Un día después de las noticias positivas anunciadas por el Banco Central Europeo, llegó el jarro de agua fría de una agencia de calificación norteamericana que nos ha bajado la nota, con amenaza de suspenso. El lunes leíamos que el BCE, si se le solicitaba, estaba dispuesto a comprar deuda soberana durante periodos de ocho semanas, con interrupciones de cuatro, para bajar los altos intereses que tienen que pagar España y, en menor medida, Italia para financiarse en los mercados internacionales. El martes, Mario Draghi, gobernador del BCE, manifestaba en el Parlamento europeo, que los dos años de ajustes y sacrificios en los países del sur de Europa, empezaban a dar sus frutos. El miércoles, el International Herald Tribune, titulaba en primera página: "El jefe del BCE ve signos de vida en la economía del euro".

Con esta opinión, Draghi se une a un número reducido, pero en aumento, de economistas que creen que, aunque la eurozona tiene todavía problemas muy graves, hay señales de que los sufrimientos de los ciudadanos por los severos recortes presupuestarios, no están siendo en vano. Italia, España, Portugal e incluso Grecia han conseguido aumentar sus exportaciones, debido fundamentalmente al descenso de los salarios que ha hecho sus productos más competitivos. Y en España, además, en septiembre de 2012, se ha frenado el incremento de salida de capitales desde mediados del año pasado. "Hay que reconocer el extraordinario progreso tanto en cifras como en reformas económicas", añadió Dragui, ante la comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del PE, reunida en Bruselas, para concluir que estamos asistiendo a "la mejora progresiva de la competitividad", aunque aún no se traduzca en la vida cotidiana de los cientos de miles de personas que protestan en las calles.

Estos signos de esperanza coinciden con la opinión de altos cargos de las instituciones europeas que creen que la recesión de la eurozona volverá a un crecimiento moderado en la segunda mitad de 2013. Con grandes diferencias: mientras Polonia crece un 3%, Grecia desciende entre un 5 o un 6% de su producto interior bruto (PIB). Portugal, que cuenta con un año más para cumplir su compromiso de déficit „ estar por debajo del 4% en 2014„ podría regresar pronto a buscar financiación internacional. El rescate irlandés está funcionando si se tiene en cuenta el tratamiento de su deuda en los mercados, aunque sus cifras de paro siguen siendo altas. En los tres últimos años, la deuda europea ha aumentado del 60 al 90% del PIB de los diecisiete países del eurogrupo. Y España está por debajo del 80%. Lo que significa que España sufre, además, una crisis de confianza, porque la austeridad, por muy dolorosa que sea, empieza a dar sus frutos, es necesaria para reducir los intereses, y poder dedicar este ahorro a estimular el crecimiento.

Desde que en julio Draghi dijo que haría todo lo posible por salvar el euro, ha habido una relativa calma en los mercados, pero a pesar del efecto del "primo de Zumosol", y del aumento de las exportaciones, la preocupación en Bruselas por la situación española es evidente: la frustración social, el paro más elevado de la Unión Europea, el descenso del consumo interno, de los préstamos interbancarios, las dificultades de financiación de las empresas, las próximas elecciones en España, y en otros países de la UE, que condicionan la toma de decisiones y, por lo tanto, el desconcierto de los inversores. Por eso, aunque no parece probable que hasta después de las votaciones autonómicas, el gobierno de Mariano Rajoy se decidiera a solicitar más ayuda europea „tras haber pedido ya el rescate bancario„, los expertos de la capital comunitaria parecen diseñar lo que sería un rescate a la española o de segunda generación.

Hasta ahora se excluía al Estado rescatado de los mercados internacionales. La UE cubría sus necesidades de financiación durante tres años. Así, en vez de tener que pagar intereses de hasta un 14%, como hacía Grecia, sólo paga un 2,5 %. Durante este tiempo, el país tiene que sanear sus cuentas, hacer reformas y ganar confianza. Pero algo que no se ha hecho todavía es, en lugar de aislar al Estado, incidir en los mercados para que bajen los intereses de la deuda. ¿Cómo? El mecanismo europeo de estabilidad (MEDE) compraría hasta el 50% de deuda del país cuando se emite, y, al mismo tiempo, el BCE puede adquirir sin límite deuda en los mercados secundarios, si se le solicita. La mayoría de los analistas coinciden en que, con este efecto disuasorio, la prima de riesgo española bajaría de los más de 450 puntos actuales, a alrededor de los 200 puntos. La otra opción, aislar a España de los mercados durante dos años costaría entre 400.000 ó 500.000 millones de euros; lo que agotaría prácticamente los fondos del MEDE que se creó precisamente para luchar contra la crisis.

Además de lo caro que sería este rescate tradicional, se puede pensar en el traje a la medida para España, porque estamos haciendo los deberes. Las reformas que se han hecho hasta ahora están muy en línea con las recomendaciones específicas para nuestro país que hizo la comisión europea a principios de verano. Por eso, aunque estemos todavía en la UCI, el euro respira. Si Alemania, Finlandia y Holanda retiran sus reticencias a decisiones ya tomadas por el consejo europeo para crear la unión bancaria, y la incertidumbre por parte española se despeja pronto, subiremos a planta.