La guerra en Ucrania augura el cierre de explotaciones ganaderas en la provincia de Zamora. Los efectos del conflicto bélico sobre la economía española se van a notar en primer lugar en el sector agroganadero, y en estos momentos el ganadero es el que atraviesa una situación de mayor vulnerabilidad.

Ucrania es un exportador neto de cereales. El país calificado en ocasiones como “el granero de Europa” cultiva el 42% de los cereales que importa España, y cuando los rusos tomen los puertos ucranianos esas exportaciones se cortarán de raíz.

En las últimas semanas el precio de los cereales batía récords históricos día tras día en todos los mercados internacionales. Ayer, la Asociación de Comercio de Cereales y Oleaginosas de España (Accoe) directamente suspendía las cotizaciones hasta que se encuentren nuevos “graneros” de los que importar la materia prima.

Rusia ataca a Ucrania.

En cualquier caso, la escasez mantendrá unos precios muy elevados durante bastante tiempo y los españoles lo notarán en la cesta de la compra a la hora de pagar el pan, la pasta y todo lo que está fabricado con harina. Pero más lo notarán los ganaderos.

Además de trigo, los ucranianos exportan a España maíz y también oleaginosas como girasol y colza. Todos los productos que están en la base de la alimentación del ganado.

La sequía, otro problema añadido

Al encarecimiento inevitable de estas fuentes de proteína para el ganado se une la previsible escasez de forrajes en España por la falta de lluvias. “Esto llega en el peor momento, con una sequía que puede ser bastante seria”, añade el coordinador de COAG Castilla y León, Lorenzo Rivera. Aunque queda por ver si tras un invierno tan seco vendrá una primavera más lluviosa, todo apunta a que se está formando “una tormenta perfecta que puede suponer el cierre de muchas explotaciones ganaderas”.

La falta de precipitaciones en los últimos meses ya ha desatado las alarmas y “en Andalucía y Extremadura los ganaderos están comprando paja”, una situación que “pronto podría extenderse a Castilla y León” si no cambia la meteorología, aventura el líder de la organización agraria.

Estos forrajes son imprescindibles para los rumiantes, y si la sequía impide cosecharlos en casa y las cooperativas se ven obligadas importarlos de países más húmedos como Francia –ya se hizo en otros años de sequía–, los costes de producción se dispararían. El precio del forraje ya ronda los 100 euros por tonelada.

Esto puede ser la puntilla para el vacuno de leche o el ovino de leche, que atraviesan un momento muy complicado en el que las grandes industrias queseras quieren imponer unos precios en origen que no llegan a cubrir los costes de producción.

Encarecimiento del gasoil y la electricidad

Por otro lado, se da por hecho que el gas y el petróleo –y por tanto la electricidad y los combustibles– alcanzarán precios desorbitados. Algo pernicioso para la economía en general, y muy en particular para los agricultores.

“Haya agua o no, el precio de la electricidad hará muy complicado que los agricultores se puedan permitir regar”, advierte Rivera. “Europa no ha terminado de dar el paso hacia las energías limpias, sigue dependiendo del gas ruso y ahora vamos a experimentar las consecuencias de verdad”, aventura el líder regional de COAG, que cree que si la situación se prolonga “podríamos llegar a ver desabastecimiento en los supermercados”.

Plan para la soberanía alimentaria de Europa

La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) también teme “una subida aún mayor de los costes de producción”, y aunque creen que los efectos de la invasión de Ucrania “son todavía impredecibles”, también piensan que la Comisión Europea debería haberse adelantado a esta coyuntura preparando un plan de contingencia que mitigue los daños. La clave para UPA es salvaguardar la soberanía alimentaria de Europa.

España es el principal destino de las exportaciones de maíz ucraniano, que es clave en la alimentación del ganado porcino y del ganado avícola, como recuerda esta organización agraria. Por eso apuestan por “articular un plan para evitar un potencial desabastecimiento y frenar la escalada de los piensos”.

Una granja avícola. PEDRO ARMESTRE

UPA reclama un plan proteico “ambicioso” para que la Unión Europea sea autónoma en materia de producción de piensos. “Es imprescindible apoyar la producción de leguminosas adaptadas a las características climáticas, tanto para consumo humano como animal”.

El secretario general de UPA Castilla y León, Aurelio González, lamentaba ayer un conflicto bélico que “es una desgracia en primer lugar para la población ucraniana, en segundo lugar para la población europea y en tercer lugar un problema económico muy importante. Es muy triste que en el siglo XXI no se pueda llegar a acuerdos para evitar una guerra en Europa”.

Sanciones a Rusia

Aún queda por saber el alcance de las sanciones que la Unión Europea impondrá a Rusia. Desde la invasión de Crimea ya se habían frenado las importaciones de la mayoría de productos –excepto de gas y de petróleo–, pero Rusia aún importaba algunos productos agrícolas europeos. “Lo va a notar sobre todo el sector frutícola, Rusia era un buen comprador”, explica el presidente de Asaja Zamora, Antonio Medina.

El líder de esta organización agraria recuerda que “cada vez que se cierran fronteras, el campo es el sector que sale peor parado, y esta vez no va a ser diferente”.

Aunque cree que aún es pronto para detallar cuáles serán los efectos de las sanciones, y de la propia guerra, para los agricultores y los ganaderos, da por hecho la subida de los combustibles y de la electricidad, que encarecerá “aún más” los costes de producción.

Por último, empresas ucranianas eran compradoras de productos zamoranos como quesos o vinos. El pasado mes de octubre una delegación formada por empresarios y representantes institucionales vinculados al sector vitivinícola ucraniano visitaban varias bodegas de la provincia de la mano de la Cámara de Comercio de Zamora. Se da por hecho que un conflicto bélico tan grande afectará a la capacidad de consumo de los ucranianos, y por lo tanto a la compra de este tipo de productos que no son de primera necesidad.