Bartomeu Suau, el sacerdote que le ganó la guerra a la droga en sa Indioteria: «Yo no soy ningún héroe, los importantes fueron los jóvenes»
Bartomeu Suau leyó el pregón de la última festa de l'Estendard. Un premio muy especial para un sacerdote que ha dedicado toda una vida a mejorar sa Indioteria para convertirla en un lugar con valores y libre de la droga y la delincuencia

El histórico rector de la parroquia de sa Indioteria, Bartomeu Suau, en el patio de su casa. | ANA B. MUÑOZ
Las personas más especiales que habitan este mundo tienen un brillo particular en los ojos que las distingue y el histórico rector de la parroquia de sa Indioteria, Bartomeu Suau, es una de las que desprende este destello. Estamos ante un sacerdote que a sus más de 80 años llega a la Iglesia encima de su moto sacándole la lengua a los periodistas, un cura que fue vital para librar a todo un barrio de la droga y la delincuencia. Sin embargo, Suau nunca ha pecado de soberbio «Yo no soy ningún héroe, los importantes fueron los primeros jóvenes que estuvieron conmigo, sin ellos mi trabajo no hubiera servido para nada». El sacerdote leyó el pregón de la última festa de l’Estendard, un premio muy especial para un hombre que dedicó su cuerpo y su alma en convertir la barriada de sa Indioteria en un lugar mejor.
¿Cómo se sintió al ser elegido como pregonero de la festa de l’Estendard?
Fue una gran alegría, pero también una dificultad y un emprenyo. Sin embargo, si te viene el alcalde asegurándote que tiene el apoyo de toda la oposición y que todos te quieren no puedes decir que no.
En su pregón habló de la magia de Palma.
Yo era de Alcúdia y bajábamos a Ciutat una vez al año, por Navidades. En los años 50 todo era fantasioso, el tranvía, los taxis... Cuando te pasa esto de pequeño es fantástico. Para mí Palma no ha perdido esta magia, es verdad que hay más gente, pero tampoco me molesta.
¿Cómo era sa Indioteria cuando llegó en 1979?
El barrio estaba arrancando, sa Indioteria había pasado de ser un pueblo de 1.000 habitantes en 1973 a una barriada de 7.000 personas en 1979 con gente llegada de diferentes sitios de España y que no tenían nada que ver entre sí.
Esto debió llevar a problemas
La droga y la delincuencia azotaban a sa Indioteria. Había bandas como en West Side Story, ya que la gente del pueblo antiguo y los nuevos habitantes se llevaban a matar. Mi obsesión era que los nuevos se integraran con los viejos, y me obsesioné en crear una plaza para que todos nos uniéramos: la plaza del pueblo.
¿Cómo le recibieron?
Con expectación. El sacerdote mayor que había era el padre Jordi y hacía 30 años que se dirigía al pueblo antiguo y los nuevos no lo aceptaban y se ponían a cantar sevillanas en medio de sus misas. Cuando yo llegué vi que tenía que integrarme entre la gente y no sabía muy bien cómo.
Y se fue a Madrid durante unos meses
Me doctoré socialmente en las parroquias más comunistas en medio de la movida madrileña: Vallecas, Carabanchel... Los curas se vestían de calle y ayudaban donde la heroína campaba a sus anchas, miles de vidas destrozadas que a nadie le interesaban. Eran diferentes a nosotros, estos curas realizaron una verdadera revolución social en estos barrios. Allí aprendí muchísimo y cuando llegue a Mallorca usé todo esto para mejorar el pueblo de sa Indioteria.
Regresa a Sa Indioteria y crea el club d’Esplai Jovent
Para unir a los dos bandos tenía que hacerlo con los niños y creamos el Club d’Esplai Jovent. Teníamos que enseñar los valores de amistad para que así los niños fueran honrados. Me fui a los bares a buscar a monitores y conseguimos a la primera oleada de jóvenes que cambió el rumbo de sa Indioteria, aunque los inicios fueron muy duros.
Explíqueme los inicios
Muy difíciles, la Iglesia no estaba muy a favor porque los que venían al Esplai no iban a misa y otros decían que me había montado un puticlub. Además, los drogadictos nos declararon la guerra y estuvimos de los 80 a los 90 en lucha continua, me quemaron la moto.
¿Le quemaron la moto?
Y también entraron a robarnos y nos pegaron, Yo le decía a los jóvenes que no se preocuparan, que íbamos a ganar. Y así fue, un día ganamos, los jóvenes de sa Indioteria ganaron la guerra a la droga.
¿Cómo se consiguió?
Por la fuerza del barrio, el primer día del Esplai vinieron 300 niños. En el Esplai se integraban los padres de la vieja Indioteria y de la nueva, pero cuando venían al Esplai los niños eran todos del mismo lugar. Además, íbamos convenciendo a los niños de que la droga no era la solución, que los destruía. Conseguí llevar a la gente que estaba en la droga a nuestro bando y los padres nos ayudaron yendo a increpar a los camellos continuamente.
Tuvo otras iniciativas como la creación cooperativa Son Gibert, el Centre Sociolaboral d’Inserció o la Granja Escola Jovent.
Los chicos que dejaban el Esplai se quedaban en la calle, la cooperativa nació con el propósito de darles trabajo, y acabo funcionando, así como el centro de Inserció y la Granja Escola Jovent.
¿Qué es lo que más le preocupa hoy en día?
Que están haciendo un esfuerzo para que la gente no estudie, nos anulan como personas. ¿Cómo es posible que no haya habido una revolución entre los jóvenes por el precio de la vivienda?, se está poniendo en duda incluso la enseñanza de valores. Tenemos que luchar por lo nuestro, por el pueblo, para que cada uno apoye el engranaje.
¿Cree que una sola persona puede cambiar a la sociedad?
Una sola persona no puede cambiar a la sociedad, tiene que conquistar a la gente. Yo no soy una persona importante, los importantes fueron los primeros jóvenes que estuvieron conmigo, sin ellos mi trabajo no hubiera servido para nada. Estos jóvenes son la fuerza de sa Indioteria.
Usted no se considera un héroe entonces.
Yo no soy ningún héroe. No quiero ninguna calle, ninguna plaza... no quiero nada. Yo he sido como el carpintero que trabaja por su pueblo, cada uno tiene un mérito y el mío no es superior al suyo.
¿Qué es lo que más le emociona de todos estos años de trabajo?
El cariño del pueblo, lo que más me emociona es saber que la gente del pueblo me quiere, esa es mi felicidad. Que la gente, sea creyente o no creyente, me tenga respeto y cariño por igual, no hay nada que sobresalga a esta sensación.
Para concluir, ¿qué opina del actual papa Francisco?
Me gusta el nuevo papa, creo que no le han dejado hacer lo que quería y ya está. Ha hecho cosas muy importantes, pero nunca sabremos qué es lo que hubiera podido hacer. Hay cosas en nuestra sociedad que deben cambiar.
Suscríbete para seguir leyendo
- Detectan el uso de tarjetas para aparcar en plazas para movilidad reducida en Son Espases cuyo titular había fallecido
- Alberca, el bar de la chimenea con el mejor 'pa amb oli' de Palma
- Los Negros, el bar que colecciona multas y amarga a los vecinos de Pere Garau
- Cierra la tienda Maricastaña tras casi una década en Palma
- Esta es la nueva 'app' de la EMT de Palma que permitirá recargar la tarjeta ciudadana
- Choca contra el colector de Emaya en el carril bici del Paseo Marítimo: 'Sufro dolor todos los días
- Adiós al Café A Tres Bandas de la plaza Barcelona, se traspasa un epicentro cultural de los mallorquines en Palma
- Reforma de la plaza del Mercat en Palma: las farolas propuestas levantan polémica