Enric Mas llega a la última semana del Tour con sus opciones intactas. En una exigente etapa con final en el Gran Colombier, el corredor de Artà llegó con los mejores a la cima, el quinto, cediendo solo quince segundos. Ahora, el ciclista de Movistar ya es octavo en la general y se ve con posibilidades de luchar por la tercera plaza del podio, porque las dos primeras parecen asignadas a los eslovenos Pogacar, vencedor ayer, y Roglic, segundo en la etapa y líder de la general.

   Los periodistas colombianos no han podido venir este año al Tour. No les han dejado salir de su país donde la pandemia los sigue azotando. No se escuchan sus gritos en la meta. Ellos que estaban ya acostumbrados a ganar, y no solo etapas de montaña, sino el Tour, ¡señores, el Tour, palabras mayores! Ya no eran los narradores de las hazañas de los ‘escarabajos’, aquellos míticos corredores sudamericanos que subían los montes como cabras y los bajaban como caracoles. No señor. Ganaron el Tour 2019 con Egan Bernal. Por eso, ayer, de haber habido periodistas colombianos apostados en la cima del Grand Colombier, los habrían oído llorar, lágrimas cargadas de tristeza por el hundimiento de Egan Bernal.

Era, hasta este domingo, la mayor y casi se podría decir la única amenaza para el dúo de Eslovenia, para un Primoz Roglic que tiene bien amarrado un jersey amarillo que ya es de su talla y que no piensa cederlo hasta París, y para Tadej Pogacar, que corre como héroe no solo del presente sino del futuro, un chaval de solo 21 años que ya ha logrado dos victorias, la última ayer en el Grand Colombier, y que va segundo de la general pisándole los talones a su ‘hermano mayor’.

Nada menos que 7:20 minutos perdió Bernal, no solo tocado, sino hundido en la gran cima de los montes del Jura, y ante tres etapas claves en los Alpes, a partir del martes, puesto que este lunes descansarán todos, pruebas PCR mediante, en Grenoble.

Terrible, sin más. El Tour que es un libro abierto de historia y cultura ciclista, un texto extraordinario de páginas que solo se vuelven amarillas en honor al ‘maillot’ del primer clasificado, recuerda poquísimas veces en las que el campeón del año anterior, el que luce con honor el dorsal número uno, se hunda de forma irremediable cuando había acudido y había anunciado que volvía a Francia para ganar. Si se abre este libro solo se ven tres casos en los últimos 30 años. En 1991, en el gran día de Miguel Induráin en el Tourmalet camino de Val Louron, Greg Lemond sucumbió y dijo adiós a un cuarto Tour. En 1996 todavía se enrojecen los ojos al recordar cómo se esfumaba el sueño de un sexto Tour de Induráin. Y en el 2012 Cadel Evans explotó ante el Sky tras su victoria del año anterior, porque en el 2015 Vincenzo Nibali llegó al Tour demasiado agotado tras adjudicarse el Giro. No hay más casos. No había vuelto a ocurrir, hasta este domingo.

Y no hubo nada que hacer, no fue levantar el pie, respirar y volver a enlazar. No fue colocar a los gregarios, sobre todo a Kwiatkowski, para que impusieran un ritmo que hiciera salvar el continente y el contenido de un Tour en llamas. Fue una crisis en toda regla, tan sorprendente como inesperada, pues si bien ya había dado muestras de mínimas flaquezas en el Macizo Central, estaba casi anunciada la reacción de Bernal en los Alpes. Un mazazo enorme.

Landa y Mas, con los favoritos

Porque, además, su otra gran referencia, Nairo Quintana, que parecía resucitado tras dejar el Movistar, también se vino abajo pero no de manera tan espectacular. 3:50 minutos perdió en el Grand Colombier, donde al menos el consuelo colombiano estuvo en ver como Rigo Urán y ‘Supermán’ López, seguían con los mejores, donde también estuvieron Mikel Landa y el mallorquín Enric Mas... y casi Alejandro Valverde.

Pero nadie, ni Pogacar, se explicaban qué pudo pasarle a Bernal. El ritmo asfixiante del Jumbo, quizás. Y el Tour que no conoce la palabra misericordia.

El mallorquín Enric Mas sube dos puestos en la general. Ahora es octavo, justo detrás de Landa, el otro español en el ‘Top 10’.