RALLY
Ledesma: «El Dakar está diseñado para acabar contigo, sobrevivir es tu trabajo»
La copiloto mallorquina, pionera de la isla en la exigente prueba de automovilismo en el desierto de Arabia Saudí, hace balance de «una experiencia inolvidable» de la que necesita «volver a formar parte»
Han transcurrido apenas cuatro días desde que el Dakar pusiera el broche final a una de sus ediciones más exigentes y Sonia Ledesma, la primera mallorquina en participar, todavía no es consciente de todo lo logrado. La copiloto aterrizó el martes en la isla y, desde entonces, no ha parado de recibir muestras de cariño y felicitaciones: «Estoy abrumada, aunque creo que todavía no soy plenamente consciente de todo lo que me ha pasado. ‘¿Qué has hecho?’, me pregunto. Me da la sensación de que estoy viviendo todo esto desde una realidad paralela».
Atrás deja «una experiencia inolvidable», «un sueño cumplido» y arranca la ilusión de «poder volver a formar parte» de esta aventura. «Yo necesito volver al Dakar. Antes quería ir porque quería vivir la experiencia, pero es que ahora lo que me pasa es que necesito volver», reconoce a DIARIO de MALLORCA pocas horas después de aterrizar en casa.
La 45ª edición del Dakar no ha sido pan comido. Los 8.549 kilómetros repartidos en 14 etapas, las duras e interminables jornadas de lluvia, los terrenos abruptos y los barrizales, sin embargo, no han podido con la copiloto, a quien todos los contratiempos no han hecho sino endurecer más su carácter luchador: «Es verdad que durante la prueba había bastante gente que decía que ahí no aguantaban un segundo más. Para mí la sensación fue totalmente opuesta. En ningún momento pensé en abandonar, solo en lo afortunada que me sentía de poder formar parte de esta aventura».
«Lo cierto es que la carrera está diseñada para acabar contigo, sobrevivir es tu trabajo. Los horarios que tenemos, los kilómetros de enlace… Todo está hecho para que el débil no pueda acabar un Dakar. Está montado para que te desesperes, te enfades, llores y tomes decisiones que no tienes que tomar. El Dakar está intentado en todo momento tumbarte y solo lo acaba quien elige la opción correcta en el momento adecuado», resume la palmesana de 32 años, vigésima novena de la general de Classics y duodécima en su categoría.
La jornada en Arabia Saudí arrancaba a las 3 de la mañana. Ledesma y su compañero de equipo, Dani Albero, se enfundaban el mono y arrancaban la etapa. «Muchas veces dormía incluso con el peto ya puesto porque hacía muchísimo frío y algo protegía», confiesa sonriente.
Los enlaces entre etapa y etapa en ocasiones eran eternos «de incluso más de cuatro horas», por lo que una vez llegados al punto donde arrancaba el tramo cronometrado «siempre seguía un mismo protocolo». «Me bajaba del coche para que me diera el aire, estiraba las piernas y me concentraba para estar a tope desde el kilómetro uno», recuerda.
«En carrera la suerte nos ayudó», reconoce. «Aunque detrás de la suerte siempre hay mucho trabajo. Nosotros éramos de los pocos equipos que viajábamos sin asistencia, por lo que después de cada etapa nos veíamos obligados a dedicarle dos buenas horas al coche para ponerlo a punto para el día siguiente. Eso ayudó a que no hubiera fallos mecánicos, pero la única realidad es que el Land Cruiser nos aguantó como un campeón», señala.
Sin embargo, a pesar de disfrutar de la aventura cargada de toda la ilusión del mundo, Ledesma sí reconoce «un momento de debilidad». «Fue después de llegar al campamento tras una etapa de más de 1.000 kilómetros, mucho frío y barro», recuerda Francisco Rodríguez, novio de la copiloto y su ayudante durante la prueba: «Yo sabía que tenía que tener algún momento de bajón, en el Dakar todo el mundo lo tiene, y creo que psicológicamente ese fue el peor para ella».
«El Dakar saca lo mejor y lo peor de cada uno. Llegamos a un campamento sin drenajes, con cuatro dedos de agua en el suelo y ahí me hundí. Ese momento fue muy duro. Dormir embarrada un día lo aceptas, te hace incluso gracia, pero cuando te pasa lo mismo un segundo y un tercero… Llega a desesperar. Después de esa dura etapa, lo único que buscaba era calma, pero llegué al campamento y me topé con todo lo contrario. Fue un momento de bajón que se pasó rápido», relata: «En carrera, sin embargo, todo fueron momentos buenos. Se combinaban tramos de dunas con zonas de desierto abierto, pero todo era fascinante, maravilloso. Había alguna ocasión en la que podía reflexionar y me decía a mí misma: ‘Qué suerte tienes Sonia, que afortunada eres de poder estar viendo esto’».
Una experiencia que Ledesma espera que pueda servir de ejemplo para futuras generaciones. «Es desde hace solo unos años que la mujer está metida en este mundo, pero a día de hoy todavía somos muy pocas las que participamos en este tipo de pruebas. Estamos abriendo ahora poco a poco el camino. Si por casualidad me he convertido en el referente de una sola niña, todo esto ya habrá valido la pena, de eso estoy segura», zanja.
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