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Nadal eleva la exigencia ante la semifinal de Roland Garros

El manacorí se entrena con Moyá y Roig diez horas después de derrotar al desconocido Sinner en los cuartos de París uEl tenista mallorquín se enfrenta mañana al argentino Schwartzman

Nadal durante el partido que acabó en la madrugada del miércoles frente al italiano Sinner. Efe

Cara seria y gesto concentrado. Camiseta negra, con el logotipo del toro en su pecho, pantalones azul celeste. El manacorí Rafel Nadal pisa la pista número 2 de Roland Garros bajo un agradable sol otoñal y apenas diez horas después de meterse en las semifinales casi en clandestinidad. A su lado Francis Roig, llegado el domingo de Barcelona, dándole consejos y corrigiendo su movimiento con el ‘drive’ y al otro la de la red, Carlos Moyá, sparring de lujo.

«Estar en las semifinales de Roland Garros después de seis meses sin jugar no está nada mal»

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Nadal pega con fuerza a esa ‘piedra’, como catalogó a las nuevas bolas Wilson del torneo. La pelota amarilla no bota como le gusta pero Nadal consigue, a cambio, lanzarla con potencia a las líneas de la pista una y otra vez, mientras sus dos entrenadores y amigos le animan. «Bona», «així està be», le dicen. Tras una hora justa se marcha serio pero, a la vez, satisfecho.

Nadal no se da respiro en el entrenamiento. Ni una queja si falla el golpe, se limita a corregir el próximo. Tampoco se quejó, eso dice, cuando tuvo que jugar por la noche: «Son cosas que pasan en un torneo así. Cómo me voy a enfadar». Su actitud es positiva. No quiere que nada le altere. Sabe que «queda lo más difícil aún y debo mejorar algunas cosas», dijo tras ganar a Jannik Sinner (7-6, 6-4 y 6-2), casi en la en la clandestinidad. Apenas 400 personas vieron su victoria para ganarse por 13ª vez su pase a las semifinales. En la pista 2 viendo su entrenamiento hay un centenar de aficionados silenciosos.

«Hay que seguir como hasta ahora», decía tras su victoria, ante la entrevista virtual con los periodistas acreditados. Ya eran las dos de la mañana y Nadal aún debía regresar al hotel Pullman, donde está concentrado con el resto de jugadores desde que aterrizó en París. Nadal llega a la penúltima ronda sin haber perdido un set aunque sus rivales (Gerasimov, 83 mundial; Travaglia, 74; Korda, 213; e incluso Sinner, 75) son habituales de challengers más que de grandes torneos. A Nadal le ha venido bien jugar ante ellos para adaptar su juego a las condiciones de este atípico Roland Garros.

Nadal: «No era cuestión de empezar el partido de cuartos enfadado»

El manacorí Rafel Nadal evitó quejarse de la hora tardía a la que tuvo que afrontar su partido de cuartos de final de Roland Garros contra el italiano Jannik Sinner y aseguró que «hay que aceptarlo». «No he jugado enfadado, sería un mal comienzo y más en cuartos de Roland Garros. He aceptado las condiciones, se ha dado un cúmulo de circunstancias, sé que no es lo ideal, pero sobre todo por la temperatura. Pero en un torneo de dos semanas pasan cosas y hay que tratar de adaptarse», señaló. Nadal consideró que hacía demasiado frío y que en un deporte como el tenis, donde hay muchos parones, puede ser peligroso para el organismo.


Ayer en el entrenamiento ajustaba los golpes para afrontar el partido de mañana viernes ante Diego Schwartzman. Siente que ha hecho bien las cosas pero no quiere cometer errores como en Roma. «Hay que repasar lo que se hizo mal», explicó. «Estar en semifinales después de seis meses sin jugar, no está mal», decía. La determinación y la agresividad con la que acabó el partido ante Sinner son su punto de referencia para enfrentarse a Schwartzman. 

El larguirucho tenista italiano le sorprendió en el primer set con un tenis de talento y potencia que empieza a dar de qué hablar.

Sinner puso a Nadal ante su primer muro de verdad. El número 2 mundial lo superó. Su experiencia y tablas le permitieron salvar la situación y acabar apuntándose la victoria con cierta facilidad. Schwarzman (14 mundial) pondrá el listón más alto y le complicará la vida, seguro. No es un rival que le guste a Nadal. En la pista es una bala y un muro devolviendo la bola. En Roma, en unas condiciones similares a París, el tenista argentino le derrotó (6-2, 7-5) y en Roland Garros hace dos años no se lo puso fácil (4-6, 6-3, 6-2, 6-2).

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