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En clave estratégica

¿Cómo la innovación puede cambiar nuestra vida?

Europa se consolida en esta materia, mientras que España, ante su falta de inversión, sigue perdiendo puestos

La innovación es materia pendiente en España. Shutterstock

Renovarse o morir. Es la clave para sobrevivir a los cambios, aunque España prefiere mostrar una actitud titubeante antes de adoptar un modelo disruptivo con el sistema tradicional anterior que le permita competir en el mercado global. Así, mientras los países nórdicos, China y Estados Unidos despuntan en materia de innovación, España no sólo se sitúa a la cola, sino que además sigue perdiendo puestos, tal y como vuelven a confirmar los resultados del prestigioso ranking elaborado por Global Innovation Index.

A la cabeza se mantiene Suiza, seguida de Suecia, Estados Unidos, Holanda y Gran Bretaña en un 'top ten' sin grandes cambios con respecto a 2018 pero en el que entra por vez primera Israel. España queda relegada, por debajo de Chipre, Malta y Estonia, a la posición 29 de los 129 países analizados, un puesto menos que el año pasado, dos menos que en 2015 y tres menos que en 2013.

Sin embargo, la innovación puede cambiar nuestra vida, y para bien. Así lo confirman los expertos, que destacan los beneficios de invertir en este concepto. "La innovación -que supone la introducción de algo nuevo que viene a transformar algo- y la I+D -entendida como una de las actividades necesarias para poder innovar- forman, sin duda alguna, el factor más importante, tanto para la competitividad empresarial como para la competitividad y riqueza de los territorios. Esta incidencia se puede ver claramente en el impacto que éstas tienen, por ejemplo, sobre el PIB per cápita de un país o en el nivel de desempleo", destaca Jon M. Zabala, investigador y profesor de la escuela Innovandis en Deusto Business School. Así, los países que más invierten en esta materia son los que pueden presumir de menor nivel de desempleo y además, con el paso del tiempo, terminarán teniendo mayor nivel de PIB per cápita.

Fuente: Estadística de actividades de I+D, INE y Cotec - Ceprede

Según el INE, en 2017 -último año disponible- se invirtieron en España algo más de 14 mil millones de Euros en I+D, lo que supone un 1,2% del PIB nacional, mientras que la media de la Unión Europea está por encima del 2%. Con ello, España ha conseguido volver a los niveles de inversión que tenía en el año 2006. Un dato que podría resultar positivo, pues se podría presagiar que superada la crisis podríamos remontar en esta materia, pero lo cierto es que esa distancia ha hecho mella y nos hemos quedado al margen, desclasificados del partido. "Estamos tratando de competir en la misma liga con economías que están en Champions cuando nosotros estamos en tercera regional", asegura Zabala, doctor en Proyectos de Ingeniería e Innovación.

A partir de 2010, la inversión en I+D en España se ha reducido más de un 15%, por lo que la crisis económica ha tenido una "incidencia directa" en la capacidad española de I+D, afirma, si bien, apunta, el problema no es que se haya retrocedido a niveles de 2006, sino que durante el mismo período, el resto de los países sí han incrementado sus inversiones en este capítulo.

"La innovación y la I+D son importantes para la competitividad empresarial y la riqueza de los territorios" - Jon M. Zabala, Universidad de Deusto

Según Eurostat, entre 2007 y 2017, Grecia ha incrementado su inversión en I+D un 95%, Bélgica un 40%, Noruega un 33% o Austria un 30%, por citar algunos ejemplos. "Como en 'Alicia en el país de las Maravillas', cuando Alicia conversa con el gato de Cheshire y le pregunta por qué aunque corra mucho siempre está en el mismo lugar, el gato le responde que en el país de las maravillas que debe correr lo más rápido que se pueda sólo para mantenerse en el mismo lugar. Y si desea ir a cualquier lugar, debe correr el doble de rápido. Pues aquí pasa lo mismo", sentencia este experto.

Intervención del Estado

Según los parámetros económicos establecidos, "las administraciones públicas sólo deben intervenir cuando existe un fallo de mercado, es decir, cuando los mecanismos del mercado no son capaces de generar unas condiciones óptimas. Y la I+D es uno de estos casos", advierte Zabala.

Debido a la incertidumbre innata que rodea a la I+D, donde no se puede saber con anterioridad si se van a conseguir los resultados esperados, las empresas tienden a invertir poco en este ámbito para no asumir excesivos riesgos. Por ello, la inversión pública en I+D, principalmente ejecutada en universidades y organismos públicos de investigación, tiene como objetivo paliar esta carencia.

Desde 2010, la inversión en I+D en España se ha reducido más de un 15 %.Shutterstock

Sin embargo, desde hace algunos años, desde la economía evolucionista, se viene argumentando que el papel del Estado no es sólo el de resolver y paliar los efectos de los fallos de mercado, sino que las administraciones públicas pueden intervenir a través de sus políticas de ciencia, tecnología e innovación para generar nuevos mercados y realidades. "Cuando no existen las condiciones para que emerja la innovación, el papel del Estado debe ser el de catalizar procesos para que éstos comiencen a tener lugar", indica.

En este sentido, destaca el poder transformador de la compra pública innovadora como instrumento de intervención pública "más efectivo que la política de I+D", si bien lo importante no es emplear un instrumento u otro, sino varios de ellos al mismo tiempo, lo que se denomina un 'policy-mix'.

Casos de compra pública innovadora

-Asfalto silencioso en las carreteras. El poder transformador El Ministerio de Transporte y Obras Públicas de Holanda solicitó una solución para reducir la contaminación acústica producida por el transporte en sus carreteras. En vez de instalar los típicos muros que se instalan a ambos lados de las carreteras para reducir el nivel de ruido, la empresa 4silence propuso el desarrollo de un nuevo material, un 'asfalto silencioso'.

-Construcción medioambientalmente sostenible. En Suecia, la compra pública se orientó a la construcción de edificios con un impacto medioambiental negativo, que consumen más energía de la que emiten, en los barrios de Hammarby Sjöstad (en Estocolmo) y Västra Hamnen y Augustenborg (en Malmö). Además, la iniciativa tuvo otros beneficios, como la transformación urbana de dichas zonas, mejores condiciones de vida para sus habitantes y el desarrollo de nuevas actividades económicas.

-Drones sanitarios. En España, el Servicio Gallego de Salud, inicialmente a través de los programas Innovasaúde y Hospital 2050 y en la actualidad con los programas Código 100 y UAV, pretende generar nuevas industrias en el ámbito de la salud y de los drones, empleando para ello la demanda pública como catalizadora de dichos cambios.

Una carrera de obstáculos en el sector privado

A pesar de ser conscientes de que los efectos positivos de innovar, no sólo la administración pública, sino también el tejido empresarial existente en España mantiene un perfil bajo en este campo. Algunas de las dificultades que impiden que este tipo de políticas transformadoras se lleven a la práctica giran en torno a "la falta de capacidades, la aversión al riesgo, la falta de apoyo político, la inexistencia de incentivos suficientes para la introducción de innovaciones y las dificultades relacionadas con la regulación y la excesiva burocracia asociada a la intervención pública", enumera este experto, que destaca que "quienes más se benefician de las políticas de ciencia, tecnología e innovación son las grandes empresas, mientras que las PYMEs tienen muchos más problemas para poder participar, a pesar de los programas dirigidos a esta modalidad".

De hecho, aunque según los datos de la Fundación para la Innovación Cotec, el sector privado español abarca el 49% de la inversion, según la OCDE, España es uno de los países desarrollados que brinda menor apoyo en I+D a las empresas, ocupando la posición 25 de un total de 39. Además, el sector lamenta que la mitad del presupuesto estatal destinado a I+D no se ejecuta por un cambio en el criterio de ayudas a instituciones y empresas que hace que las condiciones sean "demasiado exigentes", lo que ha hecho caer tanto el apoyo directo -a través de concesión de subvenciones y compra de servicios- como el indirecto -mediante créditos y deducciones.

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