LeBron James está, noche tras noche, en unos números estadísticos espectaculares, en cifras de récord en muchos casos. Pero no está pasándolo demasiado bien cuando salta a una cancha de baloncesto. Desde el parón del All-Star, los Lakers solo han ganado dos de sus diez encuentros, precisamente los dos en los que ‘King James’ necesitó anotar 50 y 56 puntos.

Cada partido es un bofetón de realidad. A la humillación sufrida hace 48 horas frente a los emergentes Phoenix Suns, ha seguido esta pasada madrugada otro repaso a domicilio frente a los Raptors, en un partido que ya perdían por más de 20 puntos en el primer cuarto. Sus 30 puntos, 9 rebotes y un efectivo 11 de 19 en tiros de campo no le alcanzan para sostener a un equipo sin consistencia, que se descose.

Lebron intenta mantenerse desafiante y aunque su figura, cruzada ya la frontera de los 37 años con un estado de forma que no deja de sorprender, sigue agigantándose (es el segundo anotador del campeonato con 29,7 puntos de media), la imagen del equipo angelino no para de empequeñecerse.

En el ojo del huracán

En esta crisis permanente no paran de señalarse culpables, empezando por el entrenador Frank Vogel o a Russell Westbrook aunque cada vez más voces señalan al vicepresidente de operaciones, Rob Pelinka. Desde el título conseguido hace dos años, el que fuera agente de Kobe Bryant ha dejado ir a Kyle Kuzma, Caldwell-Pope, Álex Caruso, Danny Green, Markieff Morris y Wesley Matthews y ha incorporado a Russell Westbrook, Malik Monk, Carmelo Anthony, Kent Bazemore, Wayne Ellington y DeAndre Jordan.   

Los Lakers llevan camino de firmar el peor balance de un equipo con LeBron al frente –en sus dos primeros años de 'rookie' en los Cavaliers acabó con 37-45 y para igualarlo esta temporada necesitaría un 8-6 para cerrar esta temporada, lo cual parece bastante improbable-, cuando en la línea de salida aparecía en la lista de candidatos al anillo. Y en esa batalla, LeBron va dejando algunas imágenes de la impotencia y frustración que le dominan, como la furiosa arenga a sus compañeros y los balonazos contra el suelo después de pelear y perder un rebote bajo su canasta.

Esa frustración ha cuajado ya entre la afición del equipo angelino, que hace evidente su malestar con silbidos en cada encuentro en el Crytpo.com Arena, el nombre adoptado por el Staples Arena para los próximos años, y también entre las leyendas de la franquicia como Magic Johnson, que a finales de enero, dejaba ir todo su malestar en un tuit. “Los aficionados de los Lakers pueden aceptar una derrota, pero nos merecemos algo más que la falta de esfuerzo y el nulo sentido de la urgencia de este equipo”.

La opción del 'play-in'

En ese tormentoso camino de 14 partidos hasta la conclusión de la temporada regular, el reto de los Lakers es mantenerse en la zona del ‘play-in’ (el noveno y el ´decimo equipo tienen una última oportunidad de entrar en los ‘play-off’) e incluso de sostener su novena plaza, a la que aspiran unos inconsistentes Pelicans. Pero no hay motivos para creer en un futuro demasiado halagüeño para los Lakers en la postemporada.

Con LeBron James superando de lejos el límite de minutos que le correspondería, con un Russel Westbrook en su versión más pobre de los últimos años, el único punto de esperanza pasa por la vuelta de Anthony Davis, ausente de las canchas por una lesión de tobillo desde el pasado 16 de febrero, pronosticada con 4 a 6 semanas de baja, y de que la parece estar a punto de volver.

Hasta que no me derribéis, me cortéis la cabeza y esté enterrado a tres metros del suelo, tendré una oportunidad”, aseguró en tono resiliente LeBron, hace un par de semanas después de la derrota en casa en la visita de los Mavericks de Luka Doncic. “Mientras tengamos partidos por jugar, seguimos teniendo nuestras opciones. Esa es mi confianza. Odio perder y eso me deja hecho polvo, pero por mi cabeza solo pasa prepararme para el siguiente partido”.