y la limitación de los precios del gas al por mayor. Aun así, se prevé que la inflación anual aumente del 3% en 2021 al 6,3% en 2022. En 2023, se espera que caiga de nuevo al 1,8%. La inflación subyacente -que excluye los precios de la energía- se mantendrá elevada y alcanzará el 3,9% en 2022 para disminuir al 2,7% en 2023.

En cuanto al empleo, el panorama dibujado por Bruselas augura una mejoría y una reducción de la tasa de paro (del 14,8% en 2021 al 13,0% en 2023), que alcanzó a finales del año pasado su nivel más bajo desde 2008. El análisis augura nuevos recortes en la tasa de desempleo gracias a la continua creación de empleo y a la disponibilidad del recién creado “mecanismo RED” para apoyar a las empresas y a los trabajadores en transición. Además, se acelerará el crecimiento de los salarios aunque a un ritmo más lento que el de los precios, lo que se traducirá en una pérdida del poder adquisitivo de los hogares y en una disminución de su coeficiente de ahorro en el futuro.

Menos déficit y deuda

El nuevo examen de la situación económica española también confirma que España cerró el año pasado con un saldo de las administraciones públicas mejor de lo previsto y que la recuperación de la actividad económica y el buen comportamiento de los ingresos impulsaron la reducción del déficit público del 10,3% del PIB al 6,9%. Para este 2022, las autoridades españolas seguirán reduciendo la brecha en las finanzas públicas gracias al crecimiento económico sostenido y a la continua fortaleza de los ingresos, en particular por los impuestos sobre la producción y las importaciones.

En el capítulo de gastos, sin embargo, las medidas para paliar las consecuencias de la guerra de Rusia pesarán sobre el déficit, que se prevé que sea del 4,9% en 2022 para caer al 4,4% en 2023. Esto refleja el dinamismo del crecimiento económico y la moderación de los gastos, que compensan el retorno gradual de los ingresos a sus elasticidades tradicionales aunque según alerta la Comisión, la indexación de las pensiones podría disparar el gasto si se mantienen las presiones inflacionistas. Las previsiones también auguran una reducción gradual de la deuda pública hasta el 113,7% en 2023.