Diario de Mallorca

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CARTULINA MORADA

Virginia gana el partido de su vida

Ayer todos sonreímos con el redebut de la futbolista mallorquina del Atlético de Madrid, quien regresaba a los terrenos de juego 683 días después

Amanda Sampedro pone el brazalete de capitana a Virginia Torrecilla en el partido de ayer disputado en Las Rozas.

Ayer el fútbol, el deporte y la vida se aunaron en una figura, la de Virginia Torrecilla. La futbolista mallorquina del Atlético de Madrid volvió a vestirse de corto tras prácticamente dos años fuera de los terrenos de juego tras superar un tumor cerebral del que fue diagnosticada en mayo de 2020. En este largo proceso la jugadora de Cala Millor ha hecho partícipe de su enfermedad al mundo entero. Con una entereza sobrehumana anunció en un vídeo en sus redes sociales que tenía cáncer y a lo largo de casi dos años ha ido narrando su experiencia personal y mostrando a todo el mundo los días buenos, los días malos y los días peores. Para superar un cáncer no hace falta ser valiente, a Virginia nadie se lo ha exigido, pero ella ha decidido serlo porque era su manera de avanzar. La mallorquina nos ha acercado sus sesiones de quimio, cómo se le caía el pelo o cuándo se quedaba ingresada en el hospital porque su cuerpo decía basta. Nos ha mostrado sus entrenamientos diarios, su regreso al vestuario colchonero o el apoyo que ha recibido en todo momento por parte de su familia. Virginia también ha llorado por los insultos recibidos, por los diagnósticos pesimistas y por la ausencia de fuerzas. Pero Virginia ha tenido la suerte de volver a sonreír. Y ayer todo el mundo sonrió con ella, independientemente de los colores o los escudos. Ayer ganó el fútbol, el deporte y la vida y con eso nos tenemos que quedar.

De rebajas con Pablo Ortells: El mercado de fichajes invernal tiene los días contados

El mercado de fichajes es como irse a las rebajas. Tú puedes ser un cliente que va con todo o, por el contrario, llevar solo los ahorros que has ido metiendo en la hucha. Como algo previsor sí que eres, te has deshecho antes de tres prendas para hacer un poco de hueco en los cajones: fuera esos tacones que ya no te pones y que heredaste de tu madre, adiós a ese vestido verde que ya no se lleva y al que tan poco partido le has sacado y fuera esa bufanda de 2016 que tanto te ha abrigado durante años, pero que ya no usas. Independientemente del tipo de comprador que seas, opciones existen para llenar el armario, pero evidentemente cuando vas con lo justo en el bolsillo, has de estar mucho más acertado. Antes de acudir a la tienda, tú ya puedes tener bastante trabajo hecho. Ver, por ejemplo, si hay una pieza que te ha gustado y esconderla para, el día que ponen en marcha las rebajas, poder comprarla a buen precio; pero si no has hecho antes los deberes, ya solo es cuestión de lanzarse. Durante el vendaval de compras te enamoras de los artículos de nueva temporada, es lo lógico, pero esos precios son privativos para tu bolsillo y solo te queda asumirlo, así que toca buscar en los saldos. Ahí hay mucha prenda, infinidad, y te decantas por unos guantes que, aunque no necesitas porque ya tienes tres pares en casa, te han parecido monísimos, de la moda parisina. El problema es que sigues sin abrigo y botas, que es lo que realmente habías ido a buscar. Como te has entretenido con los guantes, cuando llegas a la sección de abrigos no hay ni uno que te convenza: los hay baratos, pero no te gustan y los hay bonitos, pero dos señoras ya discuten por él. El mal comprador se va de la tienda con los guantes que no necesita, un abrigo que no le gusta y sin botas, sabiendo que en lo que resta de temporada va a pasar mucho frío por no haber hecho los deberes a tiempo. 

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