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Piragüismo

Sete Benavides, un bronce nueve años después

«El dopaje hace daño a los que nos partimos el lomo entrenando», asegura Sete Benavides tras conocer la decisión del COI

Sete Benavides, con la canoa a cuestas, antes de iniciar un entrenamiento. | TWITTER / SETE BENAVIDES

«El dopaje hace daño a los que estamos entrenando partiéndonos el lomo, a los que intentamos ser mejores sin hacer trampa y a los que creemos que nos han ganado limpiamente». A Sete Benavides (Pollença, 30 años) el dopaje de un adversario le privó en Londres 2012 de la gloria de subir al podio, de colgarse una medalla de bronce; de entrevistas, de ser portada al día siguiente en todos los periódicos, de salir en los telediarios y de ser reconocido como medallista olímpico con todo lo que conlleva.

El COI (Comité Olímpico Internacional) ha tardado nueve años en concederle el bronce en la prueba C1 200 de piragüismo en los Juegos de Londres. El viernes pasado se oficializó la tercera plaza tras la descalificación por dopaje del canoísta lituano Jevgenij Shuklin, segundo en la prueba. Los reanálisis de las muestras de orina descubrieron que había hecho uso de testosterona. «Ha sido el primer medallista olímpico de mi deporte descalificado por dopaje», cuenta Benavides.

Diversos recursos

El viernes el COI reasignó nuevamente las medallas de Londres. Aparte de Benavides, Ruth Beitia conquistó el bronce en salto de altura por la descalificación de la rusa Svetlana Shkolina. A Benavides nadie lo ha llamado para darle la buena nueva. Se enteró gracias a un periodista mallorquín. Nada más. «Desde 2019 se sabía que la medalla me correspondía pero los diversos recursos interpuestos por el infractor habían retrasado la concesión».

Pero no era solo esperar y hacer un hueco en la sala de casa donde se guardan los trofeos para colgar la medalla en lugar distinguido. Había mucho más. «Me quitaron el momento de vivir la gloria en Londres, que habría llegado en mis inicios como deportista. Ahora no sé lo que es subir a un podio olímpico pero al menos se ha hecho justicia porque los tramposos no tienen cabida en el deporte».

Una medalla viene acompañada de becas, premios en metálico y, sobre todo, en un deporte como es el piragüismo, alejado del impacto mediático de otras especialidades, de la posibilidad de negociar a la alza los contratos con los patrocinadores privados. «No es lo mismo ser diploma que medallista olímpico. Lo que me gustaría sería recuperar lo que me pertenecía en ese momento. Al margen del dinero habría sido bronce olímpico durante casi diez años. Pierdes el reconocimiento, que se te abran más puertas con un bronce, la repercusión que logras. Ahora solo me gustaría que las instituciones me dieran lo perdido en su momento y que se quedó allí».

Porque el viernes no solo ganó un bronce olímpico sino otras dos medallas del mismo metal en el Mundial 2014 y en el Europeo 2013, conquistadas por Shuklin en una época en la que debía haber estado sancionado. Unos metales que Benavides suma a las siete medallas en torneos continentales y mundiales; tres platas y cuatro bronces.

Y ahora... París 2024

Benavides no pudo acudir a Tokio puesto que el C1 200 (en canoa, no piragua, donde el palista compite apoyado sobre la rodilla en la embarcación) dejó de figurar en el programa olímpico. Fue cuarto en Pekín 2016 y ahora se prepara en compañía de Toni Segura para el C2 500 de París 2024.

«En 2012 empezaba mi ciclo deportivo. Desde entonces he ganado medallas en Europeos y Mundiales, pero me faltaba cerrar el círculo con el bronce que ahora me entregarán». No sabe todavía quién se la dará, ni cómo. Mientras tanto continúa entrenando en el lago Esperança de Alcúdia aunque sabedor de que desde esta semana lo hace como medallista olímpico.

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