Algo huele a podrido cuando alguien con un cargo tan serio como el de director del Fondo Monetario Internacional se pone ante un micrófono y asegura que "el 50% de las deudas de los bancos podrían estar todavía ocultas". Y eso es lo que hizo precisamente ayer el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, que teme que las mentiras de la banca estén impidiendo "una limpieza completa", que es según él condición indispensable para que el mundo vuelva con fuerza a la senda del crecimiento. "Sigue habiendo pérdidas importantes sin desvelar", insistía, antes de apuntar con mira telescópica: "las mayores perdidas ocultas están en Europa y Estados Unidos".

¿Ha mentido entonces la banca a los gobiernos que han tapado su agujero con el dinero de los ciudadanos? ¿Es posible que aflore otro abismo de tamaño tan descomunal como el que ha puesto a la economía mundial al borde del precipicio? Pues Strauss-Khan teme que así sea. Y subraya que la situación no tendrá tan fácil solución si la burbuja a medio desinflar vuelve a explotar. "No va a haber una segunda operación de salvamento del sector financiero", sentencia, convencido de que la opinión pública mundial no lo permitiría. Sugiere por ello que el FMI avanzará en la línea de sancionar a los bancos que asuman riesgos, aunque eso no serviría para tapar un segundo agujero, reconoce Strauss-Khan.

¿Quiere eso decir que se va a ir todo al garete de nuevo? Pues ahí Strauss-Khan templa el discurso: "En el FMI no creemos en una recaída, pero no podemos descartarlo por completo", advierte, antes de precisar que "será necesario mantener los apoyos públicos porque la demanda privada sigue siendo débil y el paro va a seguir aumentando aún durante bastante tiempo". Por eso pide a los gobiernos que se ajusten los machos, empiecen a limar déficit presupuestario como puedan –porque al mismo tiempo, según el FMI, han de mantener los estímulos– y preparen planes de salida de la crisis. De forma gráfica, el director del Fondo explica que podría decirse que "estábamos ante un incendio" y, aunque ya se ha conseguido apagar el fuego, "ahora hay agua por todas partes". Así que toca actuar, aunque sea sin saber si la banca aún guarda un susto.