El ministro de Finanzas luso, Mário Centeno, se ha convertido en el nuevo presidente del Eurogrupo gracias a la recuperación económica portuguesa y a la decisión del Partido Popular Europeo de no presentar un candidato propio, pues ya preside las principales instituciones comunitarias.

El miembro del Gobierno socialista liderado por el primer ministro António Costa figuraba entre los predilectos para suceder a Jeroen Dijsselbloem desde que a principios de año el holandés insinuara en declaraciones al diario alemán "Frankfurter Allgemeine Zeitung" que los países del sur del área del euro derrocharon dinero en "copas y mujeres".

Esas palabras generaron duras críticas y peticiones de dimisión, en particular, desde España, Portugal e Italia, y el nombre de Centeno empezó a sonar como sustituto del neerlandés.

Ya en mayo reconoció que no cerraba "las puertas" a la presidencia del Eurogrupo, aunque matizó que por el momento esa opción no estaba en su agenda, y el pasado septiembre, el primer ministro Costa admitió la posibilidad de que su país aspirara a liderar las reuniones de los ministros del euro.

El jueves pasado, cuando Centeno confirmó que se postulaba para el cargo, afirmó sobre sus posibilidades de éxito que, aunque "nunca está todo preparado o decidido", la "robustez de la política económica y presupuestaria en Portugal" le daban "confianza".

Lo cierto es que Lisboa ha conseguido salir del procedimiento por déficit excesivo en 2017 al situar el indicador por debajo del 3 %, el desempleo ha descendido hasta el 8,5 % en el tercer trimestre del año y el PIB ha aumentado su crecimiento en los últimos ejercicios, desde el 0,9 % en 2014 hasta el 1,8 % en 2015 y el 1,5 % en 2016.

Para este año, Bruselas prevé un aumento del 2,6 %.

Con esos datos, no sorprende que el exministro alemán de Finanzas, el veterano Wolfgang Schäuble, asegurara que Mário Centeno era "el Cristiano Ronaldo del Ecofin", la reunión de los titulares económicos de los Veintiocho.

Sin embargo, también existen sombras en la trayectoria de Centeno.

Pese a cerrar 2016 con el déficit más bajo desde 1974, el 2 % del PIB, en Portugal son cada vez más frecuentes las críticas al Ejecutivo por el férreo control del gasto público, en particular, mediante las "cativações", una herramienta que permite reservar parte del presupuesto de los ministerios y ayuda al Gobierno a gestionar el déficit.

Esos fondos solo pueden ser utilizados a lo largo del año si el ministro de Finanzas, Mário Centeno, lo autoriza, y en 2016 alcanzaron un valor récord de 942,7 millones de euros, el más alto desde al menos 2004, primer ejercicio del que la Cuenta General del Estado ofrece datos.

Así, el gabinete de António Costa ha sido criticado tanto por la oposición como por sus socios de izquierda por una posible degradación de los servicios públicos.

Más grave aún para la carrera política de Centeno fueron las peticiones de dimisión de varios partidos políticos a principios de año, tras acusarle de mentir sobre la salida de una antigua administración de la recapitalizada Caixa Geral de Depósitos (CGD).

Economista y doctorado por Harvard, de 50 años, fue el ideólogo del programa económico con el que se presentaron los socialistas a los comicios de 2015.

De perfil liberal y especialista en relaciones laborales, trabajó en el Departamento de Estudios del Banco de Portugal y fue miembro del Comité de Política Económica de la Comisión Europea entre 2004 y 2013.

En la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander aseguró el pasado julio que al euro "hay que terminarlo". Ahora podría tener un rol protagonista en esa obra.