Seguramente si el Comité Olímpico Internacional (COI) no hubiese rebajado el número de palistas que podía presentar España en los Juegos de Tokio nada de lo que ha pasado durante los últimos días habría ocurrido. Pero sucedió y se armó la revuelta en los controles de selección, donde dos candidatos del K4 500 del piragüismo español debían quedar fuera en un equipo de ensueño formado por campeones olímpicos (Saúl Craviotto, el mallorquín Marcus Cooper Walz y Cristian Toro), mundiales (Rodrigo Germane y Carlos Garrote) y un subcampeón del mundo (Carlos Arévalo). Y aquí empezó la guerra. De seis, solo podían quedar cuatro y todos, lógicamente, querían una plaza.

Tanta expectación y a la vez morbo se creó que el domingo pasado se tuvo que hacer el último control para definir a los seleccionados a puerta cerrada, sin que nadie fuera del equipo pudiera acceder al campo de regatas de Trasona, en Asturias.

Y es que la semana pasada el piragüismo español se había convertido en un campo de batalla con denuncias de amaño y demandas por parte de un despacho de abogados, mientras la Federación Española de Piragüismo cerraba filas con uno de los denunciados, precisamente su gran figura, Craviotto, con cuatro medallas olímpicas, abanderado de España en la inauguración de los Juegos y de fuerte impacto mediático por haber ganado en 2017 el concurso televisivo de MasterChef Celebrity.

Craviotto y el seleccionador, Miguel García, fueron denunciados por el palista Garrote de haber amañado las pruebas de selección. Garrote se quejaba de que sus compañeros de embarcación habían ido más lentos a propósito para perjudicarlo y dejarlo fuera de los Juegos. Aseguró que tenía un audio que comprometía al técnico y al abanderado español.

El despacho de abogados

Craviotto y el seleccionador pusieron el caso en manos del despacho Ius+Aequitas cuyos abogados elaboraron un escrito contra las «graves acusaciones» del palista con unas manifestaciones «contrarias a la realidad» y donde le exigían que se abstuviera de “revelar o difundir a terceros la presunta grabación”.

Por si fuera poco, el Club Fluvial Lugo, al que pertenece Toro (oro de Río en K2 200), aseguró disponer de dos audios y un vídeo que comprometían a Craviotto y al seleccionador por lo que exigían a la federación que los apartara del equipo. Lejos de tomar medidas contra ellos, el domingo, día de la selección definitiva, solo se presentaron cuatro palistas, los cuatro necesarios. Los denunciantes, Toro y Garrote, aludieron que se ausentaban del último control antes de los Juegos al estar de baja médica. De este modo, la federación ya tiene vía libre para definir a los cuatro seleccionados tras una semana de guerra de palistas.