El dominio, el ser dueño absoluto del balón no es suficiente para ganar. Lo ha podido comprobar este martes la selección española que, en un calco del duelo contra Japón -los marroquíes todos atrás, bien ordenados y a la espera de una oportunidad, que la tuvo- se vio incapaz de traducir su control del juego en gol, lo único que cuenta en el fútbol. Los penaltis hicieron el resto.
Suerte que Luis Enrique obligó a sus jugadores a lanzar mil penaltis durante la temporada. O no le hicieron caso o son muy malos en esta suerte del fútbol. Sarabia, Soler y Busquets no pudieron tirarlos peor, con dudas, dando pistas a Bono, lanzando muy flojo y sin ninguna convicción. La selección de Luis Enrique abandona Qatar con muchas dudas pero con una convicción: le cuesta horrores atacar defensas cerradas. Desde su triunfo en 2010, España solo ha ganado tres partidos en los Mundiales: Irán, Australia y Costa Rica. Como diría Schuster, no hace falta decir nada más.