El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, dijo hoy que el Parlamento debería apoyar la "reciente" política del Gobierno, basada en la austeridad presupuestaria y las reformas estructurales para salir de la crisis.

Por eso, a pesar de que reconoció que la coyuntura actual "puede hacer más atractivo proponer aumentar los gastos, reducir ingresos o retrasar las reformas", instó a reguladores y supervisores a aplicar con diligencia lo que el Gobierno y el Parlamento han aprobado.

Asimismo, consideró que hay que incidir en la reordenación del sistema financiero, por lo que exigió a las cajas que han recibido dinero público para fusionarse o crear alianzas que den a conocer antes de Navidades sus consejos y nuevos equipos ejecutivos.

Durante su intervención en el X Encuentro Financiero Internacional Caja Madrid, organizado por esta entidad y el diario "El País", Fernández Ordóñez también explicó que el resto de entidades que no han sido ayudadas "tampoco pueden quedarse quietas" por lo que abogó por reducir costes, aumentar la eficiencia y contrarrestar en lo posible los menores beneficios.

Muchas de estas actuaciones son excepcionales, requieren muchos esfuerzos y tardarán en surtir efecto, pero "están en la dirección adecuada", por lo que es necesario que se asienten los cambios en la economía y se establezcan bases sólidas para que España vuelva a crecer y el sector bancario contribuya a ello, dijo.

Entre los principales retos que debe afrontar el sector financiero español Ordóñez citó la reducción de las redes de oficinas, algo que calificó de "imperativo" sobre todo para las cajas de ahorros, inmersas en una profunda reestructuración que afecta a 40 de las 45 que integraban el sector en 13 procesos o uniones.

En cuanto a calidad de los activos de la banca, otro de los retos del sector, no descartó que la morosidad siga repuntando en los próximos meses.

También se mostró convencido de que las entidades españolas tienen suficiente fortaleza para absorber las pérdidas hipotéticas derivadas de su elevada exposición al sector inmobiliario, como demostraron las pruebas de solvencia publicadas el pasado verano.

Asimismo, en el contexto de la discusión que se produjo en el G-20 sobre las entidades internacionales de gran tamaño -como el Santander y el BBVA- aseguró que la estructura de éstos es un activo positivo, ya que sus actividades en el exterior se desarrollan sobre todo mediante filiales, que cuentan con autonomía financiera.