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Corredor y escritor

Guillaume Martin, el ciclista que escribe libros y cree en la filosofía

El escalador francés publica su segundo ensayo 'La sociedad del pelotón' después de editar en 2019 'Sócrates en bicicleta'

Guillaume Martin, la temporada pasada.

Unos pedalean y otro piensa. Unos, en la compartida soledad del pelotón, se imaginan tumbados con su chica en una playa paradisíaca o al mando de su flamante deportivo mientras las piernas sufren en pleno repecho. Otro, Guillaume Martin (de París, 1983, como Laurent Fignon) se ve rodeado de filósofos (NietzscheSócratesAristótelesPascalHeideggerSartre…), que sudan como él mientras descubren que su poción mágica para vencer las adversidades del ciclismo está en la inteligencia.

Esta fue la trama del primer libro del corredor del Cofidis ('Sócrates en bicicleta', editorial Libros de Ruta), octavo en el Tour 2021, noveno en la Vuelta, líder de la montaña el año anterior. Hace unas semanas Martin presentó su segundo texto filosófico 'La sociedad del pelotón'. ('La société du peloton'). Anteriormente había escrito una obra teatral que se tituló ‘Platón versus Platoche’. El mismo corredor que aprovechó la última ronda española para aprender castellano. El mismo ciclista que terminó un máster sobre filosofía en la universidad parisina de Nanterre.

Y ha sido Martin el corredor que ha acaparado en el periodo prenavideño la atención mediática en Francia, mucho más que Julian Alaphilippe y su título de campeón del mundo. Pero en las entrevistas que ha concedido el ciclismo siempre ha sido tema secundario porque a Martin le gusta hablar de sus preocupaciones ecológicas, sanitarias e ideológicas recogidas en su último libro en el que compara las contradicciones que se dan en la vida cotidiana con las que se viven en el seno del pelotón.

"Cuando derrotas a un oponente en una carrera no significa que siempre eres mejor que él, sino solo en el momento de la victoria", confesó hace unas semanas en una entrevista concedida al diario 'Ouest France'. "El ciclismo es un deporte individual en el que no podemos prescindir de nuestros compañeros", justificó en la misma entrevista. "El ciclismo nos devuelve a nuestras contradicciones más profundas. Como toda sociedad, el pelotón está formado por líderes, por ejecutivos, que son los capitanes de ruta, y proletarios, que son los portadores del agua", escribe en 'La sociedad del pelotón', todavía no traducida en España, al contrario de su ensayo sobre Sócrates y el resto de filósofos o 'ciclósofos' como los denomina en ‘Sócrates en bicicleta’.

La verdad es que Martin se formó en un mundo que siempre combinó deporte y cultura. Su padre es profesor de aikido, un arte marcial japonés en el que se busca el autocontrol para vencer al oponente sin humillarlo regulando el tiempo y la energía. Su madre es maestra teatral. Y en este ambiente, mientras estudiaba filosofía en la universidad, Martin fue creciendo como ciclista para ganar la Lieja-Bastoña-Lieja sub 23, una etapa en el Tour del Porvenir, madurar como corredor profesional hasta conseguir en 2020 la tercera plaza en el Critérium del Dauphiné. O preguntarse en el último Tour si Mathieu van der Poel había hecho lo correcto retirándose de la carrera tras llevar a todo el pelotón, sin filósofos pero con ciclista 'pro', con el cuchillo en la boca durante la primera semana de competición.

"¿Rodar o no rodar? Este es el problema de la modernidad", se interroga en tono shakesperiano en 'La sociedad del pelotón'. "En un momento en el que se multiplican las crisis globales (ecológicas, sanitarias e ideológicas) ¿no somos como ese corredor ambiguo que favorece su propio interés?", añade en su último libro.

En 'Socrates en bicicleta' se permitió la ironía de obligar a Nietzsche a entrenar duro para participar en el Tour. A Heidegger lo condenó a caer en una zanja. Sócrates, de ahí que fuera el escogido para dar título al libro, se puso al frente del pelotón y a Sartre lo convirtió en seleccionador francés. Porque fue después de que Alaphilippe logró su primer título mundial, con Martin como gregario o proletario, cuando se cuestionó si egoístamente, aunque felices, todos no lo envidiaban porque de hecho cada uno deseaba ser el verdadero campeón.

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