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Opinión

Salir contento tras una derrota, un oxímoron

La mayoría de la afición del Mallorca abandonó el estadio satisfecha a pesar de no puntuar ante el Barça. ¿Conformismo o esperanza por las buenas sensaciones?

Los jugadores del Barcelona celebran el gol de Lewandowski al Mallorca. Efe

Se puede abandonar un estadio contento después de una derrota? Sí. Se pudo comprobar el sábado tras el Mallorca-Barcelona. El equipo de Javier Aguirre fue despedido con una gran ovación por un gran número de los 18.103 aficionados que se dieron cita en Son Moix. Los resultadistas dirán que lo único que cuenta es la victoria, que todo lo demás son milongas. Más o menos lo que vino a decir el técnico mexicano: «La única estadística que vale es la del gol y esa la perdimos». Pero a continuación señaló: «Aunque no hay derrotas lindas, las sensaciones como colectivo fueron buenas». Es el único palo al que agarrarse, el de las sensaciones, que valoraron los que despidieron con aplausos a los jugadores. Lo cierto es que, como recordaba el siempre referente Héctor Cúper durante su brillante etapa en el Mallorca, «todos los puntos en juego valen igual». Y le asistía la razón. Es verdad que los rojillos dieron una buena imagen, y que incluso merecieron el empate, al menos por ocasiones. Pero la realidad es que se perdió porque el rival marcó un gol -un golazo- y el Mallorca se quedó a cero. ¿Se hubiera despedido igual al equipo si llega a perder en casa contra el Elche? ¿Hubieran primado en este caso las sensaciones al resultado? Me temo que no. Muchos se esperaban una goleada del enrachado equipo de Xavi. Al perder por la mínima y plantar cara se dio por buena la derrota, todo un oxímoron. 

La doble pifia de Neymar.

El futbolista brasileño del PSG ha sido noticia por partida doble esta semana. Primero por preguntarse, en tono sarcástico, quién es Raíllo. Lo peor es que posiblemente haya dicho la verdad, lo que resulta más grave en un futbolista pagado a precio de oro pese a que hace tiempo que su rendimiento es más que cuestionable. Segundo por hacer público que ha votado a Jair Bolsonaro, el ultraderechista que ha dejado al país en la ruina. Luego se ha sabido porqué le ha apoyado. Porque el presidente promulgó una ley por la que se dejaba sin castigo el fraude fiscal. En un abrir y cerrar Neymar recuperó 35 millones de euros. Este es Neymar. 

El seleccionador de España femenino va a la guerra al aceptar el pulso que le han lanzado las quince futbolistas internacionales, a las que no ha convocado

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Vilda va a la guerra.

El seleccionador de fútbol femenino ha aceptado el pulso que le han lanzado las quince jugadoras internacionales, entre ellas las mallorquinas Mariona Caldentey y Patri Guijarro, y las ha dejado fuera de la convocatoria para los amistosos ante Suecia y Estados Unidos. El asunto se ha puesto feo de verdad porque ninguna de las dos partes da su brazo a torcer. Y el Mundial es el año que viene. Rubiales tiene una difícil papeleta. O acepta las presiones de las jugadoras y destituye al seleccionador o mantiene a este pese al duro precio que tendrá que pagar. De ser candidata a todo a quedarse como una comparsa en las competiciones. 

Una tragedia evitable.

No porque se haya producido en el otro lado del planeta deja de tener trascendencia. La tragedia que se vivió durante un partido de fútbol en Indonesia, saldada con más de 120 muertos, de momento, y cerca de 200 heridos, podría haberse evitado. Primero, si se hubiera impedido el acceso al terreno de juego de los hinchas locales con la intención de agredir a sus jugadores; y segundo, si los agentes no hubieran disparado gases lacrimógenos. 

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