El estadounidense Bobby Fischer, uno de los mayores genios que ha producido el ajedrez, ganó tal día como ayer, 13 de diciembre, hace cincuenta años, el interzonal de Palma que le permitió acceder a las eliminatorias por el título mundial y destronar al soviético Boris Spassky en el «match del siglo», el combate de ajedrez más mediático de todos los tiempos, que enfrentó en 1972 a Fischer con Spassky en Reikiavik, fue la culminación de una brillante trayectoria del estadounidense.

La Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) se hizo eco este domingo de la efeméride y recordó que el torneo de Palma terminó siendo el último para el excéntrico jugador norteamericano, que se negó a defender su corona si la FIDE no aceptaba sus condiciones y no volvió a participar en torneos oficiales.

El 9 de noviembre de 1970 la capital balear congregó, en el torneo interzonal considerado más fuerte de la historia, a 24 Grandes Maestros que aspiraban a la corona de Spassky. Los seis mejores obtendrían el derecho a disputar el ciclo de candidatos. Fischer llegó a la capital balear después de obtener contundentes victorias en los torneos de Zagreb y Buenos Aires ante rivales de gran prestigio como los soviéticos Viktor Korchnoi, Vassily Smyslov y Tigran Petrosian. La expectación en Palma era muy alta, y el genio de Chicago no defraudó. Fischer se había convertido en una seria amenaza para la hegemonía soviética en el ajedrez mundial, que databa de 1948, desde que Mikhail Botvinnik se hizo con el título mundial. Pero le costó entrar en la competición. Fischer parecía languidecer en la primera mitad del torneo de Palma, hasta entonces dominado por el soviético Effim Geller. Perdió, incluso, su partida contra el danés Bent Larsen, pero todo cambió a partir del juego contra el hasta entonces líder Geller. El genio se puso de líder y terminó ganando el torneo con 3,5 puntos de ventaja. Fischer arrolló en el Candidatos a cuantos rivales se cruzaron en su camino hacia el «Match del Siglo».

El interzonal de Palma en 1970 sentó las base del mito y el mundial de Reikiavik puso definitivamente en órbita al que muchos consideran el mejor de la historia, cuya excentricidad se fue agudizando hasta su muerte en Reikiavik, a los 64 años (justo el número de casillas del tablero), perseguido por las autoridades judiciales de Estados Unidos, en el olvido y con síntomas de un fuerte desequilibrio mental.