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Análisis

La mano visible abre un nuevo ciclo

La mano más visible que mueve el mercado ha accionado hacia atrás la palanca del dinero, quitando una velocidad a la máquina que en estos años ha regado con billones de dólares el aparato circulatorio del capitalismo. Que la Reserva Federal de EE UU (la Fed, por su siglas en inglés) y la mano visible de su presidenta Janet Yellen hayan subido del 0% al 0,25% el tipo de interés al que presta dinero a la banca la autoridad monetaria estadounidense significa en primer lugar que la mayor economía del mundo da por superada su crisis. Tras haber iniciado ya en 2014 el repliegue de otros estímulos no convencionales (compras de bonos), la Fed sube las tasas porque el crecimiento es sólido (el PIB avanza a ritmos superiores al 2% interanual) y la tasa de paro está en niveles de pleno empleo (5%), objetivo que constituye el mandato primigenio del banco central con sede en Washington.

La decisión responde también al convencimiento de la Fed de que no debía demorar más el momento de restringir el inmenso caudal monetario que en este tiempo ha alimentado los mercados financieros para evitar su colapso, favoreciendo aguas abajo la recuperación de la economía real, pero avivando también los riesgos de burbujas.

La conveniencia de iniciar la normalización monetaria tiene en apariencia más que ver con esos riesgos financieros que con una amenaza inflacionista, efecto secundario de las políticas expansivas prolongadas que por el momento no ha comparecido, en parte por la caída del petróleo y por la fortaleza del dólar, que abarata las importaciones, y quizás también porque con la globalización el comportamiento de los precios ya no es el que era.

La Fed se ha tomado más tiempo del esperado y ha mantenido la incertidumbre durante meses acerca del momento de la subida de tipos. No fue tanto por asuntos de economía doméstica como por episodios ajenos que se cruzaron en el camino (alerta por la desaceleración china y rebrote de tensión en la zona euro por Grecia). El paso que se dio anteayer tiene repercusiones globales de calado: en los flujos de capitales, en el comercio internacional, en la posición financiera de los estados... Pone a prueba la solidez de la recuperación estadounidense, pero estresa también a las economías emergentes en dificultades y trae luces y sombras para la zona euro.

Cabe pensar que la subida de tipos en EE UU acrecentará la salida de capitales de economías como Brasil y otras latinoamericanas, muy intensa ya en el último año. La revalorización del dólar pondrá más cuesta arriba además el pago de la deuda pública y privada de esos y otros países (entre ellos algunos asiáticos), a menudo denominada en la divisa estadounidense. Con el crudo y el resto de materias primas en caída libre, los problemas de tales economías, varias de ellos ya en recesión, pueden agravarse e impactar en la economía mundial.

¿Cómo será el efecto en Europa? El cambio implica una situación no inédita pero sí infrecuente: un desacoplamiento entre la estrategia estadounidense, de inicio de una senda de tipos al alza, y la de la zona euro, donde el BCE está en plena expansión monetaria, luchando contra el peligro de deflación y el escuálido crecimiento económico.

Esa divergencia trae beneficios y riesgos. Un efecto benéfico puede venir por la apreciación del dólar frente al euro, que alienta las exportaciones fuera de la región monetaria y también la llegada de turistas de EE UU, estimulados por el favorable tipo de cambio. Un peligro enfoca al mercado de deuda y las primas de riesgo. Como ha advertido el Fondo Monetario Internacional (FMI), la subida de tipos de interés, y con ello el atractivo de una mayor remuneración para los inversores, puede desplazar hacia los activos en dólares flujos que hasta ahora recalaban en deuda soberana de los países del euro. De ocurrir así, los estados europeos, sobre todo los altamente endeudados (España, incluida), podrían verse obligados a elevar el rendimiento de sus bonos y por tanto sus costes de financiación.

Pero no ha ocurrido de manera instantánea. La reacción de los mercados, con una intensa subida en Wall Street el miércoles que ayer se contagió a las Bolsas europeas y asiáticas y con paz en las primas de riesgo, nos dice por ejemplo que en España ha prevalecido por ahora la consideración del beneficio que supone un dólar fuerte para las empresas exportadoras y para aquellas que más facturan en la divisa estadounidense que la exposición de las compañías nacionales, incluidas algunas de las principales, a los problemas que crecen en Latinoamérica. Sugiere además que al menos parte de los temores venían descontados, que la manguera del BCE contribuye a la calma y en especial que los inversores celebran el anuncio de la FED de que el ciclo de subidas será gradual. Esto es, la banca y los principales actores de los mercados financieros tienen más claro que el dinero seguirá barato, aunque ya no gratis, durante un tiempo prolongado. Ello explicaría la positiva reacción de Wall Street el día de la decisión. Ayer no siguió la fiesta y Nueva York se dio la vuelta. Viene una época de curvas y volatilidad, avisan los "brokers".

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