El Gobierno irlandés insistió hoy en que no hay perdido soberanía sobre su política fiscal y que no necesita ayuda económica de la Unión Europea (UE) para salir de la crisis, a pesar de su deuda alcanza niveles históricos.

Los mercados de deuda situaron hoy el bono irlandés de 10 años respecto al alemán de referencia a un interés del 8,90 por ciento, después de alcanzar este miércoles el 8,95 por ciento, mientras su diferencial superó los 600 puntos básicos, una cifra récord.

Según un portavoz del Ministerio de Finanzas, Irlanda "está en condiciones de pagar", como demuestra el hecho de que volverá a emitir deuda del Estado el próximo año para "refinanciar" las arcas públicas.

La desconfianza de los mercados en Irlanda, explicó la fuente, se debe a la incertidumbre que rodea a "ciertas economías" periféricas europeas sobre su capacidad para pagar los altos intereses que acumulan sus deudas.

Esta misma semana, el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, indicó en Dublín que los recortes presupuestarios previstos por el Gobierno irlandés para cumplir con las directrices comunitarias se podrían renegociar dependiendo del crecimiento que experimente su economía en los próximos años.

Rehn dejó entrever esta posibilidad en el transcurso de varias entrevistas mantenidas con los líderes de la oposición irlandesa, con quienes analizó los presupuestos generales del Estado para 2011, considerados como los más duros de la historia de Irlanda y cuyo objetivo es recortar 6.000 millones de euros de su déficit público, el doble de lo estimado hace un año.

Esa cifra forma parte de un plan más amplio del actual Ejecutivo irlandés, que busca reducir en los próximos cuatro años el déficit público hasta el 3 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) desde el 14 por ciento actual, el porcentaje más alto de la Unión Europea (UE).

Para entonces, en 2014, el Gobierno de Dublín espera haber impuesto unos ajustes con los que confía en ahorrar hasta 15.000 millones de euros, casi el doble de lo anticipado, situación que preocupa a la oposición por las consecuencias sociales que podría acarrear.