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Entrevista con Luis Miguel Gilpérez

"Los países con más peso industrial y tecnológico superan mejor las crisis"

"España debe aprovechar el maná de la UE, no hay que repetir lo que se hizo en el pasado", afirma el expresidente de Telefónica España

Luis Miguel Gilpérez, expresidente de Telefónica España y autor del libro "España 5.0".

"Los países con mayor peso industrial y componente tecnológico superan mejor las crisis" al igual que aquéllos con una desarrollo y capacidad económicas repartida de modo más homogéneo y menos concentrados en un reducido número de ciudades. Sobre esta tesis Luis Miguel Gilpérez (Madrid 1959), consejero de varias sociedades y expresidente de Telefónica España, plantea en el ensayo "España 5.0. Hacia un nuevo modelo de reindustrialización" (Verssus Libros) una suerte de plan regeneracionista para España, con cinco grandes ejes de actuación, y cuya finalidad es lograr una economía más eficaz, que sea capaz de aprovechar mejor los resortes, recursos y capacidades nacionales, y que, como consecuencia de todo ello, pueda afrontar con mayor fortaleza futuras crisis económicas, que, según advierte el autor, serán más frecuentes de acuerdo con el proceso de aceleración que se percibe también en otras fenómenos y manifestaciones. La actual crisis causada por la pandemia no ha concluido y su "verdadero impacto", alerta, se constatará el año próximo.

-¿Cuál acabará siendo el impacto económico final de la pandemia?

-Somos una sociedad que se relaciona y utiliza mucho la calle y es como si nos hubiesen dejado sin vida. A la gente se la nota cansada. Es agotador. Todavía no estamos viendo el verdadero impacto. Los ERTE (expedientes de regulación temporal de empleo) nos están autoengañando un poco porque muchos empleos no serán recuperables. El verdadero impacto en la economía se producirá el año próximo. Como ocurrió en la anterior recesión, la crisis tarda en llegar al cerebro y a la mentalidad de los ciudadanos.

-Algunos países se defienden mejor mientras que España ha tenido uno de los desplomes más agudos, aunque en el último trimestre haya rebotado con más fuerza que el resto.

-Se comprueba que los países con mayor peso industrial y con mayor componente tecnológico superan mejor las crisis, ya sea su causa un coronavirus u otra. Por eso planteo la necesidad de hacer una España más industrial. Nuestras ratios no son buenas. Mientras en España el 6% de las sociedades son industriales, en Europa es el doble. Y el 49% del gasto en innovación y desarrollo viene de la industria. En España la industria aporta el 16% del PIB cuando en Alemania es el 24%. De las grandes economías, somos la que arrojará una mayor caída del PIB (-13%), hemos destruido un millón de empleos (cuando ya teníamos tres millones de parados) y empezamos a tener menores en riesgo de pobreza y de exclusión, lo que compromete a las generaciones del futuro. Hemos perdido 19.000 millones con el efecto de la pandemia sobre el turismo, uno de los bastiones de nuestra economía. Y tenemos una deuda pública de 1,3 billones de euros.

-¿Es reversible?

-Hay que intentar hacer de la necesidad virtud y que esta crisis sea una oportunidad para salir fortalecidos y no más damnificados.

-¿Sabremos rentabilizar los ingentes recursos que llegarán de la Unión Europea con su Plan de Recuperación?

-Es un auténtico maná que debemos aprovechar para crear empleo que sea sostenible y no hacer las cosas como se hicieron otras veces. Vendrán otras crisis y van a ser más frecuentes por lo mismo que los movimientos y los cambios son cada vez más rápidos y exponenciales tanto para lo bueno como para lo malo.

-Su propuesta "España 5.0" ¿contribuiría a afrontar esas futuras crisis con mayor capacidad de absorber sus impactos?

-Es un plan integral para los próximos cinco o diez años. Parto de la premisa de que ya tenemos las mejores infraestructuras físicas y digitales de Europa. Somos una potencia en el despliegue de autovías, AVE, tecnología 5G, logística..., y contamos con mucho talento y competencia. Planteo cinco grandes ejes. Necesitamos no concentrar tanto desarrollo en muy pocos polos para hacer una España más continua, aprovechar mucho más las fuentes energéticas de las que disponemos como el sol (nuestro gran activo) y promover un modelo energético renovable, ser aún más internacionales impulsando la internacionalización de las pequeñas y medianas empresas, promover un modelo de turismo diferente, potenciar la industria y hacer posible una España digital de extremo a extremo.

-¿En qué consistirían los centros de competencia que plantea?

-Se trata de crear una decena de estructuras basadas en sectores en los que España ya tiene algo que decir y que representan en torno al 60% del PIB y del 55% del empleo. Por ejemplo, somos unos de los países con mayor talento digital. Hay que crear centros de competencia basados en tecnología, sean la nube, la cadena de bloques, la biotecnología... En cualquier cosa. Se trata de hacer un uso intensivo de la tecnología. No se trata de reinventarse sino de potenciar lo que tenemos siendo más tecnológicos para ser más fuertes y más irreductibles. También debemos hacerlo en renovables o en el coche eléctrico porque es evidente que ya está ahí y tenemos que posicionarnos.

-Pero España, que es uno de los grandes fabricantes mundiales de automóviles, carece de tecnología propia y estará supeditada a decisiones inversoras de multinacionales automovilísticas extranjeras. ¿Puede liderar España el proceso?

-No se plantea que desarrollemos un coche eléctrico nosotros ni sustituir a Renault o Volkswagen, pero somos uno de los grandes productores mundiales de automóviles, lo que nos da una ventaja para ser un gran centro en el ecosistema de cuanto rodea al coche eléctrico, como redes de recarga muy capilares, baterías, mantenimiento, etcétera. Igual nos ocurre en energías renovables. En parque solares fotovoltaicos el 60% de los recursos los podemos desarrollar en España, pero en energías eólica llegamos ya al 90%. Por lo tanto, tenemos mucho recorrido en solar hasta llegar al 90% como ya hemos hecho en eólica. España importa hoy el 75% de la energía que consume, y esto nos cuenta 45.000 millones de euros anuales, cuando tenemos una enorme energía disponible, que es la solar, que podemos captar para atender nuestras necesidades e incluso exportar.

-La transición energética hacia un modelo descarbonizado encuentra resistencias en territorios muy vinculados a las energías fósiles por su pasado minero y termoeléctrico. ¿Sus demandas deben ser consideradas?

-Esto nos va a pasar con todo. También con los servicios. No podemos seguir siendo un país con una dependencia tan alta de los servicios y el turismo porque cuando surgen problemas como el actual de la Covid y ya no pueden venir turistas, ¿a qué nos dedicamos? Hemos basado la economía española en servicios tradicionales, mientras que países como Alemania, con más industria y un modelo más continuo en el país, se defienden y superan mejor las crisis, lo mismo que países más pequeños y sin recursos que, como Israel, disponen de mucha tecnología. Nosotros no podemos quedarnos anclados. Y en el caso de la descarbonización este planeta ya no puede seguir digiriendo tanta emisión de CO2 porque terminaría por cambiar el ecosistema y haría inhabitable el planeta. Hay que buscar soluciones. Yo creo que el problema aún es reversible, y las empresas tenemos la obligación de migrar y evolucionar. Esto puede generar problemas en algunas regiones pero hay que priorizar el bien común. Hay que mirar con las luces largas. No podemos seguir infectando el planeta.

-En las regiones que ya tienen un peso significativo de la industria, y en las que el sector fabril ya aporta el 20% del PIB, pero cuyo modelo responde a sectores tradicionales, ¿esa realidad preexistente ha de considerarse un lastre o un punto de partida para incorporarse a la era digital?

-Es un punto de partida: un cimiento sobre el que se puede construir el edificio. El País Vasco es un buen ejemplo de esa capacidad de reinvención partiendo de la siderurgia y la minería. Allí hay mucha empresa con base tecnológica de nueva creación, muchos emprendedores y mucha capacidad y talento.

-España tiene una posición muy débil en inversión en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i). ¿Modificarlo exigiría un cambio cultural?

-Hay que cambiar esa situación. Estamos muy bajos en I+D+i. Tenemos que ser más tecnológicos. Aunque las empresas usan cada vez más la nube en vez de sus propios servidores, se ha hecho más uso de la nube en el sector público que en el privado, y la tendencia sigue. El gran motor de desarrollo debería ser el sector privado, que debería utilizar más esas redes. Si esto no ocurre así, nos estamos perdiendo algo.

-Usted plantea una suerte de descentralización del desarrollo. ¿En qué sentido?

-Planteo una España continua. No podemos repetir Madrid en toda España sino disminuir Madrid. Que Madrid no sean un polo con tanta concentración. Se trata de promover un centenar de polos de riqueza en una España continua, de modo que no todo se concentre, como ahora, solo en unas pocas grandes ciudades. Se trata de promover polos de desarrollo en urbes de 50.000 a 100.000 habitantes, dotándolas a su vez de los servicios y equipamientos necesarios, que permitan lograr economías de escala y soluciones robustas, que faciliten el asentamiento de iniciativas industriales para crear riqueza y que puedan intentar la atracción y captura de multinacionales. Este modelo se está demostrando mejor también en caso de pandemia. Los países con menor concentración de población en unas pocas grandes ciudades y que distribuyen más a sus habitantes y la industria por el territorio, como Alemania, las tasas de contagio son menores. En España el 10% de los municipios concentran el 80% de la población. Y para ser competitivos la creación de más polos industriales es el mejor camino. Tenemos esa posibilidad porque contamos con la mejor infraestructura de Europa en fibra, alta velocidad ferroviaria, autovías y centros logísticos. También es fundamental hacer una España más digital porque nos permitiría ser más eficaces y eficientes. El 62% de los habitantes de las ciudades tiene competencias digitales pero en las zonas rurales baja al 48%. Si logramos reducir esa brecha de los catorce puntos porcentuales actuales a siete se podrían plantear polos de actividad en núcleos más pequeños. Habría que lograr que el 35% del trabajo sea teletrabajo. También debemos aspirar a que retorne parte del talento que se ha ido de España, lo que exige más inversión en investigación, desarrollo e innovación. Todo esto debe someterse a medidores e indicadores de la gestión.

-Madrid ha acelerado en las últimas décadas la absorción de actividad de otros territorios. La excesiva concentración en un solo polo ¿entraña un coste tan significativo?

-Una ciudad no tan grande como Madrid no tiene sus atascos. En Madrid gastamos cada día dos o tres horas en desplazamientos. Las ciudades se vuelven ineficientes a partir de un punto determinado de crecimiento y no permiten una gestión racional. Sin que tenga una demostración empírica de ello, lo óptimo es un tamaño de ciudad suficientemente grande para se puedan obtener economías de escala y disponer de una alta dotación de servicios, pero no tan grande que genere ineficiencias.

-En España hay mucha desigualdad por muy diversos parámetros entre la mitad sur y la mitad norte, y lo mismo ocurre entre el Este y el Oeste del país en otros indicadores. ¿Sería necesario balancear esa situación para lograr una mayor homogeneidad?

-Cada país tiene sus singularidades locales y regionales. En eso baso la necesidad de lo que denomino España continua. Hay que lograr una España con mayor y mejor distribución de la riqueza para que cada núcleo urbano sea un catalizador de creación de prosperidad.

-¿Quién debe promover y ejecutar un plan de ese alcance?

-El aspecto capital es el liderazgo. El plan para España lo debe liderar el Gobierno pero con una mayor carga técnica. No puede ser 100% político ni 100% técnico. Debe encabezar el ejecutivo porque tiene la visión global pero debe ejecutarse desde el sector privado. La colaboración público-privada es fundamental.

-¿Es optimista de que sea realizable?

- Sí. Si no lo fuese, no hubiera perdido el tiempo en escribir el libro y plantear la propuesta. En España tenemos mucho talento, nos hemos reinventado más de una vez y ya hemos sido una gran potencia en el pasado. Ahora estamos en un ciclo de tendencia a la baja en nuestro posicionamiento mundial. Pero las cosas nos las haces si no tienes la consciencia de que debes hacerlas y que tenemos que cambiar y hacer mejor las cosas. Se necesita un plan. Pero no muchos planes porque entonces son inejecutables. Necesitamos uno. Por eso es importante el liderazgo.

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