Las motos son el medio de transporte ideal para combatir la saturación de un modelo de tráfico urbano con atascos y los derivados problemas de falta de espacio disponible para el estacionamiento de vehículos. Una de las consecuencias directas de esta masificación son las emisiones de CO2 de los motores de combustión. En este contexto, Silence Mallorca trabaja para acabar con el problema y liderar un cambio hacia la movilidad eléctrica responsable. Siendo una alternativa real de conducción sostenible para las personas. Por eso, su equipo lleva cuatro años desarrollando y fabricando una nueva generación de scooters eléctricos: potentes, con autonomía real y sostenibles tanto para la naturaleza como para el bolsillo.

­—Silence Mallorca abrió las puertas de su Flagship Store el 25 de enero, siendo la primera en España. ¿Responde a algún motivo en especial?

—La marca, hasta entonces, trabajaba con grandes cuentas pero todavía no se había dedicado al particular. Se estudiaron puntos estratégicos en España y se centraron en Balears porque es donde se registra un mayor crecimiento en la matriculación de motocicletas eléctricas. En 2018 las ventas de motos de gasolina ha caído en 1.300 matriculaciones menos. En cambio, el número de eléctricas, está por encima de la cuota de mercado nacional incrementando las diez matriculaciones de 2017 hasta alcanzar el centenar durante el presente año.

—Silence espera abrir 30 establecimientos más de este tipo en la península. ¿Es sinónimo del auge que está viviendo el sector de la movilidad eléctrica en nuestro país?

—Actualmente contamos con una docena y, al cierre de 2018, serán unas veinte. Y, en efecto, el objetivo de 2020 es haber alcanzado las treinta. En Balears tenemos previsto llegar hasta Eivissa. Todo ello indica la existencia de una concienciación de la gente preocupándose más por el medioambiente y que su consumo ahorra en gasto. Una moto eléctrica, con un uso normal, se puede amortizar en dos años.

—¿Es Palma una ciudad con características urbanas idóneas para desplazarse en moto eléctrica?

—Palma, Barcelona o Madrid tienen una cultura de motos eléctricas consolidada. Las distancias son asumibles con el factor añadido que contribuyen a reducir la contaminación acústica. De todos modos nuestros modelos pueden circular también por autopista recorriendo tranquilamente la isla de punta a punta.

—¿Cuales son los principales hándicaps que presenta Ciutat para la movilidad eléctrica?

—Uno podría pensar la falta de puntos de carga. Pero nuestros modelos pueden conectar su batería en un enchufe doméstico de 220 voltios. Utiliza la mitad que un secador de pelo. Sí que es cierto que hace falta moverse y culturizarse. Querer cambiar nuestro parque móvil a eléctrico en diez o quince años en me parece correr demasiado. Además de pocos puntos habría que preocuparse por como los fabrican y recargan y de donde viene la electricidad porque contamina bastante.

—En el mercado disponen ya de los modelos S02, S02i, S03, y S03i, ¿qué características tiene su nuevo proyecto S01?

—Es una realidad que está en el mercado y llegará a nuestra tienda entre diciembre y enero. A diferencia del S02 y S0i, está más enfocada al particular al ser más económica, combina rapidez y potencia. Además introduce características particulares como la capacidad para dos cascos en el baúl, no hay que elegir entre batería fija o extraíble porque puede trajinarse y está enfocada a nuevas tecnologías. Permite controlarla por aplicación móvil para localizarla, bloquearla o controlar su carga en todo momento.

—Trabajan con varias empresas municipales y también otras de reparto. ¿Hay otros sectores potencialmente adaptables a las motos eléctricas?

— Cuando nos preguntan cual es nuestro tipo de cliente o nicho de mercado, la respuesta es: ¿hay algún sector que no quiera ahorrar sin contaminar? Estamos enfocados a empresas municipales o de reparto y también trabajamos con policía, empresas contra incendios, también de limpieza o incluso de alquiler de vehículos.

—¿Están realmente concienciadas las empresas de rent a car o todavía hay recelo?

—Actualmente trabajamos con unas sesenta motos para alquiler. Son un sector bastante precavido a la hora de comprar nuestro producto, pero van concienciándose de que el futuro es eléctrico.

—¿Qué es lo que busca el cliente que se acerca a su establecimiento por primera vez?

—El primer contacto suele ser como un choque para ellos. Lo primero que preguntan es le precio y les llama la atención porque no es una moto de mala calidad. Les sorprende que nuestras motos sean cien por cien españolas. Se fabrican y ensamblan aquí. Nuestros modelos pueden durar mucho y la batería tiene cuatro años de garantía. Ello les ofrece una seguridad que no da otra moto del mercado. Cuando la prueban y ven las características, les cambia la cara. Cuando ven los números sobre los costes anuales, comparando con un modelo convencional de 125cc, ven que ahorran en repostaje y mantenimiento. Lo único que pueden tener que cambiar son las pastillas y el líquido de freno o los neumáticos.

—¿Por dónde pasan los retos de futuro de Silence Mallorca a nivel comercial?

—Uno de los ideales del Grupo Roxa es la preocupación por el medio ambiente. Queremos expandir esta mentalidad y que nos conozcan mediante actos para los ciudadanos. Una de las nuevas apertura, como dije al principio, será en Eivissa porque la tendencia es claramente al alza. El 85% de las matriculaciones son de modelos Silence. En España se han matriculado un total de 76.800 motocicletas, de las cuales 1.200 son eléctricas.