Nunca antes en 67 años de historia de la Copa de Europa se había producido un hecho semejante, una tercera final entre dos equipos. Había unos cuantos ejemplos de finales repetidas, pero ninguna por partida triple. Y tenían que ser el Real Madrid, indiscutible plusmarquista continental (13), y el Liverpool (6), el tercero junto al Bayern en la lista de entorchados tras el Milan (7), quien fijaran tal hito en la Champions. Será el 28 de mayo en Saint-Denis.

Descarrilados ya el resto de oponentes, con Villarreal y Manchester City como últimos supervivientes, la Champions ofrece una final con aroma clásico. La primera vez que se enfrentaron ambos equipos fue en 1981, con victoria británica por 1-0 ante el Madrid de Camacho, Del Bosque, Santillana y Juanito, en la que es la última de las tres finales perdidas por el conjunto blanco.

La final de Kiev

Mucho más reciente resulta el segundo episodio de la saga, pues se produjo hace apenas cuatro años. Aquel 26 de mayo de 2018, en la hoy bombardeada Kiev, el Real Madrid ganó por 3-1 incorporó su 13ª Copa de Europa a sus vitrinas y dejó al Liverpool llorando su desgracia, pero preparado para una reválida que llegaría apenas un año después, cuando derrotó al Tottenham precisamente en Madrid, en el Estadio Metropolitano.

Aunque solo han pasado cuatro años, apenas cinco jugadores blancos apuntan a repetir su presencia como titulares en Saint-Denis: Carvajal, Casemiro, Kroos, Modric y BenzemaMarcelo e Isco apuran sus últimas semanas en el Madrid y difícilmente jugarán, mientras que Keylor Navas, Varane, Ramos y Cristiano Ronaldo ya abandonaron Chamartín. Del banquillo salieron aquel día tres que aún continúan: Bale, Asensio y Nacho.

En el Liverpool, Alexander-Arnold, Van Dijk, Robertson, Mané y Salah tienen todas las papeletas para ser titulares, quizá Henderson también lo vuelva a ser y Milner Firmino podrían contar con minutos. Karius, Lovren y Wijnaldum ya no forman parte del club, al igual que los dos hombres que salieron de refresco: Lallana y Emre Can.

Dos cantadas

Aquella final arrojó varios nombres propios. El primero de ellos fue el del portero Loris Karius, que cometió dos fallos calamitosos que facilitaron los dos primeros goles del Real Madrid. Fue su último día en la portería del Liverpool, consciente Jürgen Klopp de que necesitaba un guardameta con mejores prestaciones. Ese mismo verano fichó a Alisson Becker, desde entonces uno de los mejores del mundo en su puesto.

Sonado fue también el lance entre Sergio Ramos y Mo Salah hacia la media hora de juego, que acabó con el atacante egipcio fuera del partido, lesionado en su hombro. El ahora central del PSG fue acusado de mala fe en la acción, en la que agarró el brazo del delantero del Liverpool. Las críticas fueron especialmente feroces en Egipto, dado que el jugador llegó entre algodones a defender los intereses de su selección en el Mundial de Rusia.

Esa noche fue también aquella en la que Gareth Bale brindó al madridismo su última gran actuación. Saltó al campo en el minuto 61 en lugar de Isco, con 1-1 en el marcador, y resultó decisivo con dos goles. El primero de ellos, una portentosa chilena que rivaliza con la de Zidane en 2002 por ser el mejor gol de la historia de las finales de la Champions. En el segundo, embocó desde muy lejos y Karius, escrito queda, se la tragó.

Cristiano y Zidane

Ese fue el punto álgido del Madrid de Zinedine Zidane, con su tercera Copa de Europa consecutiva. Tras ese día, llegó la cuesta abajo, ahora remontada: Cristiano Ronaldo dijo en mitad de la celebración que se quería ir, 'Zizou' pidió la cuenta unos días después y Bale nunca volvió a ser el mismo, aunque siga vistiendo la camiseta blanca. Alcanzar esta final, en cierto modo, cierra el círculo abierto entonces.

En cuanto al Liverpool, la derrota de Kiev sirvió de impulso para la configuración de uno de los mejores equipos de los últimos tiempos. Alisson le reportó la consistencia que necesitaba en la portería y hombres como Fabinho, Konaté, Thiago, Keita, Diogo Jota y Luis Díaz han ido incrementando el nivel de la plantilla que Klopp ha moldeado a su imagen y semejanza.

Todo lo contrario que un Carlo Ancelotti que ha heredado casi todos los mimbres con los que ha cincelado este Real Madrid que aspira a su 14ª Copa de Europa tras eliminar a PSG, Chelsea y Manchester City, tres de los cuatro finalistas de las dos ediciones anteriores. Y, con LaLiga ya en el bolsillo, se encuentra ante la oportunidad de firmar una de las temporadas más exitosas de la historia de la entidad. Ahí es nada.