Las penas con buena compañía son más fáciles de digerir. Lo comprobó el año pasado el Atlético Baleares tras caer en la eliminatoria ante el Racing de Santander y lo echó en falta ayer el conjunto blanquiazul, tras sucumbir ante un Cartagena que es ya equipo de Segunda División junto al Logroñés. Con el pitido final en La Rosalesa, se escaparon ayer parte de las esperanzas de un equipo y una afición que este año confía firmemente en la gesta del ascenso.

Pese a gozar de una segunda oportunidad, el varapalo volvió a ser duro. Los hombres de Mandiola tienen ahora solo tres días para retomar el ánimo y hacer los deberes en las semifinales de los play-off. Caras desencajadas, jugadores agotados sobre el tapete del estadio malagueño y sentimientos de incomprensión ante la desdicha que parece que siempre va a acompañar a este club. Mandiola quiso relativizar lo máximo posible la situación, mientras Ingo Volckmann y Patrick Messow encajaban el duro golpe desde las desangeladas gradas.

La afición del Atlético Baleares no estaba ayer en La Rosaleda para mostrar su ánimo a un equipo que deberá levantarse solo y pasar página como bien pueda después de perder esta gran oportunidad. Lo que eran 90 minutos para la gloria, ahora se sitúan a no menos de 180, con suerte y siempre que las cosas salgan según lo previsto.

Los balearicos ya saben de qué va esto. Muchos prefieren pasar el mal trago en silencio, otros compartirlo con sus allegados, pero en su ADN son conscientes de que ser aficionado de este club es sinónimo de sufrimiento. El balearico está hecho para sufrir, no hay más y se consuela pensando que la gesta, de lograrse, será más heroica cuantas más eliminatorias tenga que superar su equipo en la fase de ascenso.

El espectáculo responsable al aire libre que la entidad blanquiazul tenía programado para mañana por la tarde en el Estadi Balear tendrá que posponerse y con él todas las celebraciones que preparaba su hinchada. Al equipo, que tenía pensado regresar a la isla esta noche, le tocará quedarse otra semana, con suerte, por Málaga y afrontar dos nuevas eliminatorias. La primera se disputará el próximo miércoles y la segunda, el domingo. A la plantilla blanquiazul le toca levantar la cabeza y demostrar que, tras un fracaso, las cosas pueden volver a enderezarse. Lo que ayer era tristeza este lunes debe convertirse en esperanza. No queda otra.