Decir que la movilidad en las ciudades está cambiando es decir una verdad a medias. Porque lo que está cambiando son las propias ciudades y las sociedades que en ellas viven. Y es dentro de esta transformación, empujada por la creciente densidad de población y por los avances tecnológicos, donde la movilidad cambia.

También es un error hablar sólo de movilidad eléctrica como el futuro; es igual que quedarse admirando el envoltorio y no abrir el regalo. El futuro de la movilidad tiene muchos y apasionantes caminos y deben ser evaluados en su conjunto. Es más, deben tenerse en cuenta todos sus efectos e implicaciones en el desarrollo de la ciudad y en la calidad de vida de los ciudadanos.

Estas afirmaciones parciales nos alertan del riesgo que supone pensar que las evoluciones tecnológicas por sí mismas son la solución a los grandes problemas de las ciudades. También del peligro de que sólo consigamos adaptarnos de forma incorrecta, por partes o a destiempo a las nuevas posibilidades de desarrollo, como puede suceder en el caso de la movilidad sostenible que, además, puede ser también eléctrica.

Porque optar por tecnologías que nos permitan tener más coches en la ciudad, por muy eléctricos que sean, por bien conectados que estén o por muchas capacidades que dispongan de encontrar la mejor ruta y el mejor aparcamiento, es un error de planteamiento y no supone ningún cambio de rumbo.

Y, en este caso, como siempre que hablamos de desarrollo de la ciudad, de evolución tecnológica y de cambio social, tenemos que hablar de cuál debe de ser el papel de la Administración y, más concretamente, de la Administración local en su tarea de gobierno de las ciudades.

Pues bien, los ayuntamientos deben ser capaces de consensuar una visión futura de sus ciudades, en las que la tecnología sea una herramienta para la humanización de los espacios; para que las ciudades vuelvan a ser sitios seguros para las personas, especialmente para las más vulnerables, como niños y ancianos.

Y, dentro de esta visión, la movilidad juega un papel crucial en el modelo de la ciudad. Pero la movilidad entendida como una apuesta valiente para organizar, planificar y transformar la ciudad, ofrecer servicios de calidad en cada barrio y conectar estos servicios con ejes cívicos peatonales, seguros y accesibles.

La movilidad sostenible en la ciudad del futuro es planificación y convivencia; tecnología vintage con resultados probados.