«Hoy tocaba descanso, solo he hecho 3.800 metros de natación». Bernat Xamena (Porreres, 1976) tiene un plan entre manos, un propósito de esos locos que ni tan siquiera los suyos son capaces de entender: «Precisamente entrenando el otro día con un compañero me preguntó si me lo había pensado dos veces. Le dije que no, porque creo que si me lo pienso media, no me lanzo».

Xamena se ha propuesto poner su cuerpo al límite. Los próximos 20 y 21 de marzo, este porrerenc de 44 años, trompetista de profesión y triatleta por vocación, quiere completar un Ultraman 515 Non Stop. Mejor explicarlo, que tiene tralla: 515 kilómetros repartidos en 10 de natación, 420 de bicicleta y 85 de carrera a pie. Esto, en condiciones normales, se tarda una vida en hacerse. Un ultraman lo hace en tres días y a Xamena, que tres días le parecen mucho, se le ha ocurrido la genial idea de intentar acabarlo en solo 30 horas. Allá que va.

«No le tengo miedo a nada, pero sí bastante respeto a dos cosas: Por una parte el sector de natación. Calculo que estaré unas tres horas en el agua y me preocupa cómo va a reaccionar mi cuerpo. El otro aspecto es la alimentación. Tenemos todo muy calculado y soy consciente de que la nutrición es muy importante en este tipo de pruebas, pero veremos a ver cómo me sienta», reconoce.

El trompetista en una actuación.

Desde la Banda Municipal de Palma, donde trabaja, y desde el Club Velos Porreres, donde entrena, seguirán muy de cerca a su héroe. Héroe porque la osada gesta viene acompañada también de un bonito gesto solidario. Xamena hace un llamamiento para recoger en todos los supermercados Hipercentro de Mallorca alimentos para nutrir a la organización Mallorca Sense Fam. Además, también se puede hacer una aportación económica a través de la plataforma Elitechip, con la que se obtiene una inscripción a la prueba para acompañar al mallorquín a lo largo de su atrevido reto.

Si de esfuerzo y sacrificio va esta gesta, de resiliencia y estoicismo va la vida de este triatleta, quien comenzó en el mundo del deporte con 15 años para superar un problema de obesidad: «Pesaba 100 kilos y por salud, necesitaba perder peso». Entre tanto, Xamena tuvo que luchar durante mucho tiempo con un trastorno psicoemocional que, a día de hoy, todavía le mantiene en jaque.

Un ultraman forjado a ritmo de trompeta

«Fue en el momento más álgido de mi carrera como trompetista, estando en Nueva York, cuando todo se desmoronó», recuerda: «Una distonia focal de embocadura fue la causante de mis problemas, pero por aquel entonces, hace más de 20 años, nadie sabía de qué se trataba». Este dolencia neurológica, típica en los músicos de instrumentos de viento, provoca un trastorno en la acción de los músculos de determinada región en forma de tono inadecuado, temblores e involuntariedad en los movimientos.

La vida de Xamena dio un vuelco de 180 grados y durante más de siete años estuvo luchando contra un trastorno a quien nadie era capaz de poner nombre. «Fue gracias al músico y terapeuta Joaquín Fabra que empecé a ver la luz al final del túnel. Él había sufrido esta misma dolencia y fue capaz de solucionar sus problemas trabajando consigo mismo», recuerda. «De repente todo volvió a la normalidad, pero en 2014 volví a recaer y llegó un momento en el que pensé en abandonarlo todo», reconoce.

Un ultraman forjado a ritmo de trompeta

Fue precisamente en esa época en la que el trompetista porrerenc comenzó a aumentar su actividad física: «Perder peso ya no era mi objetivo. Lo que quería y necesitaba era llegar agotado a casa para poder dormir por las noches y no darle tantas vueltas a las cosas». Encontró en el deporte una sanación terapéutica y, lo que empezó siendo solo un hobby, pronto se convirtió en un modo de vida.

«Todo fue muy rápido. Corrí mi primera media maratón en una hora y media, y le pregunté a mi entrenador si me veía capaz de participar en una maratón. En mis primeros 42 kilómetros bajé del muro de las tres horas y fue tras esa prueba cuando un amigo y yo decidimos lanzarnos al mundo del triatlón», rememora.

Dificultades en la pileta

«En mi primer largo en una piscina tuvieron que sacarme tras las primeras brazadas y algo parecido me ocurrió la primera vez que me lancé a nadar en el mar. Todo me daba vueltas y no fui capaz de avanzar ni 100 metros, pero poco a poco, con esfuerzo y trabajo, también noté una mejoría, pese a que siga siendo mi punto débil», aclara.

Un ultraman forjado a ritmo de trompeta

El deporte ayudó a Bernat Xamena a regresar a la música y empezó a tomarse la vida de una manera diferente: «Intento no obsesionarme tanto con los ensayos y disfrutar de otras cosas que hasta el momento no había valorado». En 2018, con pocos años de entreno a su espalda, conquistó la segunda edición de la Ultra Mallorca Man y, además, se clasificó para el Campeonato del Mundo de Ironman en Hawaii (2019).

Ahora, impulsado por un mensaje que le «llegó hace dos meses por Whatsapp», ha decidido hacer frente a un reto en el que tiene puesto todo su empeño. «Entreno bastante, pero para una prueba como esta tampoco se tienen que hacer locuras. Me preocupa mucho no lesionarme durante estos dos meses que quedan, pero sobre todo no contagiarme por coronavirus. Conozco a muchos compañeros que lo han pasado realmente mal durante mucho tiempo», explica.

El recorrido de la prueba se iniciará en Portocolom el sábado 20 de marzo a las 7 de la mañana, donde se desarrollará el sector de natación. A continuación, realizará un recorrido de 420 kilómetros alrededor de Mallorca, con más de 7.000 metros de desnivel acumulado, para acabar con una doble maratón, que saldrá desde Portocolom y finalizará en Porreres. A diez kilómetros de la línea de meta, en Campos, se realizará un pequeño homenaje al joven atleta Tomeu Cifre.

«La intención, por supuesto, es no dormir nada, aunque iré acompañado en todo momento por un equipo que se encargará de darme apoyo logístico», señala. Además, a Xamena le acompañará una furgoneta que hará parada en los más de 40 municipios del recorrido para recoger los alimentos que estas localidades aporten a modo de colaboración. 545 kilómetros solidarios salpicados de locura y sinrazón, todo al ritmo de las trompetas.