Desde lo más alto del castillo de Cullera los arrozales y las playas se ven pequeñitos. En bici hay que subir con el plato pequeño pero dando pedaladas de altura. Hay que mirar hacia atrás, si se quiere ganar la etapa, Magnus Cort Nielsen, porque llega Primoz Roglic, sin freno, desbocado, decidido a volver a colocarse líder y quién sabe si el esloveno, al final, para evitar comentarios malignos, decide que el corredor danés se lleve el triunfo de etapa, sabedor que vuelve a tener el jersey rojo de líder con el mallorquín Enric Mas pisándole los talones. La Vuelta al rojo vivo.

En Cullera, a nivel de mar, sopla el viento, algo más fuerte que una brisa marina. Por Cullera hay un circuito al que se le da una vuelta y la primera vez que pasa el pelotón, con 20 kilómetros todavía en el zurrón, lo hace con el Movistar tirando, con tanta energía, que parece decirle al resto de corredores aquello de que la fuerza os acompañe. Esta vez no llegará la fuga, a no ser que Nielsen, un ciclista de calidad, se ponga el triunfo entre ceja y ceja por encima de su bigote y además encuentre la complicidad de Roglic, que recuerda que en marzo lo machacaron vivo cuando superó en la misma llegada de la París-Niza al suizo Gino Mäden. Que esas cosas no son de ‘fair-play’, y abren un debate discutible. O sea que para evitar comentarios, ya vendrán triunfos en días mejores.

El Movistar corre en formación con Alejandro Valverde cerrando el grupo, quizá porque no puede girar la cabeza. Evitó una caída al principio de etapa, pero cuando estaba pie a tierra, llegó Gianluca Brambilla y se empotró en su bici. «El cuello me hizo un crujido», pero aunque seguramente hace unos años no se le habría escapado la victoria, allí sigue el ‘Bala’, colocado, de momento, cuarto de la general.

Sin embargo, se recupera y también se animan Enric Mas (ahora el de Artà es segundo de la general) y Miguel Ángel López, que vuelve a vestir el traje de Supermán, para instalarse en el podio provisional de la Vuelta. Si en Pitón Blanco, el lunes, los ciclistas del Movistar pudieron hacer algo más, en Cullera demuestran que están en carrera y que Roglic tiene en ellos a unos serios rivales; por ejemplo, este viernes camino del Balcón de Alicante, en una etapa de perfil montañoso.

Gana Nielsen, otro más entre los corredores afincados en Andorra. Él llegó este invierno. Pero la general de la Vuelta ya empieza a perfilarse entre favoritos de verdad, aunque con Mikel Landa sufriendo más de la cuenta. El alavés se deja 27 segundos en Cullera. Y es que él es un ciclista algo más diésel, al que le agradan mejor las ascensiones largas, montaña de verdad, y no las explosiones para convertir a veces a los ciclistas en cabras montesas de corto recorrido que se retuercen para conseguir un triunfo. Pero no es buena señal, porque el resto está delante y él algo más rezagado.

El Ineos, quiere y no puede. Richard Carapaz, el campeón olímpico, vuelve a desaparecer, como el lunes en el primer final en cuesta. Egan Bernal, ojo con él, sigue avisando de que le falta un poco de rodaje, solo un poco, para atravesar la línea de llegada en compañía de Valverde, a tan solo 8 segundos de Roglic. 17 años separan al murciano del colombiano.

Preciosos los cambios de sentido, una vez se ha dejado atrás la ciudad de València, hacia el sur, con el viento soplando en todas direcciones y con entradas a las zonas de arrozales que recuerdan el acceso a los tramos de adoquines en la París-Roubaix, casi como si fuera más una ‘clásica’ que una etapa en una carrera de tres semanas.

«Me gusta este maillot pero no lo quiero ahora, sino al final», repite Roglic después de abandonar el podio y preparado para subir hoy a un Balcón de Alicante que no conoce. Si está fuerte, da igual.