Pues sí, el gran, el mejor, el potente Augusto Fernández (KTM) ha vuelto. Y ha vuelto a lo grande. Vale, sí, cierto, muy cierto, aprovechando un tremendo e incomprensible error de su compañero Pedro Acosta (KTM), que se cayó cuando iba camino de otra gran gesta, ser el piloto más joven de la categoría en ganar un gran premio (por cierto, aún está a tiempo un par de carreras más), pero Augusto Fernández, que no ganaba desde el Gran Premio de San Marino del 2019 ¡qué barbaridad, más de dos años!, hizo, en el circuito Bugatti, de Le Mans, la carrera perfecta. Salió enganchado a Acosta, que partía desde la ‘pole’, le siguió pegadito, sin problemas y, cuando el ‘tiburón de Mazarrón’ se fue al suelo (“se me fue de delante al pasar uno de los baches que tiene este circuito”), tomó el mando de la carrera y ya no lo soltó.

“Sé que todo el mundo piensa, con razón, sí, sí, con razón, que me ha costado mucho volver a ganar”, comentó Fernández al bajarse del podio. “Y la verdad es que me ha costado mucho. Han sido dos años muy duros, demasiado, y eso que hicimos un 2019 fantástico ¿verdad?, pero he seguido creyendo, peleando y, al final, aquí tengo la recompensa, una victoria en un trazado complicado”.

El piloto mallorquín del equipo del finlandés Aki Ajo, que ha heredado la estructura y la mecánica con la que el australiano Remy Gardner fue campeón del mundo de Moto2 el pasado año, reconoce que, tal vez, el mayor problema que ha tenido hasta volver a ganar “ha sido, eso, tener demasiadas ganas de pasar página y volver a ganar. Este fin de semana, que he trabajado tapadito por el gran ‘finde’ que ha hecho Pedro (Acosta), he salido a carrera pensando menos en el domingo, en el gran premio, en la victoria o el podio. Y, mira, me ha dado resultado”.

Fernández reconoció que, corriendo ante 110.000 espectadores, todo cambia y es mucho más agradable. “Hace dos años, solo vinieron 5.000 espectadores, el año pasado nadie y esta vez la afición ha vuelto a tope y eso se nota, te motiva mucho”. Ni que decir tiene que no había pensado demasiado en la estrategia de carrera. “Era evidente que Pedro, que había dominado casi todos los entrenamientos de una manera impresionante iba a mandar desde el inicio”.

Y así fue, sí, Acosta se escapó y, pegadito a él, Fernández. “Cuando Pedro se fue al suelo delante de mí, en una curva de derechas muy rápida, todo el peso de la carrera ha caído sobre mí y, la verdad, he tenido dos o tres vueltas de duda, pues he llegado a pensar si no estaríamos imprimiendo un ritmo muy alto y de ahí la caída de Pedro. Pero, pasadas esas dos vueltas, he controlado el ritmo, no lo he bajado porque, ya se sabe, cuando dejas de empujar es cuando es más fácil cometer errores y todo ha salido, dos años después, redondo y soy muy feliz, mucho”.