Análisis
El triste adiós de Vallori
Vallori ha protagonizado estos días una historia tan vieja como el fútbol, la de rajar cuando la temporada ha finalizado y cargar todas las culpas sobre la persona que ya no está. Hacerlo de esta manera es lo más fácil. No tiene mérito, incluso aunque le pudiera asistir la razón. Carga contra el entrenador cuando ya no tiene nada que perder. Si el ya exfutbolista tenía algún problema con Mandiola lo adecuado era afrontar la situación, y no huir de ella. Hablar cara a cara como dos personas adultas, y si no daba el paso el técnico, afrontarlo el capitán. Diferente es el caso del presidente y dueño del club. Volckmann está en su derecho de hacer lo que quiera porque por algo ha puesto un dinero que ha revitalizado a la entidad. Pero de ahí a jugar a técnico media un abismo. El alemán ha cometido el mismo defecto que muchos de sus colegas, meterse donde no le llaman.
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