Rafael Nadal demostró en el Open de Australia que es un deportista excepcional y logró su vigésimo primer triunfo en un "grande" gracias a unas cualidades únicas, entre las que destacan la resiliencia, la empatía y la capacidad para interpretar cada momento de un partido.

Esas capacidades son "claves" para explicar la trayectoria de Nadal, según los estudios que han hecho del tenista balear desde el campo de la neurociencia, la disciplina que trata de explicar el comportamiento humano a partir del cerebro y del sistema nervioso, ha detallado Luis Cerdá, neurocientífico y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).

El análisis neurocientífico de Nadal no es, en realidad, algo nuevo. Ya en 2017, cuando tenía 15 "grandes", la Universidad de Columbia desarrolló un trabajo para estudiar el rendimiento del tenista español desde la neurociencia.

Las conclusiones de aquel trabajo "continúan totalmente vigentes y explican lo que vivimos hace una semana", recuerda Cerdá, en alusión al triunfo de Nadal en la final del Open de Australia tras remontar dos sets en contra.

"Nadal tiene condiciones excepcionales, es difícil encontrar una persona con tantos aspectos de alto nivel y desde la neurociencia podemos aproximarnos a la razón de su éxito, saber cómo funciona su cerebro", detalla el profesor especialista también en "neuromarketing" que ha trabajado en diferentes centros de enseñanza superior de España y América.

Lo primero en lo que incide es en "la capacidad de resiliencia" de Nadal "que es quien nos demuestra lo que de verdad significa esa palabra" que "no es otra cosa que la capacidad de sobreponerse a adversidades para seguir el camino hacia su propio objetivo".

Esa "especie de resistencia" que "no todo el mundo tiene", detalla, es la base "para tres pilares de Nadal"; por un lado el biológico "marcado por condiciones físicas innatas, a las que le suma el entrenamiento", por otro lado el psicológico "que es el que le da la capacidad para superar las adversidades", y el social "porque interpreta como nadie las emociones que pasan por su cabeza en un partido y las aprovecha a su favor".

Desde el campo de la neurociencia, explica, se contrapone un cerebro como el de Rafael Nada con la inteligencia artificial "que, básicamente, trata de hacer predicciones en base a datos" y "lo que demuestra un deportista como él es que la tecnología va por detrás del ser humano".

"Nadal sí tiene capacidad para prever lo que va a pasar en un partido, pero lo hace gracias a la capacidad de concentración, a que maneja todos sus sentidos en torno al juego y a que entiende el contexto mejor y así puede pensar y prever mejor qué va a pasar" y "eso es lo que tratan de hacer algunos algoritmos, sin tanto éxito".

Cerdá cree que "de ahí parte la gran lección" que Nadal puede ofrecer a jóvenes tenistas y para los niños en general, es que "hay que conocer las condiciones que uno tiene y trabajarlas" para "aprender de todo lo que te rodea", como considera que ha hecho el tenista balear para interpretar cada partido.

En realidad, detalla, "esto es algo que se ve más en deportes individuales, en los que destacan quienes tienen el cerebro de otra forma, tanto porque nacieron así como porque lo han trabajado" y eso les hace "reunir la inteligencia ambiental, social y emocional y aplicarla a su disciplina".

"Quienes llegan a ese nivel de desarrollo del cerebro son capaces de conectar con cosas que no vemos los demás", en el caso de Nadal "es capaz de anticipar golpeos del rival como nadie" aunque "no es algo que solo suceda en el deporte" y cita el ejemplo de Pablo Picasso "que fue capaz de anticiparse a corrientes pictóricas que triunfarían después" porque "él veía en la pintura cosas que no veían los demás".

Para desarrollar esa capacidad de anticipación "que es innata" hay que trabajar desde la niñez "y potenciar la creatividad en la enseñanza" y "desarrollar la empatía" que "son claves para descubrir lo mucho que hay en el cerebro de todos", concluye el neurocientífico.