Hace unos años, salir a bolsa era el objetivo soñado de muchas compañías, que veían en el salto al parqué una estrategia para poner el broche de oro a una historia de crecimiento y una forma de obtener un reconocimiento mediático. Sin embargo, en los últimos años las salidas a bolsa se han estancado en España, que en lo que va de 2021 solo ha registrado tres despegues bursátiles: Línea Directa, Acciona Energía y Ecoener.

El presidente de la CNMV, el regulador bursátil español, Rodrigo Buenaventura, preveía en enero que al menos seis empresas nacionales saltaran al parqué a lo largo de este año, pero finalmente la cifra se ha quedado a la mitad. Un dato mejor que el de los dos ejercicios pasados (en 2019 no salió ninguna y en 2020 solo Soltec), pero que rompe la esperanza de la CNMV de retomar el ritmo de 2015, cuando siete compañías comenzaron a cotizar en el país.

Esta sequía bursátil está motivada, según los expertos consultados por El Periódico de España, por la burocracia que implican las salidas a bolsa, que alargan el proceso durante meses haciendo que la situación de mercado prevista para la OPV acabe transformándose totalmente. A eso se añade también los riesgos que conlleva, pues “si de repente una compañía que realiza una actividad similar a la tuya en la otra punta del mundo se hunde en bolsa, probablemente el salto al parqué de tu compañía acabe también en rojo”, explican desde un banco de inversión habitual en este tipo de procesos.

El largo tiempo que exigen estos procesos dificulta las salidas a bolsa, pues cuando están preparadas, el escenario ha podido cambiar drásticamente

Uno de los mejores ejemplos en este sentido ha venido de la mano de las energías renovables, pues el año empezó con un esperado boom de estrenos bursátiles verdes. Nombres como Capital Energy, OPDEnergy o la filial de renovables de Repsol sonaban en la quiniela de nuevas incorporaciones, pero la situación del mercado y el resultado del despegue bursátil de Ecoener – que se ha dejado el 27,5% desde que se estrenó en mayo - frenó las aspiraciones de algunas de estas compañías, que han pospuesto su OPV hasta tener una mayor visibilidad o ganar más tamaño. Frente a estos casos, llama la atención el de Acciona Energía, que se ha convertido en la niña bonita de la bolsa este año con una revalorización de sus acciones del 7,25% desde que salto al parqué el 1 de julio.

“Para este tipo de compañías, que requieren mucha financiación para poner en marcha sus proyectos, es muy interesante la salida a bolsa, pero es cierto que deben contar con un cierto tamaño o con una historia de éxito detrás para justificar y atraer el interés de los inversores”, añaden desde la misma entidad. “Sin embargo, una colocación en el parqué implica otras cuestiones importantes, relativas a una mayor transparencia y a unas mayores exigencias en el gobierno corporativo de una sociedad que muchas empresas no tienen tan claro. A esto hay que añadir otro factor: ser capaz de transmitir al mercado el potencial de una compañía para que se refleje en su valoración bursátil”, continúan.

"Hay que ser capaz de transmitir al mercado el potencial de crecimiento que tiene una compañía", explican desde un banco de inversión

Capital de riesgo

En este contexto, muchos fondos de capital riesgo han visto una gran oportunidad al encontrar cotizadas cuyo valor no era reconocido por el mercado, lo que ha animado un movimiento inversor para privatizar compañías (public-to-private). Solarpack, Másmóvil, Parques Reunidos, Telepizza o Natra son alguno de los mejores ejemplos de cómo el capital riesgo ha empezado a ‘comerse’ el pastel de la bolsa española. Para ellos, además, supone una importante ventaja, pues consiguen comprar compañías a un precio más barato que si participan en una subasta competitiva contra otros pesos pesados del sector.

De hecho, el auge que vive el capital riesgo en España es otro de los motivos por los que las empresas no salen tanto a bolsa como años atrás. La ingente liquidez que amasan estos inversores garantiza a los fundadores/dueños de una compañía que van a hacer caja en un periodo de tiempo más corto que si comenzaran a cotizar y, en general, obteniendo unas rentabilidades más altas por la dura competencia que hay en el mercado.

El capital riesgo es una buena alternativa para las compañías, pues permiten a los fundadores 'hacer caja' en un periodo de tiempo más corto

Es más, esta tendencia no es única de España, sino que llega de la gran cuna del capital riesgo: Estados Unidos. Allí también se está produciendo un fenómeno de reducción del número de compañías cotizadas: desde aproximadamente 8.000 empresas en 1996 hasta unas 3.530 empresas en el ejercicio de 2020, según los datos de Goldman Sachs. Entre 1990 y 2000, el parqué estadounidense registró un importante número de estrenos bursátiles, muy aupado también por la burbuja de las puntocom.

Sin embargo, las empresas norteamericanas también han decidido apostar por otras vías para buscar financiación en vez de los mercados financieros. Es llamativo, en cualquier caso, que la financiación bancaria allí apenas representa el 20% frente al 80% de España. Una ruptura con la tradicional dependencia bancaria que acabará llegando al país, en un momento en el que las compañías cada vez tienen más opciones para crecer: no todo es bolsa ni entidades financieras.  

No obstante, los expertos también destacan que no todas las compañías son susceptibles de salir a bolsa, pese a resultar atractivas para los inversores. “Hay muchas más razones por las que grandes grupos familiares o privados no quieren apostar por esta estrategia: desde temas de cultura corporativa hasta que están en una buena situación de liquidez accionarial y no quieren que unos desconocidos tengan acceso a sus cuentas y a su estrategia de negocio”, argumentan. 

El caso de las 'SPACs'

Frente a la sequía bursátil, en los últimos años se ha desarrollado en EEUU el fenómeno de las 'SPACs': compañías con “un propósito especial de compra”. Son empresas que, sin tener actividad ni operación alguna, son creadas específicamente para reunir capital con el objetivo de adquirir otras compañías o participar en una fusión. Un fenómeno que podría impulsar las salidas a bolsa en el país y que desde Economía están tratando de regular con la modificación de la antigua Ley del Mercado de Valores, que se remonta a la década de los 80.