El 15 de mayo de 2011, miles de jóvenes salieron a las calles de España para protestar por lo que consideraban, con mucho fundamento, falta de oportunidades en su vida: alto paro, bajos sueldos, viviendas difíciles de adquirir y muchos otros obstáculos para comenzar su andadura como adultos en una sociedad democrática. La mayoría temían ser de una generación perdida como las que sufrió Europa en otras ocasiones del siglo XX. Muchos españoles compartían estas ansiedades y miraban con desazón el futuro.

¿Cómo hemos llegado a esta situación? ¿Qué podemos hacer? ¿Es posible evitar que los peores augurios se cumplan y suframos una generación perdida?

Azuzados por estas preguntas, a principios del verano de 2009, unos cuantos economistas decidimos lanzar un blog sobre economía en español. Éramos un grupo variopinto. Unos cuantos vivíamos en EE UU (en las universidades de Columbia, Duke y Pensilvania). Otros más cerca, en Londres (London School of Economics) y algunos en centros españoles (CEMFI y Universidad Carlos III de Madrid). Pero a todos nos unía el interés por la economía española: por entender lo que nos pasaba y, sobre todo, por intentar difundir nuestra visión de las cosas.

Más en concreto, queríamos romper con el esquema tradicional de discusión económica en España, muy politizada y en la que la evidencia empírica era lo de menos. Pensábamos que, sin un discurso distinto, más racional y moderno, jamás podríamos salir del pozo en el que ya estábamos metidos.

Tras unos intentos balbuceantes, se nos ocurrió esto de Nada es Gratis como nuestro título y lema (www.nadaesgratis.es). La frase es una traducción no literal de una expresión inglesa, "There ain´t no such thing as a free lunch" (algo así como "No hay comidas gratis") y que recoge muy bien una de las grandes enseñanzas de la economía: toda decisión tiene su coste.

Para nuestra sorpresa y alegría el blog se convirtió en un éxito de audiencia y las cosas que decíamos transpiraban al debate nacional. Pero el formato de un blog, con entradas cortas y en un estilo más coloquial, quizá no permitía al lector apreciar la coherencia de nuestra visión de las cosas.

Por ello, y ante la continuación de la crisis, decidimos sentarnos y escribir un libro completo en el que explicábamos en detalle esta visión pero en el que mantuviésemos ese balance de amenidad y rigor que tanto ha contribuido al éxito del blog. Y después de varios meses de esfuerzo, este martes, día 11, sale a la venta el resultado de nuestros esfuerzos.

El título, Nada es gratis: cómo evitar la década perdida tras la década prodigiosa, une dos ideas. La primera el nombre del blog, Nada es Gratis, para que se nos reconozca, y el segundo, Cómo evitar la década perdida tras la década prodigiosa, para realzar la necesidad de reformas que impidan que perdamos una década entera de desarrollo económico en España.

Y como éramos seis autores y poner todos nuestros nombres en la portada era engorroso, hemos decidido firmar con un nombre colectivo, Jorge Juan, en honor del que fuera un gran científico español del siglo XVIII, en la frontera de la Ilustración, que trabajó por el progreso de España en todas sus dimensiones, de la económica a la política y cultura, empleando la razón y la evidencia empírica. Ésta es una tradición con la que, como españoles y como investigadores, nos identificamos plenamente. Jorge Juan es además la calle de Madrid donde está la sede de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA), que nos ha apoyado desde el principio.

El libro tiene dos ideas centrales. La primera, explicar cómo hemos llegado a la situación actual: cómo el euro alentó una burbuja inmobiliaria que no se supo o no se quiso gestionar correctamente, y cómo la explosión de la misma nos dejó apantanados en una crisis de deuda, primero privada, pero cada vez más también pública. La segunda idea, quizá más importante, es entender qué es lo que tenemos que hacer para salir de este pozo.

Para resolver esta crisis de deuda España precisa dos cosas. Primero, necesitamos reestructurar el sistema financiero de una vez por todas, tanto para liberar los recursos atrapados en él como para levantar las incertidumbres que persisten sobre la economía española. Esto, además, no puede hacerse a base de traspasar todos los balances privados al sector público, sino con una distribución adecuada de costes que proteja los intereses de todos los españoles.

Segundo, es imprescindible recuperar el crecimiento económico, para que los agentes privados y públicos puedan hacer frente a sus obligaciones de deuda. Sin crecimiento, el peso de la deuda privada y pública seguirá explotando a medida que se refinancien los préstamos y llegará a hacerse insostenible.

Para lograr ese crecimiento no nos van a servir las políticas de demanda, pues tanto la política fiscal como la monetaria han llegado al límite de sus posibilidades. La única alternativa posible es hacer políticas de oferta: reformas estructurales que incrementen la tasa de crecimiento a medio y largo plazo.

La economía española sufre de innumerables ataduras, que al eliminarse pueden permitirle dar un salto importante. Quizás el caso más sangrante es la dualidad del mercado de trabajo y la disfuncional estructura de la negociación colectiva, y que son los únicos mecanismos que pueden empezar a explicar tasas de desempleo como las que estamos experimentando.

Estas reformas tienen que estructurarse alrededor de tres prioridades: la educación, el mercado laboral y el fomento de la actividad empresarial. En el libro explicamos en detalle cómo implementar estas reformas y en qué tienen que consistir. Aquí sólo tengo que resaltar que la economía española es muy agradecida. Cada vez que hemos reformado, nos ha ido bien y hemos crecido con alegría. Si hacemos los deberes, ahora nos pasará lo mismo.

Gane quien gane las elecciones el próximo 20 de noviembre, se encontrará la más delicada situación a la que se ha enfrentado un Gobierno en España desde 1978. Con nuestro libro aspiramos a contribuir al gran debate que asegure que este nuevo Gobierno haga lo que tiene que hacer y con ello garantice el futuro de España y de sus jóvenes. Esperemos que así sea.