Es la señal, la entrada de la primavera, el anuncio de que el verano y el buen tiempo ya están cerca, la vuelta de las vacas al pasto, adiós a la época de nieves. Es la fiesta de los Pirineos porque la carretera del Tourmalet, el más grande y mítico de todos los montes de la cordillera, ya está liberada. Hasta que el frío haga intransitable la ruta, por allá a finales de otoño, centenares de miles de cicloturistas llegados desde todas partes del mundo, surcarán la ruta de la montaña, en busca de la cima, por la vía de Sainte Marie de Campan, la más transitada, o por la vertiente de Barèges, la alternativa, por cuya ruta se arrojo Miguel Induráin en 1993 para escribir el descenso más impresionante en el libro de oro del Tour.

Y como cada mes de abril una fiesta popular, con música, charangas y la presencia de centenares de ciclistas ha acompañado al camión que desde el valle conducía al 'Gigante del Tourmalet' a su posición privilegiada para que cualquier ciclista que llegue a la cima pueda fotografiarse ante la famosa escultura para dar fe de su gesta sobre una bicicleta. 'El Gigante' había reposado en un parque todo el invierno para protegerlo del hielo y evitar que se deteriorase con temperaturas muy por debajo de cero grados.

Inaugurada en 1999

'El Gigante' es una escultura monumental creada por Jean-Bernard Métais y que fue inaugurada el 26 de junio de 1999 en presencia de Bernard Hinault, Jean-François Pescheux y Jean-Marie Leblanc, entonces máximos representantes de la dirección de la ronda francesa. Y desde aquel año se ha convertido en el símbolo de la cima del Tourmalet. Representa a un corredor como bailarín y fue la novena escultura levantada en los Pirineos franceses en honor del Tour. Mide tres metros de altura, tiene una longitud de 2,40 metros y pesa 350.

Fue creada en honor de Octave Lapize, el primer ciclista que coronó el Tourmalet en 1910, a través de un sendero más propio para el tránsito de cabras que para bicicletas y realizando parte de la ascensión a pie. Fue la primera vez que los 'monumentos' estuvieron atravesados por los corredores del Tour. Aparte del Tourmalet, también se subieron Aspin, Aubisque y Peyresourde. Lapize ganó aquella edición del Tour y falleció debido a las graves heridas que sufrió al ser abatido su avión en 1917 durante la Primera Guerra Mundial.

Su memoria sigue viva gracias 'Al Gigante del Tourmalet' que ya ha pasado de nuevo la primera noche a la intemperie, tras ser acompañado al son de la música y a la espera de recibir a los anónimos esforzados de la ruta este verano, pues los de verdad, los que pelean por el Tour, no tienen la ruta incluida en la próxima edición de la ronda francesa.